Los sentimientos maternos de los macacos
Un nuevo estudio internacional realizado sobre el macaco rhesus hembra y el comportamiento que muestra hacia sus crías ha revelado que las madres de macacos se comportan con su progenie prácticamente igual a como lo hacen las madres humanas con sus bebés. Los descubrimientos, publicados en Internet en la revista Current Biology, ofrecen interesantes indicios sobre la evolución que ha seguido la relación entre las madres y sus crías. Las madres humanas tienen comportamientos característicos con sus hijos, como por ejemplo mecerles, mirarles fijamente, buscar y mantener el contacto visual, exagerar sus gestos, cambiar el tono de la voz, besarles y sonreírles. Ahora un equipo científico internacional ha descubierto que los macacos hembra emplean las mismas formas de comportamiento para relacionarse con sus crías, incluso los besos. Estos investigadores, procedentes de Italia y Estados Unidos, estudiaron el comportamiento de macacos hembra hacia sus crías durante los dos primeros meses de vida de éstas. Observaron una amplia gama de comportamientos en las hembras adultas de macaco similares a las que se observan en los progenitores humanos. Entre ellos, mirar a las crías con detenimiento hasta el punto de no observar nada más en la habitación, intentar establecer contacto visual sosteniendo la cabeza del pequeño y atrayéndola hacia su cara y chasquear los labios a modo de beso (comportamiento que después imitaba el pequeño). Además, al separar a las madres de sus crías, las primeras movían su cabeza en el campo de visión de los bebés con el fin de llamar su atención. Las crías de macaco también se mostraban receptivas hacia sus madres y sensibles a su voz, expresiones y movimientos. Al igual que los bebés humanos, también eran capaces de atraer la atención de sus madres y demostraron que están tan alertas a la interacción y las reacciones emocionales como los niños humanos. «Observación recíproca, imitación neonatal, gestos infantiles y gestos faciales exagerados de las madres son signos inequívocos de comunicación en macacos y humanos. Puede que incluso sean también signo de reconocimiento de las emociones e intenciones de sus semejantes.» «Durante años, estas capacidades se consideraron exclusivas de los humanos, aunque quizá compartidas hasta cierto punto con los chimpancés», informó el profesor Pier Francesco Ferrari de la Università degli Studi de Parma (Italia). Ahora esta noción deberá revisarse tras las averiguaciones realizadas por el equipo, pues sus resultados muestran que los macacos poseen un abanico de capacidades para la comunicación y el cuidado de sus crías desconocido hasta ahora. No obstante, el estudio puso de manifiesto un contraste interesante con el comportamiento humano maternal. La atención intensa prestada por las madres macaco a sus bebés desaparecía mucho antes que en los humanos, casi por completo para cuando las crías alcanzaban el mes de edad. El profesor Ferrari admitió que este punto es desconcertante, pero puntualizó que «se debe considerar que el desarrollo del macaco es mucho más rápido que el del humano. La capacidad motriz de un macaco de dos semanas de edad podría compararse a la de un niño humano [de 8 a 12 meses]. Por lo tanto, la independencia de la madre se produce muy pronto y durante el primer y segundo mes de vida las crías ya están más interesadas en relacionarse con otros macacos de su misma edad.» Esta investigación ofrece indicios interesantes sobre el origen del desarrollo humano de niño a adulto. Los investigadores concluyeron: «Nuestros registros demuestran que los humanos no son la única especie en la que se produce una comunicación emocional entre las madres y sus crías. Es más, podemos localizar el origen evolutivo de estos comportamientos considerados cruciales para el establecimiento de intercambios sociales de los macacos con sus semejantes.»
Países
Italia, Estados Unidos