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Descifrar las múltiples finalidades del lenguaje

A veces, el lenguaje nos da más información sobre las intenciones y el estado de ánimo de la persona que habla que el tipo de sociedad en la que vivimos. El proyecto Language Use se basa en esta observación para ofrecer una nueva propuesta metasemántica.

En su afán por estudiar los fundamentos del significado, la metasemántica (rama de la filosofía de la lingüística y la metafísica) define esencialmente el lenguaje como medio de cooperación. Pero ¿es eso realmente todo? Sin duda, el lenguaje contribuyó en gran medida al ascenso de la humanidad y tuvo un papel fundamental en la organización de nuestras sociedades increíblemente complejas. Cuando los trabajos de sus predecesores despertaron su interés, Jessica Keiser, de la www.leeds.ac.uk (Universidad de Leeds), se dio cuenta de que se habían ignorado durante largo tiempo las muchas otras funciones del lenguaje. Con el proyecto Language Use (Languages and Language Use), la beneficiaria de una beca individual de investigación de las Acciones Marie Skłodowska-Curie aspiraba a apartarse de los enfoques existentes de metasemántica y estudiar la relación entre el lenguaje y las acciones y el estado mental de sus usuarios. A pocos meses de la finalización del proyecto, Keiser accedió a hablar de su trabajo y sus hallazgos.

Su proyecto cuestiona la idea de que el lenguaje se base en una convención para intercambiar información cooperativa. ¿Por qué? ¿Qué problemas plantea?

Jessica Keiser: Esta idea es problemática, ya que ignora muchos usos del lenguaje que son omnipresentes. Por ejemplo, el uso del lenguaje no siempre es cooperativo. A menudo recurrimos a él estratégicamente con fines conflictivos, ya sea en debates políticos o incluso con nuestros hijos y parejas. Incluso cuando el lenguaje sí es cooperativo, no siempre se utiliza para intercambiar información. Podemos usarlo para contar historias, hacer bromas, socializar, llevar a cabo rituales, etc.

¿Cómo consiguió identificar estos problemas?

Durante mis estudios de posgrado, me encontré por primera vez con la literatura estándar sobre las convenciones lingüísticas. La historia ortodoxa es que utilizamos el lenguaje para intercambiar información en una misión conjunta de aprender sobre el mundo. La idea es que todo el mundo expone verdades y espera que los demás hagan lo mismo. Esta suposición me pareció de inmediato contraria a mi experiencia con el mundo. No clasificaría la mayor parte de mis interacciones lingüísticas como destinadas a intercambiar información y, desde luego, no doy por sentado que su función predeterminada sea afirmar solo verdades y esperar lo mismo de los demás. Esta constatación me empujó a querer entender qué había llevado a los teóricos y filósofos tradicionales a concebir el lenguaje de ese modo y dónde se equivocaban exactamente.

¿Cómo procedió a estudiar la relación entre el lenguaje y las acciones/el estado mental, y qué hace que su enfoque sea especialmente innovador?

Me fijé en los aspectos comunes a todos los usos del lenguaje. Mi enfoque es diferente, ya que no se alimenta de una concepción particular de la función del lenguaje. Creo que los teóricos tradicionales se equivocaron al partir de la suposición de que el lenguaje se utiliza para el intercambio cooperativo de información y luego construir su teoría en torno a esa suposición. En realidad, se trata de una concepción del lenguaje bastante pobre y cientificista, que ignora lo que sucede en el mundo real. Yo trato más bien de observar el uso del lenguaje tal y como es, para luego desarrollar una concepción de su función.

¿Cuáles son los hallazgos más importantes del proyecto hasta ahora?

Mi hipótesis es que una característica común y fundamental del uso del lenguaje es dirigir la atención. El objetivo principal de la comunicación lingüística es dirigir la atención de los demás hacia un contenido específico, pero podemos hacerlo con una infinidad de finalidades distintas en mente. Podemos, como asumían los teóricos tradicionales, dirigir la atención del público con la finalidad de intercambiar información. Sin embargo, también podemos querer dirigir su atención hacia algo con el fin de divertirlos, por ejemplo, o incluso para engañarlos o manipularlos.

¿Qué le queda por lograr antes de que finalice el proyecto?

Tengo que seguir investigando sobre la naturaleza de la atención. En particular, me interesa la cuestión de si la atención es siempre consciente. No creo que, cuando nos comunicamos en el plano lingüístico, queramos siempre dirigir la atención de nuestro público hacia algo concreto de forma consciente. A veces, solamente queremos que sepan que algo existe en una especie de nivel subconsciente. Un ejemplo concreto es cuando los políticos utilizan la política de silbato de perro y la propaganda xenófobas. Si al final determino que la atención debe ser necesariamente consciente, tendré que apelar a un estado mental más débil, similar a la atención, que no sea consciente, al menos en algunos casos.

Si consigue plantear una propuesta metasemántica novedosa, ¿cuál espera que sea su impacto a largo plazo sobre la comprensión del lenguaje?

Espero ofrecer un marco para reflexionar sobre la naturaleza y la función del lenguaje más allá del intercambio cooperativo de información. Si lo logro, espero que permita ampliar el alcance de la investigación y la comprensión a una gama más amplia y diversa de fenómenos lingüísticos. En última instancia, mi intención es que pueda aplicarse a proyectos meliorativos. Por ejemplo, cuanto más comprendamos los mecanismos que subyacen a los usos opresivos del lenguaje, mejor posicionados estaremos para atenuarlos.

Palabras clave

Language Use, metasemántica, filosofía, comunicación