Soluciones personalizadas para una agricultura que fomente la conservación del suelo en Europa
Una de las principales previsiones del informe «Agricultural outlook for 2019-2030» («Perspectivas agrícolas 2019-2030») de la Unión Europea (UE) es que el total de terreno agrícola se va a reducir en el próximo decenio. Esto se debe al aumento de la productividad, pero hace que surja una pregunta. Si estas áreas están en declive y las seguimos sobreutilizando, ¿llegará el momento en que las habremos agotado hasta un nivel irremediable? Con el fin de evitar esto, el proyecto SOILCARE (Soil Care for profitable and sustainable crop production in Europe) ha estado analizando opciones para mantener la competitividad de la agricultura en Europa y, a la vez, reducir su impacto en el medio ambiente. «El deseo cada vez más generalizado entre los europeos es el de obtener alimentos de calidad sin sacrificar el medio ambiente, y el cambio climático respalda esta necesidad. Se trata de crear productos sostenibles, proteger los suelos y mantener la rentabilidad», explica Rudi Hessel, investigador especializado en erosión del terreno en Wageningen Environmental Research y coordinador del proyecto. El equipo del proyecto logra el delicado equilibrio entre todos estos factores gracias a un nuevo concepto: los sistemas de cultivo para la mejora del suelo (SICS, por sus siglas en inglés). El concepto no es nuevo solo porque tenga en cuenta tanto la sostenibilidad como la rentabilidad, sino también por la manera de entender estos factores. Según Hessel, la rentabilidad no consiste tan solo en volúmenes de producción. «Entendemos la rentabilidad como un equilibrio entre los costes y los ingresos. Por lo tanto, si se reducen los costes —por ejemplo, al usar menos fertilizantes y productos químicos—, la rentabilidad puede seguir siendo positiva aunque los niveles de producción bajen un poco». Este es un aspecto esencial, ya que las anteriores estrategias de cambio a métodos más sostenibles han supuesto con frecuencia una productividad más baja. Aunque Europa se pueda permitir un ligero descenso en la producción agrícola, esto no se puede llevar a cabo a costa de agricultores que necesitan obtener un mejor precio por productos de mayor calidad. «No queríamos limitar nuestro análisis de costes a factores monetizables. Más bien, los llevamos a toda la sociedad, ya que los métodos de producción afectan de diversas maneras a los servicios de diferentes ecosistemas. Estos no se encuentran solo en la propia tierra, sino también en otros lugares», comenta Hessel. En lo referente a la sostenibilidad, SOILCARE emplea lo que el equipo denomina un «enfoque totalmente integral». En este sentido, resulta evidente que la sostenibilidad biofísica es importante, pero también lo son los factores económicos, sociales y políticos.
SICS para todos
Puesto que cada país tiene sus propias características socioeconómicas y climáticas, el equipo del proyecto seleccionó dieciséis lugares de estudio en Europa para identificar SICS con potencial. Estos SICS tienen en cuenta métodos ya disponibles, como los cultivos que mejoran el suelo, la fertilización, la gestión de la labranza y las soluciones para evitar la compactación del terreno. Por ejemplo, en Noruega, el equipo ha probado métodos de descompactación biológica, mezclas de plantas para cultivos de cobertura y agricultura de precisión. Aunque el trabajo en estos dieciséis lugares aún no ha terminado, ya se ha desarrollado una metodología para supervisar y evaluar los SICS adoptados. El consorcio también puso en marcha un profundo análisis del impacto de las políticas en la adopción y la aplicación de los SICS. Para agosto de 2021, la fecha de finalización de SOILCARE, las partes interesadas podrán disponer de una herramienta interactiva para identificar el mejor SICS en función de sus necesidades específicas. «La herramienta combinará un modelo de uso del terreno con un modelo biofísico. Los usuarios también pueden simular los efectos de las políticas. Estamos desarrollando mapas que muestran dónde sería adecuado e interesante aplicar una categoría particular de SICS. Estos mapas se introducen en el modelo y, a continuación, en función de las circunstancias locales, la herramienta ofrece sugerencias sobre las categorías de SICS más prometedoras», añade Hessel. Para cerrar el círculo, los investigadores también están preparando un «Informe sobre la selección de políticas alternativas positivas» en el ámbito de la UE y de los lugares de estudio. Ya se han publicado tres resúmenes de políticas y Hessel espera que las recomendaciones del proyecto en este sentido contribuyan tanto al desarrollo de políticas que fomenten la adopción de SICS como al éxito de otras iniciativas de la UE en materia del suelo.
Palabras clave
SOILCARE, cambio climático, uso del suelo, agricultura, sostenibilidad, SICS, mejora del suelo, sistemas de cultivo