Robótica para controlar con precisión la producción de uva en viñedos europeos
Los métodos empleados actualmente para controlar el crecimiento y la maduración de las uvas para su vendimia no ofrecen la información más fiable y útil para los viticultores. Los métodos manuales son laboriosos y arduos, por lo que no se utilizan con regularidad. La precisión es fundamental a fin de mantener la gran calidad de los vinos europeos y garantizar que la Unión Europea (UE) siga siendo el primer productor mundial de vino. Actualmente, la UE alberga el 45 % de la superficie vitivinícola del mundo y es responsable del 70 % de las exportaciones. El agua es igualmente importante para la calidad de la uva. Según la Unesco, la agricultura es, con diferencia, el mayor consumidor de agua dulce y es responsable del 70 % de las extracciones de agua dulce de ríos, lagos y acuíferos. Dado este elevado porcentaje, «se requiere un enfoque circular y sostenible para optimizar el uso del agua, pero actualmente esto es difícil porque no existe un método eficaz para calcular el estado hídrico (y, por tanto, las necesidades reales) de las vides», explica Francisco Rovira-Más, coordinador del proyecto VineScout.
Robots en los viñedos
El equipo del proyecto VineScout, financiado con fondos europeos, desarrolló satisfactoriamente el concepto de un robot de vigilancia de viñedos, que constituye una tecnología eficaz para supervisar el estado hídrico y el vigor del dosel de las vides. El robot VineScout ha permitido automatizar esta tarea mediante la combinación de sensores de variables ambientales y del cultivo que pueden realizar cálculos al instante sin tocar las vides. El robot recopila los datos «in situ» a menos de un metro de las vides, lo que permite obtener datos más fiables y precisos. Varios sensores de variables del cultivo registran la temperatura del dosel e información multiespectral georreferenciada de las vides y, después, se elaboran mapas de la temperatura del dosel y el crecimiento vegetativo mediante el cálculo de índices vegetativos. Posteriormente, los datos se transfieren al viticultor, que supervisa el estado y las necesidades del viñedo y toma decisiones sobre el mejor momento para regar, aplicar tratamientos o seleccionar diferentes zonas para vendimiar de manera más eficiente. En la práctica, el el robot cartografía el campo. «Hemos pasado de treinta mediciones a más de veinte mil para el mismo viñedo. Los datos masivos posibilitan el empleo de técnicas de datos masivos y la aplicación eficaz de algoritmos de inteligencia artificial que, en último término, nos permitirán comprender fenómenos tan complejos como la resistencia al estrés hídrico y el crecimiento de las plantas en un supuesto de cambio climático», comenta Rovira-Más.
Mirar al futuro de la viticultura
Desarrollar este concepto robótico con un sistema de navegación que no requiere ningún mapeo pregrabado y un sistema de propulsión alimentado por energía renovable constituyó todo un logro creativo. El equipo ha presentado asimismo una solicitud de patente europea sobre el algoritmo de navegación. «Creemos que esta tecnología puede ser la precursora de muchos otros robots agrícolas del futuro, ya que ha sido validada en viñedos durante muchas horas durante el proyecto», concluye Rovira-Más. Al haberse reducido el trabajo físico arduo gracias a la introducción de ordenadores y la automatización en los viñedos europeos, los viticultores no solo esperan contar con más jóvenes agricultores profesionales (menores de treinta y cinco años) en el campo, sino también con más mujeres como gestoras y emprendedoras de empresas agrícolas.
Palabras clave
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