Intercambiar conocimientos especializados para aumentar la eliminación de carbono del suelo y mejorar las prácticas para un suelo sano
Los suelos constituyen la mayor reserva de carbono terrestre, que se estima en 2 300 gigatoneladas, es decir, entre 2 y 3 veces más que el carbono atmosférico. Unos suelos sanos almacenan grandes cantidades de carbono en forma de carbono orgánico del suelo (COS). Esto tiene un potencial enorme para luchar contra el cambio climático antropogénico, ya que los mecanismos de estabilización de la materia orgánica permiten almacenar carbono a lo largo de decenios e, incluso, milenios. Aunque existe un gran interés en los beneficios del carbono edáfico, la adopción de prácticas agrícolas que mejoren los suelos sigue siendo lenta. Al trabajar con agricultores del todo el mundo, los investigadores del proyecto CIRCASA (Coordination of International Research Cooperation on soil CArbon Sequestration in Agriculture), que cuenta con el apoyo de la Unión Europea (UE), observaron que los factores socioeconómicos eran el principal impedimento. Entre las principales preocupaciones se incluía lo siguiente: los costes adicionales con poco respaldo para acceder a la tecnología, una falta de opciones para vigilar el carbono edáfico y unos conocimientos generales insuficientes de las mejores prácticas. «A pesar de que los obstáculos varían según las circunstancias de cada país, las observaciones eran parecidas», explica Jean-François Soussana, coordinador del proyecto del Instituto Nacional de Investigación Agronómica, Alimentaria y Ambiental de Francia (INRAE, por sus siglas en francés), anfitrión del proyecto. «Necesitamos tener más conocimientos y servicios de asesoramiento, una mayor disponibilidad de indicadores y herramientas, aumentar la sensibilización de la población y ayuda financiera para la transición agrícola a unas prácticas más sostenibles». CIRCASA identificó las líneas de investigación y tecnologías prioritarias, además de las brechas del conocimiento, a fin de establecer la base científica para una Agenda Estratégica de Investigación sobre la fijación del COS agrícola. Este enfoque se basa en cuatro principios. En primer lugar, la investigación de los procesos clave del carbono edáfico. En segundo lugar, el diseño de una norma internacional para la vigilancia del equilibrio del COS respaldado por datos, teledetección y modelización del suelo. En tercer lugar, el apoyo a las innovaciones agroecológicas —como los cultivos de raíces profundas, una mejor maquinaria y fertilizantes ecológicos— para almacenar el carbono edáfico. Por último, la creación de un entorno propicio, que incluye los conocimientos técnicos de los agricultores.
Una investigación interdisciplinar y de vanguardia
Los suelos cubiertos son ricos en materia orgánica, por lo que también contienen mucho carbono. Así, es importante evitar los suelos desnudos que, además, acaban generando erosión. La agroecología, la agricultura regenerativa, la agrosilvicultura, la agricultura de conservación y la gestión de los paisajes son solo algunas prácticas adaptables localmente que resultan esenciales para la salud del suelo y la fijación del carbono. Entre las técnicas que se pueden aplicar se incluyen: el uso de cultivos de cobertura; la nutrición de los suelos con estiércol y compost; la recuperación de cultivos, pastos y bosques degradados, etc. «Nuestro proyecto creó un puente de conocimiento intercontinental que involucró a partes interesadas e investigadores en el ámbito del carbono edáfico de Australia, Brasil, China, los Estados Unidos y Rusia, además de Colombia, Costa Rica, Kenia, Madagascar, Sudáfrica y Tanzania», añade Soussana. El equipo creó un sistema de información sobre conocimientos en una plataforma colaborativa abierta que sirviese como biblioteca de conocimientos sobre el carbono edáfico y que los miembros también pudiesen usar como una red social. CIRCASA organizó un consorcio de investigación internacional formado por la Comisión Europea, organismos de financiación, organizaciones de investigación, organismos públicos y el sector privado para coordinar proyectos y programas.
Una gestión sostenible del suelo
Las sinergias de investigación de CIRCASA contribuyen a iniciativas importantes. El intercambio de técnicas para la fijación del carbono edáfico agrícola resulta beneficioso para las contribuciones determinadas a nivel nacional, respaldando así el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Lograr una gestión sostenible del suelo es fundamental para el Pacto Verde Europeo y para la misión «Caring for soil is caring for life» («Cuidar el suelo es cuidar la vida») propuesta por la UE, cuyo objetivo es garantizar que el 75 % de los suelos estén sanos en 2030. El objetivo 2.1 pretende revertir las pérdidas de carbono en tierras cultivadas. Los suelos también desempeñan un papel determinante en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, tal como se señala en el objetivo 15.3, relativo a la neutralidad de la degradación de las tierras. Ya se está dando un impulso técnico a estas cuestiones a través de la red CIRCASA, que permite hacer un mapeo del carbono edáfico y desarrollar sistemas rentables de vigilancia, notificación y verificación. «En última instancia, millones de agricultores deben adoptar las prácticas. Uno de los resultados de la COVID-19 ha sido la elevada participación en reuniones en línea y muchas personas han descubierto que, en realidad, prefieren hacerlo así. Está claro que la gente tiene ganas de que haya cambios», afirma Soussana.
Palabras clave
CIRCASA, suelo, carbono, carbono orgánico del suelo, fijación de carbono, cambio climático, adaptación, mitigación, agroecología, agricultura regenerativa, agrosilvicultura, agricultura de conservación, gestión de los paisajes, cultivos, agricultores