Sanidad vegetal: proteger a las plantas para asegurar nuestro futuro
Las plantas son la fuente del aire que respiramos y más del 80 % de los alimentos que consumimos. Tienen un papel crucial para lograr que el sector de la agricultura y la silvicultura sean sostenibles y competitivos, además de proteger la biodiversidad y los ecosistemas. Por lo tanto, mantener la buena salud de las plantas no solo es importante, sino que es absolutamente vital.
Conseguir plantas sanas no es tarea fácil
Sin embargo, lograr plantas sanas resulta un desafío por varios motivos. En primer lugar, el comercio, así como la circulación de mercancías y personas, favorecen la introducción, la propagación y el establecimiento de enfermedades y plagas de los vegetales. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura calcula que anualmente hasta un 40 % de los cultivos alimenticios se pierden a causa de dichas enfermedades y plagas. Ello repercute en el abastecimiento de alimentos de millones de personas y perjudica a la agricultura. Además, el cambio climático y la intensificación de las prácticas de gestión forestal y agrícola pueden llevar a la aparición de nuevas enfermedades y plagas, además de probablemente agravar las actuales. A esos problemas hay que añadir que las personas han optado por los plaguicidas para garantizar el rendimiento en la producción vegetal. De este modo, cada vez existen más preocupaciones sobre los efectos que tienen los productos fitosanitarios en el medio ambiente, los organismos de no objetivo y la salud humana. En octubre de 2016, tras comprender estos desafíos, el Parlamento Europeo y el Consejo adoptaron el Reglamento (UE) 2016/2031 relativo a las medidas de protección contra las plagas de los vegetales. La nueva normativa entró en vigor el 13 de diciembre del mismo año, con el objetivo de modernizar el régimen fitosanitario, mejorar la eficacia de las medidas para la protección del territorio de la Unión Europea y sus plantas, garantizar un comercio seguro y aplacar los efectos del cambio climático sobre la salud de los cultivos y los bosques. Asimismo, las Naciones Unidas declararon el 2020 como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal, cuyo objetivo es sensibilizar a escala internacional sobre la importancia de la protección de la sanidad vegetal.
La investigación y la innovación afrontan las amenazas
Se ha llevado a cabo un importante número de actividades de investigación e innovación para abordar los desafíos sobre la sanidad vegetal. Muchas de ellas reciben financiación de diferentes ámbitos del programa Horizonte 2020, además del programa acciones Marie Skłodowska-Curie, del Consejo Europeo de Investigación (CEI) y del Instrumento PYME. Este paquete se centra en diez proyectos del programa Horizonte 2020 dedicados a abordar las amenazas que se ciernen sobre la sanidad vegetal. El proyecto ASTERIX ha desarrollado robots de campo que integran tecnología de boquillas de precisión y visión automática para diferenciar las malas hierbas de las plantas, además de pulverizar gotas de plaguicidas biológicos únicamente en las malas hierbas, lo que reduce el uso de estos productos en más de un 90 %. De igual modo, el proyecto BIOFERTICELLULASER, utilizó bacterias promotoras del crecimiento vegetal como fertilizante para mejorar el rendimiento de los cultivos. Mientras tanto, el proyecto DESSA diseñó una herramienta de apoyo a la toma de decisiones que ofrece a los agricultores información precisa y específica sobre las explotaciones en lo relativo a las medidas de protección fitosanitaria. El proyecto EMPHASIS aborda las amenazas de las plagas autóctonas y exóticas en una serie de ecosistemas naturales y sistemas de explotación. El proyecto EUCLID ha desarrollado métodos sostenibles de control de plagas para la agricultura europea y china. Mientras que el proyecto FOUNDATION estudia el diálogo molecular de «Fusarium oxysporum» para encontrar nuevas estrategias de control. También se incluye el proyecto MET-PEST, que ha desarrollado nuevas metodologías para la detección selectiva de fungicidas en los alimentos. Asimismo, en el proyecto nEUROSTRESSPEP se han desarrollado y probado nuevos tipos de plaguicidas biológicos. El proyecto NEURICE ha desarrollado nuevas variedades de arroz con una mayor tolerancia a la sal. Finalmente, el proyecto POnTE ha optimizado los programas de vigilancia y prevención para gestionar las nuevas enfermedades agrícolas que aparezcan en el futuro.