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Participatory science toolkit against pollution

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Un modelo basado en cursos intensivos para agilizar la ciencia comunitaria

Un programa innovador de formación y asesoría ha capacitado a las personas que participan en dieciséis iniciativas de ciencia ciudadana en toda Europa explicando a los organizadores cómo apoyar este tipo de proyectos.

La ciencia ciudadana existe desde hace mucho tiempo. Tal y como explica la coordinadora del proyecto ACTION (Participatory science toolkit against pollution), Elena Simperl, del King’s College de Londres (el Reino Unido): «Muchas de las personas de hace siglos, que hoy llamaríamos científicos, no tenían una educación formal en las áreas en las que investigaban. Simplemente tenían interés y eran curiosos, y disponían de medios para aprender por sí mismos y experimentar». Un elemento clave que ha cambiado, señala Simperl, es la tecnología. El mundo digital ha aumentado drásticamente la capacidad de los ciudadanos para contribuir a los esfuerzos científicos, por ejemplo, grabando y cargando los hallazgos en teléfonos inteligentes. Puede tratarse de vigilar la calidad del aire o de buscar fenómenos astronómicos específicos en imágenes vía satélite. «Como informática, siempre me ha interesado cómo se puede utilizar la tecnología tanto para llegar a la gente como para la divulgación científica —comenta Simperl—. Sin embargo, empecé a darme cuenta de que no existe una solución única para el tipo de apoyo tecnológico que necesitan los proyectos de ciencia ciudadana. Hay todo un espectro de necesidades».

Agilizar la ciencia ciudadana

El objetivo del proyecto ACTION, de tres años de duración y financiado con fondos europeos, era aplicar el concepto de «bootcamp» —un programa intensivo de seis meses de apoyo interdisciplinario popular en las comunidades empresariales o tecnológicas— a las iniciativas de ciencia ciudadana. Se seleccionaron unas dieciséis iniciativas de toda Europa, cada una de ellas centrada en un tipo de contaminación, incluidas la lumínica, la hídrica, la acústica, la atmosférica y la del suelo. Para ofrecer la posibilidad de participar en su programa a un amplio abanico de partes interesadas, ACTION presentó dos convocatorias públicas muy competitivas para iniciativas a pequeña escala y, como resultado, la financiación de la Comisión llegó a los seleccionados. El elemento central del proyecto era el acelerador ACTION, un programa a medida desarrollado por los socios del proyecto para proporcionar a cada iniciativa seleccionada financiación, formación, asesoramiento y acceso a herramientas digitales. «Al mismo tiempo, queríamos que estas personas nos explicasen cómo las tecnologías digitales pueden respaldar mejor este tipo de trabajo. En concreto, cómo apoyar las colaboraciones y las iniciativas de inteligencia colectiva con voluntarios, científicos y comunidades locales», añade Simperl. El acelerador consiguió ayudar a los proyectos de diversas maneras. Por ejemplo, en la iniciativa Street Spectra se pretendía mapear y caracterizar las fuentes de alumbrado público de todo el mundo. Después, los astrofísicos podrían utilizar estos datos para obtener más información sobre el efecto del alumbrado público urbano en el medio ambiente. El acelerador ACTION consiguió abordar los retos técnicos, destacar la necesidad de lograr una mayor cobertura de datos y sensibilizar sobre los posibles problemas de confidencialidad de los datos, como el riesgo de que los voluntarios envíen involuntariamente información sobre su ubicación o sus movimientos al cargar los datos. «Este es solo un ejemplo de cómo trabajamos para ayudar a las iniciativas —señala Simperl—. Las distintas iniciativas requerían diferentes tipos de compromiso». Otro proyecto al que el acelerador ACTION ayudó fue un experimento italiano para medir la capacidad de los árboles de absorber la contaminación atmosférica en el que los ciudadanos recogen datos de sensores innovadores colocados por los bosques urbanos. Además, en Portugal, se realizó un ejercicio de mapeo del uso de plaguicidas y fertilizantes en la agricultura y jardinería domésticas. Alrededor de mil doscientos ciudadanos voluntarios participaron en las dieciséis iniciativas y enviaron casi doscientas cuarenta y cinco mil fotografías y siete mil seiscientos archivos de audio.

Aprovechar el poder de las personas

Los hallazgos del proyecto se recogen en un juego de herramientas de ciencia ciudadana de libre acceso para ayudar a los académicos a diseñar y llevar a cabo proyectos de ciencia ciudadana en los que las tecnologías disponibles se utilicen de la mejor forma posible. A Simperl también le gustaría ver más trabajos de investigación centrados en el uso de herramientas digitales para ampliar los proyectos de ciencia ciudadana y formar más equipos en este ámbito. «Me consta que hay miles de iniciativas que podrían beneficiarse de esto», concluye.

Palabras clave

ACTION, ciudadanos, curso intensivo, contaminación, luz, teléfono inteligente, astrofísicos

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