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Punishment as Communication: Transgressors’ Interpretation and Understanding of Punishment

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Hacia un paradigma más inclusivo y eficaz para mejorar la justicia penal

Todos tenemos experiencia en «castigar» o «ser castigados»: desde ser regañados por nuestros padres por mal comportamiento, hasta repartir nuestras propias reprimendas. En una investigación financiada con fondos europeos se estudió la forma en que el infractor percibe los castigos, con importantes conclusiones para los sistemas de justicia penal.

El castigo, como tema de estudio académico, abarca diferentes ámbitos científicos, y gran parte de las investigaciones se centran en el acto de castigarse a uno mismo. Sin embargo, hasta la fecha no se sabe mucho sobre cómo perciben y entienden su castigo los infractores. En el proyecto PUNISH, que se llevó a cabo con el apoyo del programa de Acciones Marie Skłodowska-Curie, se abordó esta cuestión mediante el estudio del concepto de castigo como una interacción social, en la que la persona que impone el castigo «comunica» un mensaje al infractor.

La forma en que los infractores entienden los motivos de quien impone el castigo

El equipo del proyecto utilizó un marco teórico interdisciplinar para crear una taxonomía básica que sirve para clasificar cinco tipos de motivos de castigo: los orientados a las relaciones (con el fin de restablecer la relación entre los infractores y la sociedad), los orientados al daño (destinados a hacer sufrir al infractor), los orientados al que impone el castigo (cuyo objetivo es beneficiar a la persona castiga), los orientados a la víctima (con el fin de atender sus necesidades) y los orientados a la sociedad (cuyo propósito es generar un beneficio para toda la sociedad). Después, el equipo de la investigación llevó a cabo dos estudios experimentales para comprobar cómo perciben los infractores los motivos del castigo, es decir, por qué creen que se les castiga. En primer lugar, los investigadores realizaron un estudio en línea utilizando una estructura de viñetas hipotética, un método común en psicología social. «Se solicitó a los participantes que se imaginaran en una situación en la que sus jefes les castigaran por robar dinero, y comprobamos si la forma en que se les comunicaba el castigo (respetuosa o irrespetuosamente) influía en las atribuciones de los motivos y en las actitudes», indica el coordinador del proyecto Mario Gollwitzer. En el segundo estudio —un juego de laboratorio, empleado en economía conductual— los participantes trabajaron en pequeños equipos con el fin de maximizar un recurso compartido. Podían optar por actuar de manera egoísta conservando más puntos del juego para ellos mismos o por actuar de manera cooperativa aportando más puntos al interés común (un fondo común de puntos). Un jugador con el rol de árbitro castigaba a los jugadores egoístas. Los resultados de ambos experimentos demostraron que el castigo comunicado de forma interpersonal y respetuosa aumentaba la probabilidad de que los infractores lo atribuyeran a motivos orientados a las relaciones, es decir, a un motivo con un efecto constructivo en el infractor. Cabe destacar que las atribuciones de los motivos de los infractores tuvieron efectos de continuidad: la interpretación del castigo como orientado a las relaciones aumentó la percepción de legitimidad y la motivación para el cambio. En cambio, cuando los infractores creían que estaban siendo castigados por motivos orientados al daño o a la persona que impone el castigo (por ejemplo, motivos por interés propio o rencor por parte del que castiga), respondían a la defensiva, y manifestaban hostilidad hacia el castigo y la persona que lo imponía, así como una menor disposición al cambio.

Del campo experimental a la aplicación en el mundo real

Los resultados del proyecto constituyen una contribución importante a los estudios sobre el castigo, ya que muestran que la propia interpretación del infractor del mensaje implícito en su castigo importa más de lo que se esperaba hasta ahora. Gollwitzer continúa: «En concreto, nuestros resultados indican que los infractores son sensibles a las dimensiones interpersonales o relacionales del castigo. El motivo que atribuyen a la persona que impone el castigo influye en sus reacciones y, por lo tanto, en la eficacia de las sanciones para cambiar las actitudes y, potencialmente, el comportamiento». La investigadora del proyecto, Melissa de Vel-Palumbo, explica además que este hallazgo tiene implicaciones importantes para los sistemas sancionadores: «Las autoridades deben transmitir a los infractores que los castigan, no para dañarlos o humillarlos, sino más bien de una manera inclusiva que comunique una oportunidad de reparar la relación quebrantada por el delito». Por ello, el siguiente propósito de los investigadores es llevar a cabo una investigación sobre el terreno para comprobar si los resultados son válidos en un contexto de justicia penal del mundo real y si pueden ayudar a las autoridades a comunicar el castigo de manera que sirva para mejorar la justicia.

Palabras clave

PUNISH, infractor, castigo, motivos, justicia, conducta, comunicación

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