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Transformación de los sistemas europeos de salud a raíz de la COVID-19

Ya incluso antes de la COVID-19, los sistemas sanitarios europeos se enfrentaban a numerosos retos. Muchos de ellos son bien conocidos, como la necesidad de reducir los residuos y usar de forma más robusta y eficiente los datos sanitarios. Sin duda, la tendencia a la que se prestaba más atención antes de la COVID-19 y que plantea el mayor reto estructural general es el envejecimiento de la población europea. El envejecimiento de la población (alrededor del 20 % de la población europea tiene más de 65 años) conlleva una mayor prevalencia de las principales enfermedades crónicas, como las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer, lo que significa que hay que destinar una parte cada vez mayor del presupuesto nacional a la sanidad. Por tanto, las estrategias innovadoras para optimizarla y digitalizarla son más esenciales que nunca. Por último, es probable que el envejecimiento de la población europea sea una de las principales razones por las que la pandemia de la COVID-19 la ha azotado de lleno en lo que respecta a las tasas de mortalidad general.

«Sanar es una cuestión de tiempo, pero a veces también es cuestión de oportunidad» (Hipócrates, médico de la antigua Grecia)

Más de un año después del primer confinamiento de Europa para combatir el nuevo coronavirus, pero con la llegada inminente de la vacunación en masa, muchos podrían argumentar que ahora es el momento de replantearse hacia dónde ir a partir de aquí en términos de transformación de los sistemas europeos de salud. De hecho, al recordar el último año, la pandemia ha acelerado algunas tendencias que ya habían comenzado, pero que se encontraban en una fase muy temprana antes de 2020. Una de ellas es la sanidad electrónica (o «telemedicina»), anunciada desde hace mucho tiempo como una solución importante para mitigar el aumento de necesidades sanitarias debido al envejecimiento de la población. Por ejemplo, muchos europeos habrían experimentado una consulta en línea con su médico de cabecera por primera vez en 2020 debido a la mera necesidad de mantener los estrictos protocolos de distanciamiento social. Si bien es probable que en un primer momento resulte ser una experiencia desconcertante para muchos debido a la novedad, es probable que gane más aceptación cuando, por ejemplo, solo deban tratarse pequeñas enfermedades que no requieran necesariamente una exploración física. También nos encontramos ante el desarrollo de tecnología vestible cada vez más sofisticada capaz de controlar indicadores de salud como la frecuencia cardíaca y los niveles de glucosa, así como los indicadores asociados a los trastornos de salud mental. Muchos de esos dispositivos se han diseñado también para transmitir este tipo de lecturas directamente a los profesionales sanitarios, lo que añade una dimensión apasionante a la digitalización de los sistemas de salud. Y, por supuesto, para unir todas estas innovaciones, se hace hincapié en el uso seguro y apropiado de los datos de salud, no solo para mejorar los resultados sanitarios, sino para garantizar también la observación y la protección de los derechos de cada paciente. Los siete proyectos financiados por el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea y presentados en el número especial de este mes ofrecen una visión fugaz de las emocionantes innovaciones que podrían contribuir a definir lo que los sistemas europeos de salud ofrecerán a los pacientes y ciudadanos durante la próxima década y más allá. Aunque puede pasar algún tiempo antes de que estas innovaciones se integren más en nuestros sistemas sanitarios y los pacientes disfruten de ellas y de sus beneficios de primera mano, los científicos e investigadores que las impulsan tienen un objetivo final en mente: garantizar que todos los ciudadanos puedan beneficiarse de una vida más sana y plena a medida que nos adentramos con decisión en un mundo feliz pos-COVID. Le animamos a que nos comunique su opinión. Puede remitir preguntas o sugerencias a: editorial@cordis.europa.eu.

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