Igualdad para los solicitantes de empleo inmigrantes: cómo nos beneficiaría a todos
La crisis migratoria es probablemente una de las mayores tormentas que ha tenido que capear la Unión Europea en la última década. Ha sacado a la luz los límites de la cooperación entre los Estados miembros, ha desvelado los horrores a los que se enfrentan los migrantes que buscan refugio y ha favorecido la retórica divisiva de «nosotros contra ellos» en toda Europa. Pero hay otro efecto secundario de esta crisis. Si bien unos 80 millones de trabajadores en Europa carecen de la cualificación adecuada para el trabajo para el que han sido contratados, la discriminación hacia los migrantes, incluso hacia los altamente cualificados, está privando al mercado laboral de un recurso y una solución útiles para una sociedad que envejece rápidamente y para la escasez de trabajadores cualificados. «La discriminación no solo es problemática en términos de equidad, sino que también limita la capacidad de una sociedad para emplear y atraer recursos humanos de la manera más eficaz. Es un gran obstáculo para el crecimiento», explica Neli Demireva, profesora titular de Sociología de la Universidad de Essex y coordinadora del proyecto GEMM. El proyecto GEMM estudió este obstáculo entre 2015 y 2018. Recopiló datos de experimentos sobre el terreno, analizó los datos de encuestas existentes y forjó sus propios conocimientos de las motivaciones de la vida real que subyacen a las decisiones migratorias. Su objetivo: comprobar metódicamente algunos de los mitos más repetidos en torno a la función de los migrantes en la sociedad y su repercusión en el mercado laboral.
La prevalencia de la discriminación en el trabajo
En el Reino Unido, por ejemplo, Demireva y su equipo revelaron algunas de las principales tendencias relacionadas con la calidad del trabajo: «Encontramos pocas pruebas de que los migrantes socaven la calidad del trabajo de los británicos blancos. Sin embargo, los hombres de las minorías de segunda generación, en particular los de las minorías caribeña y africana negras, pueden ser vulnerables a sufrir una carrera a la baja facilitada por la competencia con los migrantes. Nuestros resultados son coherentes con una jerarquía étnica que coloca a los miembros de la mayoría en la cima, a los migrantes no blancos en la parte inferior y a los miembros de la segunda generación de las minorías en algún punto intermedio». Teniendo en cuenta las sociedades europeas en general, el proyecto constató que es particularmente probable que se rechace las calificaciones y la capacitación de los migrantes musulmanes y sus hijos. En general, las diferencias entre la población mayoritaria y los grupos minoritarios están sistemáticamente a favor del primer grupo: en los cinco países del experimento sobre el terreno de GEMM (Alemania, los Países Bajos, Noruega, España y el Reino Unido) los solicitantes de las minorías étnicas tienen una menor probabilidad de que se les vuelva a llamar para una entrevista de trabajo que los solicitantes del grupo mayoritario. Demireva señala: «Los experimentos sobre el terreno de GEMM muestran que la brecha en las tasas de devolución de llamadas varía ampliamente entre los países. Noruega y el Reino Unido son los países del experimento sobre el terreno con mayor discriminación étnica. También vemos diferentes tendencias en cuanto a qué grupos étnicos sufren más: los nombres que suenan a nigeriano o pakistaní en el Reino Unido, los nombres que suenan a pakistaní y somalí en Noruega, los candidatos turcos y libaneses en Alemania, por ejemplo, parecen estar asociados con altos niveles de penalización».
Recomendaciones para hacer frente a la desigualdad
Para acortar estas brechas, el consorcio GEMM publicó una lista de recomendaciones, como la atención a la información pertinente para la producción por parte de los migrantes y el apoyo institucional a la traducción al idioma local de credenciales educativas (por ejemplo, títulos universitarios) por parte de la sociedad receptora. «Los responsables políticos deben abordar la desigualdad si desean que se produzca crecimiento e innovación. Deberían dedicarse más recursos a facilitar el reconocimiento de las credenciales y a apoyar a las personas en sus decisiones relativas al mercado laboral», concluye Demireva.
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