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Evolución: según el cristal con el que se mire

¿Cuáles son los rasgos faciales en los que nos fijamos para distinguir las caras conocidas de las que no lo son? No resulta del todo sorprendente que sean los ojos lo primero en lo que nos fijamos para reconocer la cara de una persona. Sin embargo, lo que sí es sorprendente es...

¿Cuáles son los rasgos faciales en los que nos fijamos para distinguir las caras conocidas de las que no lo son? No resulta del todo sorprendente que sean los ojos lo primero en lo que nos fijamos para reconocer la cara de una persona. Sin embargo, lo que sí es sorprendente es que nuestros amigos los primates también lo hagan. Estudios realizados en el Instituto Max Planck de Cibernética Biológica de Alemania confirman que, al igual que los humanos, los monos rhesus emplean las mismas estrategias para reconocer a los miembros de la misma especie. Este descubrimiento aporta una pieza importante al viejo rompecabezas científico de la evolución humana. El naturalista Charles Darwin, posiblemente una de las personas que más ha contribuido a la ciencia, estudió las expresiones faciales de los monos en su afán por demostrar que todas las especies, incluidos los seres humanos, comparten los mismos antepasados. Desde entonces, los científicos han tratado de entender el grado de similitud existente entre los humanos y los monos, y en ocasiones descubren pruebas apasionantes que contribuyen a reducir las diferencias que separan levemente a los dos primates. Los resultados de este último estudio, publicados en Current Biology, demuestran que tanto los humanos como los monos rhesus miran sobre todo a los ojos de sus congéneres para procesar el reconocimiento facial. Asimismo, en lo que se refiere a los no congéneres, tanto humanos como monos desplazan la mirada de los ojos a otras partes del rostro. Esto también ocurre en ambas especies cuando se les muestra una imagen de un rostro de su misma especie invertido y que, por tanto, es más difícil de reconocer. Los dos autores principales del estudio, Christian Wallraven y Christoph Dahl, han demostrado que la estrategia del procesamiento por la que los seres humanos miran a los ojos solamente de otros seres humanos, y los monos únicamente a los ojos de otros monos, se produce a pesar de que ambas especies comparten rasgos faciales que son equiparables, como ojos, nariz y boca similares. Parece, pues, que los humanos son expertos en rostros de humanos, y que los monos son expertos en rostros de monos, y no en rostros de otras especies. «Esto quiere decir que las personas y los monos son aún más parecidos de lo que pensábamos», señaló el Dr. Dahl. Los resultados indican que los mismos mecanismos de percepción fueron utilizados durante la evolución en ambas especies y que la capacidad de procesar los rostros de los congéneres fue una estrategia muy importante que se heredó de una generación a otra. Para llegar a estas conclusiones, los científicos grabaron los movimientos de los ojos tanto de personas como de monos rhesus mientras se les mostraban rostros de las dos especies, ya fuera en sentido correcto o invertidos. Los rostros invertidos (boca abajo) se mostraban como control, ya que en el campo de la psicología perceptiva es bien sabido que los rostros invertidos son difíciles de reconocer y que la maquinaria habitual que procesa la información deja de funcionar.

Países

Alemania

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