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Cytogenetic biomarkers and human cancer risk

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Un sistema de alerta rápida contra el cáncer

El cálculo de la susceptibilidad personal de un individuo al cáncer puede ser de gran utilidad en la lucha contra esta enfermedad. Investigadores comunitarios han estudiado cambios en la estructura cromosómica en busca de biomarcadores citogenéticos.

La eficacia del tratamiento contra el cáncer puede depender en gran medida de que se haga un diagnóstico preciso y a tiempo. Una de las formas de conseguirlo es el cálculo previo de las probabilidades de desarrollar la enfermedad. A pesar de que la predisposición deducida a partir del historial familiar es un buen indicador, el empleo de biomarcadores aporta a médicos y pacientes una ventaja adicional que les permite decidir la terapia más adecuada. Los cambios en la estructura de los cromosomas pueden identificarse con facilidad en laboratorios que cuenten con equipo apropiado de tinción y microscopía. Tales cambios, denominados aberraciones cromosómicas (AC), pueden emplearse como biomarcadores. Las AC, aunque posean el material genético al completo, pueden provocar un caos genético en el sujeto y desembocar en el desarrollo de un cáncer. Esto hace pensar que los genes deben estar presentes no sólo en las cantidades adecuadas, sino también en las ubicaciones correctas. Gracias a la financiación aportada por la Unión Europea, los científicos del proyecto Cancerriskbiomarkers se propusieron determinar si las AC pueden representar factores de susceptibilidad individual y si guardan relación con el riesgo de desarrollar cáncer. También analizaron micronúcleos (MN) cuyo origen está en restos pequeños de cromosomas descartados del núcleo. El material celular analizado procedió de habitantes de cinco países europeos. Los científicos estudiaron sus linfocitos —un tipo de glóbulo blanco del torrente sanguíneo— para demostrar la presencia de AC y micronúcleos y tuvieron en cuenta factores externos como la edad o el consumo de tabaco. También se midió la concentración de enzimas que se genera en caso de que se produzcan daños en el ADN. Las células cuentan con un arsenal de enzimas que ayudan a repararlo. Esta protección adicional procede de enzimas que descomponen sustancias químicas citotóxicas como los antibióticos. La búsqueda de factores externos que afectasen a la estructura cromosómica desveló ciertas relaciones de relevancia. En muchos casos, la presencia de enzimas reparadoras influyó en la cantidad de AC y de micronúcleos descubiertos. Tal y como se esperaba, la edad y el consumo de tabaco también se relacionaron con ciertos tipos de AC y micronúcleos. En definitiva, tanto en el entorno cromosómico como en el externo se da un conjunto muy complejo de circunstancias que pueden provocar daños y alteraciones del código genético celular a lo largo de toda la vida de una persona. A pesar de que los datos obtenidos gracias a esta investigación exhaustiva sugieren que los cambios en los cromosomas podrían utilizarse como regla para determinar la predisposición al cáncer, ha quedado claro que es necesario obtener mucha más información sobre el tema. En el proyecto participaron socios de once países europeos que, gracias a la la financiación comunitaria aportada, han recopilado información con la que empezar a crear una base de datos extensa. En el futuro, dicha base de datos será una de las armas disponibles en la lucha contra el cáncer.

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