La neurociencia aclara cómo se forman las decisiones en el encéfalo
Desentrañar los mecanismos que subyacen a nuestra toma de decisiones ha sido posible gracias a los avances de la llamada «economía del comportamiento», que combina elementos de economía y psicología para comprender qué motiva a las personas. La modelización computacional de los procesos mentales también está floreciendo, al igual que los métodos neurocientíficos nuevos que permiten la obtención de imágenes y la manipulación causal de la función neuronal. Es un buen momento para preguntarse qué motiva a los seres humanos. El éxito de las interacciones sociales requiere la capacidad de orientar nuestras acciones en función de los objetivos y expectativas de las personas que nos rodean. El equipo del proyecto BRAINCODES, financiado por el Consejo Europeo de Investigación, ahondó en las causas de los trastornos en la toma de decisiones sociales, asociados a actividades delictivas o enfermedades psiquiátricas. «Las regiones encefálicas pueden intercambiar información de forma muy parecida a como se comunican los humanos para trabajar juntos. Así, una región del encéfalo que puede representar nuestra percepción de la equidad, o nivel de justicia, trabaja con otra que puede subyacer a la selección de acciones», afirma Christian Ruff, catedrático de Neuroeconomía y Neurociencia de las Decisiones en la Universidad de Zúrich. Pero todavía falta mucho para comprender los mecanismos encefálicos que nos permiten controlar nuestro comportamiento social. Ruff se propuso dilucidar el papel de las interacciones funcionales en las redes encefálicas responsables de dirigir el comportamiento estratégico, prosocial y conforme a las normas.
Enfoque multimétodo para una comprensión causal de la toma de decisiones
Para obtener una comprensión causal de estos procesos, Ruff utilizó una combinación de métodos. La teoría de juegos era una herramienta. Utilizó un experimento que consistía en emparejar a desconocidos para que se repartieran algo de dinero. La persona que no fue la responsable de dividir el dinero decide entonces en qué gastarlo. Luego, el otro debe decidir si acepta la propuesta, en cuyo caso el dinero se reparte según lo decidido, o no, en cuyo caso nadie recibe nada. «Haciendo esto repetidamente, con diferentes cantidades de dinero y diferentes personas en un laboratorio de grupo en el que los sujetos están conectados por ordenadores, se puede desarrollar un "modelo de elección": un patrón de toma de decisiones», explica Ruff. Estos modelos formulan, matemáticamente, cómo los distintos motivos subyacen a las elecciones. Cada uno de estos motivos tiene un peso asignado que determina en qué medida afecta a las decisiones tomadas. «Luego empieza la parte divertida, cuando intentas encontrar la combinación de pesos que mejor explique las elecciones de cada persona», añade. Una vez conocido esto, se puede predecir con qué intensidad debe expresarse el motivo, aquí entra en juego la imagen multimodal. Ruff explica: «Utilizando la IRMf, podemos averiguar en qué parte del encéfalo la actividad neuronal se correlaciona con la fuerza de este motivo, de ensayo en ensayo». Tras determinar en qué parte del encéfalo se producía la actividad, el equipo utilizó un EEG para identificar en qué momento del proceso de elección se produce. La estimulación magnética transcraneal (EMT y la estimulación por corriente alterna (tACS)) permitieron entonces a Ruff ver qué ocurre si estimulamos esta zona encefálica para manipular la fuerza del sentimiento con respecto al motivo. «¿El motivo se debilita o se refuerza? Si es así, entonces sabemos que este motivo concreto, o representación de creencias, en el encéfalo dirige causalmente nuestro comportamiento, de modo que los pacientes que tienen problemas con esto pueden tener alteraciones de este proceso», explica. El equipo también realizó estudios con pacientes diagnosticados de trastorno límite de la personalidad o síndrome de Asperger, para comprobar si estos modelos eran correctos. Como control, Ruff también analizó a sujetos de la población general de la misma edad y el mismo nivel educativo.
Rasgos únicos en el encéfalo caracterizan las diferencias en las elecciones sociales estratégicas
Las conclusiones obtenidas en el proyecto pueden tener aplicaciones clínicas. «Gracias a nuestro trabajo, estamos un buen paso más cerca de comprender cómo y por qué la gente se preocupa por la justicia y la honradez, y cómo las personas toman decisiones sociales estratégicas cuando compiten con otros. Estamos descubriendo qué mecanismos encefálicos específicos están implicados, en qué se diferencian las personas en este sentido y por qué algunas tienen problemas», señala Ruff. Sus hallazgos se comparten en varios artículos, como «Dissecting functional contributions of the social brain to strategic behavior», del que Ruff es coautor. Los trabajos del equipo de BRAINCODES, y de otros en este campo en desarrollo, han establecido que existe una base cerebral clara para estos comportamientos que se desarrollaron durante la evolución de nuestra especie. Esto varía de una persona a otra, como lo hacen muchos otros aspectos de nuestro cuerpo. «Es bastante sorprendente darse cuenta de que muchos de nuestros comportamientos en situaciones sociales, que parecen muy personales, son en realidad bastante predecibles y compartidos universalmente con otras personas de nuestro entorno. Al mismo tiempo, todos tenemos rasgos únicos que se remontan a variaciones de estos procesos encefálicos. Me alegra que mi trabajo pueda destacar estos dos aspectos con datos fehacientes sobre las relaciones causales del comportamiento encefálico», afirma Ruff.
Palabras clave
BRAINCODES, Consejo Europeo de Investigación, elecciones sociales estratégicas, equidad, teoría de juegos, imagen multimodal, interacciones funcionales, síndrome de Asperger