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La tecnología personal innovadora puede ayudar a la gente a gestionar sus trastornos afectivos

Es fantástico llevar un reloj o una pulsera inteligente que nos informe de nuestra frecuencia cardíaca o nuestro nivel de estrés. Con todo, para las personas con trastornos afectivos graves, no son de gran ayuda. El proyecto AffecTech ha diseñado un conjunto de tecnologías ponibles que no solo los avisa, sino que además les permite tomar contramedidas adecuadas si se producen episodios.

Ahora que empezamos a saborear la primavera y estamos más cerca de una vacunación generalizada contra la COVID-19, también es momento de mirar atrás y hacer balance de cómo afectó el confinamiento hace casi un año a los ciudadanos europeos. Más allá de las muchas bancarrotas, los empleos perdidos y, en algunos casos, la pérdida de seres queridos, se materializa una tendencia clara: el aislamiento y la falta de contacto humano están causando un distrés psicológico inmenso y los trastornos afectivos son ahora omnipresentes. Corina Sas, de la Universidad de Lancaster, estaba convencida de la necesidad de abordar este problema mucho antes de que apareciera la COVID-19. Cuando se inició el proyecto AffecTech (Personal Technologies for Affective Health) en 2017, la investigadora avisó de que el estrés, la depresión y los trastornos bipolares serían algunas de las mayores causas de enfermedades en 2020. Sin embargo, ella y sus socios también estaban convencidos de que las tecnologías sanitarias personales podían ser de ayuda. El consorcio AffecTech ha pasado los últimos cuatro años trabajando en dispositivos ponibles nuevos y de bajo coste para ayudar a las personas con esas enfermedades. Su objetivo es dar el salto de las tecnologías de monitorización, como los relojes y pulseras inteligentes, a alternativas que puedan ayudar a los pacientes a autogestionar su trastorno.

¿Por qué exactamente sintió la necesidad de trabajar en tecnologías relacionadas con los trastornos afectivos? ¿Cuáles eran los principales problemas que quería solucionar con este proyecto?

Corina Sas: El valor de las tecnologías para la salud mental no es nuevo. De hecho, hace mucho que lo reconocen los sitios web de autoayuda, los sistemas de terapia de comportamiento cognitiva informatizada, o los sistemas de realidad virtual para exposición a la ansiedad en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Hace unos veinte años, vimos cómo los sistemas sanitarios personales cambiaban de intervenciones basadas en ordenadores a la monitorización fisiológica, utilizada en su mayoría para la gestión de las enfermedades cardíacas o la diabetes. No obstante, la monitorización fisiológica a través de biosensores, como los que miden la respuesta galvánica de la piel o la frecuencia cardíaca, también puede utilizarse para captar respuestas emocionales. Las tecnologías que usamos a diario se han hecho cada vez más potentes: nuestros teléfonos o relojes inteligentes pueden, por ejemplo, captar datos biológicos asociados con nuestras experiencias emocionales, lo que ofrece posibilidades para los trastornos afectivos. Solo tenemos que descubrir cómo avanzar desde la monitorización de las respuestas emocionales hacia su gestión activa. En esto se centra precisamente el proyecto AffecTech: en diseñar y desarrollar nuevas tecnologías personales que den a las personas la capacidad de no solo monitorizar sus emociones, sino también de comprenderlas y, lo que es más importante, de aprender a controlar las respuestas emocionales de maneras adaptativas.

¿Puede hablarnos acerca de las tecnologías que han desarrollado? ¿Qué las hace especialmente innovadoras?

