Otro pequeño paso: Una nueva era en la exploración del sistema solar
«El propósito de la vida es contemplar el Sol, la Luna y el cielo», Anaxágoras, antiguo filósofo griego
En febrero de 2021, la NASA aterrizó con éxito su róver Perseverance en la superficie de Marte y, en abril, su helicóptero Ingenuity fue el primer aparato fabricado por el hombre que sobrevoló la superficie del planeta rojo. Para no quedarse al margen, en mayo, China también aterrizó su róver Zhurong en Marte. Incluso los Emiratos Árabes Unidos pusieron un satélite en la órbita del planeta rojo. Sobra decir que Marte es posiblemente el mayor destino turístico de la humanidad para 2021. Cerca de casa, SpaceX hizo historia recientemente al transportar a un equipo de astronautas a la Estación Espacial Internacional, lo que constituye la primera vez que se confía la realización del viaje a una empresa privada. Además, esto pone de manifiesto cómo la exploración espacial ya no es meramente un dominio exclusivo de los gobiernos poderosos, sino también un próspero sector comercial espacial. A finales de este año, la misión BepiColombo, una misión conjunta entre las agencias espaciales europea y japonesa, alcanzará el objetivo previsto de Mercurio, un planeta del que todavía sabemos relativamente poco. Finalmente, se están desarrollando con mucho fervor los planes para el regreso del ser humano a la Luna durante esta década bajo el programa Artemis de la NASA. Tanto estos hitos como los proyectos previstos son solo la punta del iceberg. Y, por supuesto, Europa no se queda de brazos cruzados mientras el resto del mundo redescubre sus capacidades espaciales. Recientemente, la Agencia Espacial Europea (AEE) puso en marcha su Agenda 2025, en la que se expone cómo puede Europa desempeñar plenamente su papel en la exploración espacial y reclamar la parte que le corresponde de una economía espacial mundial pujante. En lo que respecta específicamente a la exploración del sistema solar, en la Agenda 2025 se establece de forma ambiciosa que la AEE se esforzará por enviar al primer europeo a la Luna a finales de la década de 2020, así como por determinar el papel de Europa en la exploración humana de Marte. Estas ambiciones se verán respaldadas por las investigaciones llevadas a cabo por astrónomos europeos entusiastas y de gran talento, muchos de los cuales están financiados a través del programa Horizonte 2020 de la UE. De hecho, no es necesario ser un astronauta, un róver o una sonda robotizada para contribuir a la exploración de nuestro sistema solar, ya que gran parte del trabajo de campo se hace aquí abajo en la Tierra. En el número de este año dedicado al espacio, conocemos siete proyectos financiados con fondos europeos que contribuyen a las ambiciones espaciales de Europa, tales como la creación de un róver lunar realmente de alta tecnología, los esfuerzos para elaborar mapas más detallados y exhaustivos de Marte, Mercurio y la Luna y descubrir si las condiciones para la vida son posibles en otros lugares de nuestro sistema solar, como en Titán, una de las tantas lunas de Saturno. Quizás para 2030 podremos mirar hacia atrás y contar el trabajo antes mencionado, y no solo haber vencido una pandemia implacable, como nuestro mayor logro científico de la década. También podremos celebrar que una nueva generación de astronautas llegaron a la Luna y tal vez, solo tal vez, que una tripulación valiente está próxima a saludar en persona al planeta rojo. Le animamos a que nos comunique su opinión. Puede remitir sus preguntas o sugerencias a editorial@cordis.europa.eu.