De Sócrates a la ciencia moderna: nuevas perspectivas de la filosofía europea
«La respuesta definitiva al sentido de la vida, el universo y todo lo demás es 42» («Guía del autoestopista galáctico»).
Entonces, ¿por qué se enseña filosofía? La filosofía es la base del pensamiento crítico, una facultad absolutamente esencial en muchas de las profesiones que actualmente conforman la «economía del conocimiento». Y, de hecho, aunque nuestra sociedad posmoderna y posindustrial sea muy diferente de las antiguas civilizaciones que cultivaron a Platón y Aristóteles, la naturaleza fundamental de la filosofía y su valor para nosotros, como seres humanos, son los mismos ahora que entonces. La filosofía es esencialmente la forma humana de plantear las «grandes» preguntas sobre la vida y la existencia y de trabajar para darles respuesta. ¿Qué es la justicia? ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es una buena vida? ¿Cuál es la sociedad ideal? ¿Qué somos nosotros, en realidad? Todas estas cuestiones son tan pertinentes ahora como lo eran en la Antigüedad. Se puede argumentar que estas preguntas no tienen sentido, porque nunca podremos llegar a una respuesta concluyente, al menos no del modo en que los científicos plantean hipótesis fundamentadas, llevan a cabo experimentos y llegan a una conclusión. Sin embargo, el objetivo de la filosofía no es ese. De hecho, la ciencia es increíblemente importante (es la columna vertebral de toda esta revista, claro está) y nos basamos en gran medida en la ciencia y el método científico para entender nuestro mundo y avanzar en nuestras capacidades tecnológicas. En vista de los enormes desafíos que se avecinan para toda la humanidad, como la lucha contra el cambio climático, la ciencia es sin duda vital para nuestra supervivencia como especie. No obstante, eso no niega lo que la filosofía puede aportar. La filosofía nos ayuda a hacer evolucionar nuestra moral, nuestros valores, y a comprender por qué dar preferencia a la felicidad humana en vez de a la miseria humana no forma parte solo de nuestro interés material, sino que es sustancialmente correcto. En resumen, la ciencia no tiene todas las respuestas: puede ayudarnos a entender cómo funciona el universo, pero no puede decirnos cuál es nuestro lugar en el universo ni qué significa en realidad llevar una vida «que merezca la pena». Ese es el ámbito de la filosofía. La filosofía en sí es una disciplina altamente polifacética, que abarca desde la filosofía política hasta la metafísica, pasando por la lógica y las matemáticas, la filosofía del lenguaje y la lingüística y, sí, también la filosofía de la ciencia. En esencia, la filosofía es la disciplina de absolutamente todo: se extiende y deja su huella en todas las demás disciplinas académicas. Sea cual sea nuestra profesión y nuestro lugar de residencia, todos los días interactuamos con ideas filosóficas, casi siempre sin darnos cuenta. La filosofía es el motor de nuestra humanidad. En el marco del programa Horizonte 2020, en los proyectos financiados con fondos europeos, los grandes consorcios multinacionales compuestos por varias organizaciones importantes son la estructura más frecuente. Naturalmente, no es el caso de las iniciativas financiadas por la Unión Europea que se centran en la filosofía. Sin embargo, Horizonte 2020 financia a investigadores individuales prometedores y apasionados por la disciplina de la filosofía, habitualmente a través de las subvenciones del Consejo Europeo de Investigación (CEI) y de las becas individuales de las Acciones Marie Skłodowska-Curie. En este número especial de Research*eu, aunque no podemos dar respuesta a la pregunta definitiva sobre la vida, el universo y todo lo demás, sí podemos dar a conocer a siete de esos investigadores de talento y su trabajo. Le animamos a que nos comunique su opinión. Puede remitir sus preguntas o sugerencias a editorial@cordis.europa.eu.