Hemos desarrollado una gama de tecnologías como prototipos de investigación. Algunos ejemplos incluyen dispositivos ponibles para llevarse en la muñeca que tienen biosensores que miden la transpiración, o la frecuencia cardíaca, y están integrados con accionadores para proporcionar una retroalimentación biológica basada en la temperatura, la vibración o el color. Así, cuando las personas experimentan un aumento de su nivel de estrés, pueden ver o sentir en su piel esta información de inmediato, lo que les ayuda a ser conscientes de ello. También hemos estudiado y desarrollado interfaces que proporcionan esta retroalimentación biológica de una manera que ayuda a las personas a reducir su frecuencia cardíaca y calmarse. Estas tecnologías han sido reconocidas por el Radar de la Innovación de la Comisión Europea. Son innovadoras porque, como accionadores, utilizamos materiales inteligentes de bajo coste, por ejemplo las pinturas termocrómicas, que las personas pueden montar ellas mismas para crear interfaces afectivas personalizadas. Otro ejemplo son los dispositivos ponibles que integran sensores de electroencefalogramas (EEG) con retroalimentación biológica basada en la temperatura o en vibraciones sutiles para respaldar el entrenamiento de la conciencia plena. La novedad de esta tecnología reside en la elección de accionadores hápticos y en el diseño de la neurorretroalimentación, basado en metáforas corporales de estados meditativos. Otra tecnología de neurorretroalimentación es nuestro prototipo Anima, que integra dos tablas y sensores de EEG para proporcionar una retroalimentación visual sutil sobre estados de meditación.

¿Podría darnos uno o dos ejemplos de casos de uso concretos para los pacientes?

Todos nuestros prototipos están diseñados para utilizarse en la vida diaria, por ejemplo durante conversaciones con mucha carga emocional, reuniones o actividades complicadas. La idea es informar a la persona de forma sutil de sus sentimientos y ayudarla a calmarse a través de vibraciones rítmicas. También pueden utilizarse durante descansos cortos, para sesiones breves de meditación con neurorretroalimentación basada en la temperatura sobre el cuerpo para ayudar a devolver la atención al momento presente.

¿Cómo han actuado para probar estas tecnologías y cuáles han sido los resultados?

Nuestros prototipos de investigación han sido evaluados a través de estudios a pequeña escala, y estamos planeando estudios de gran tamaño con personas que conviven con trastornos afectivos. Los descubrimientos iniciales confirman su valor a la hora de aumentar la conciencia emocional de los usuarios, junto con un compromiso fuerte con estas tecnologías.

Si mira hacia atrás, ¿cuáles diría que son los mayores logros del proyecto?

Aparte de la gama de tecnologías que hemos estudiado, diseñado y desarrollado, otro gran logro es la magnífica calidad de nuestras publicaciones académicas. A lo largo de sus cuatro años, el proyecto ha redactado 129 publicaciones académicas, que incluyen 43 artículos científicos en revistas de alto impacto, como «Nature», «JMIR», el «Journal of Anxiety Disorders» y «Systematic Reviews». El consorcio también ha publicado diecisiete artículos en congresos sobre materiales que contienen asbesto, como la Conferencia sobre factores humanos en los sistemas de computación (CHI) con once artículos científicos, y «Designing Interactive Systems» (Diseño de sistemas interactivos) con seis artículos científicos. Seis de esos diecisiete artículos científicos han recibido menciones honoríficas. Las tecnologías de AffecTech fueron reconocidas con el premio Radar de la Innovación de la Comisión. También tenemos una solicitud de patente con Philips Research: un método y sistema para evaluar la gravedad de la depresión a través de resonancias magnéticas junto con sesgos perceptivos en las expresiones faciales. Otro resultado positivo del proyecto es su difusión, muy satisfactoria, y su estrategia de comunicación. Alcanzamos a más de 14,25 millones de personas a través de medios de radiodifusión, impresos y en línea en el Reino Unido, Europa y el resto del mundo.

El proyecto terminará pronto. ¿Cuáles son sus planes para después?

Queremos asociarnos con empresas e inversores interesados que puedan ayudarnos a llevar nuestros prototipos a la siguiente fase necesaria para el mercado.

Palabras clave

AffecTech, reloj inteligente, pulsera inteligente, tecnología sanitaria personal, trastornos afectivos, estrés, depresión, terapia de comportamiento, dispositivo posible, retroalimentación biológica, sensores