¿De qué nos conocemos?
Tanto los humanos como los macacos son capaces de reconocer los rostros de amigos y animales de forma inmediata gracias a mecanismos de procesamiento holístico. Sin embargo, científicos de Alemania, Corea y Reino Unido han descubierto que estos mecanismos no son tan efectivos cuando las caras observadas se invierten y cuando se observa a otras especies. Sobre los descubrimientos del estudio se ha publicado un artículo en la revista Proceedings of the Royal Society Biological Sciences. El autor principal del estudio, el Dr. Christoph Dahl del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica (Alemania), explicó que los humanos nos acostumbramos a las caras de otra gente desde la más tierna infancia. «Aprendemos a reconocer las pequeñas diferencias que contribuyen a distinguir a los individuos», por ejemplo la nariz grande del padre o las cejas pobladas del tío. Los monos también son capaces de distinguir a cada miembro de su grupo de una forma similar a la de los humanos gracias al procesado de la información que reciben de forma directa del rostro de cada individuo. Pero esta capacidad común a humanos y monos sólo sirve para reconocer a individuos de la propia especie. El reconocimiento de coespecíficos (miembros de la misma especie) se consigue de un modo holístico en cierto sentido, es decir, procesando el rostro como un todo perceptual y no como una serie de características independientes. No obstante, rasgos faciales como la boca, la nariz y los ojos así como la proporción de la cara siguen siendo importantes. «A pesar de que en primer lugar nos fijamos en los ojos, nuestras funciones neuronales asimilan el rostro al completo», indicó el Dr. Dahl. En el estudio referido, los científicos utilizaron el llamado efecto Thatcher para estudiar los mecanismos del reconocimiento facial en macacos y humanos. El efecto Thatcher consiste en invertir los ojos y la boca en un retrato. La alteración de los rostros es obvia si se observa la imagen del derecho, pero apenas es distinguible si el rostro se invierte. «Los rostros en los que se han rotado 180 grados los ojos y la boca son grotescos sólo si se observan del derecho. Del revés es difícil reconocer las diferencias entre una cara normal y una con ojos y boca invertidas», explicó el Dr. Christian Wallraven de la Universidad de Corea, otro de los autores del estudio. En el experimento se mostraron a 22 humanos y 3 macacos rhesus 40 fotos digitales a color de rostros neutros de humanos y macacos rhesus. Estas caras se recortaron y se situaron sobre un fondo gris. Los estímulos habían sufrido dos manipulaciones: una foto con ojos y boca girados y puesta del derecho y otra simplemente puesta del derecho. Después ambas imágenes se giraron 180 grados. Los mecanismos de procesamiento holístico que poseen humanos y primates les permitieron detectar incluso los cambios más leves en las características faciales cuando los rostros se presentaron del derecho. Sin embargo, esta capacidad se vio considerablemente mermada cuando los rostros se mostraron del revés. Los científicos también descubrieron que los mecanismos no son completamente efectivos si se trata de rostros de otras especies, pues ni los humanos ni los macacos participantes en el estudio prestaron mucha atención a los rostros extremadamente grotescos de la otra especie. «Ha debido ser una ventaja evolutiva muy grande tanto para nosotros como para nuestros semejantes los monos el ser capaces de reconocer en concreto los rostros de nuestra especie y también desarrollar mecanismos de procesamiento similares», concluyó el Dr. Wallraven.
Países
Alemania, Corea del Sur, Reino Unido