Definir el papel de Europa en un orden internacional complejo
«¿A quién llamo si quiero hablar con Europa?» —Henry Kissinger
Más cerca de sus fronteras, la UE también ha tenido que lidiar con la Primavera Árabe, que dio lugar a sangrientas guerras civiles en Siria y Libia que aún continúan, así como a una importante crisis migratoria. Mientras tanto, el conflicto armado sigue latente en el este de Ucrania y, por último, las regiones de los Balcanes y la Asociación Oriental siguen planteando retos importantes, ya que muchos países aspiran a una relación más estrecha con la UE e incluso algún día su adhesión a la misma. A pesar de ser una de las tres potencias comerciales y económicas indiscutibles a nivel mundial (junto con Estados Unidos y China), podría decirse que la UE no ejerce su fuerza en el complejo juego de la diplomacia internacional. Esto se debe sobre todo a que la política exterior sigue siendo una de las competencias principales de los Estados miembros de la UE, aunque esta no carece por completo de poderes en este ámbito. Desde 1999, los Estados miembros están comprometidos con la política exterior y de seguridad común (PESC) con el fin de fortalecer la capacidad de actuación externa de la UE mediante el desarrollo de capacidades civiles y militares de prevención de conflictos y gestión de crisis. Más tarde, el Tratado de Lisboa creó el puesto de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, además del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) que actúa como servicio diplomático y de asuntos exteriores de la UE. En 2016, el SEAE lanzó su estrategia mundial, que establece los intereses centrales y los principios de la UE para involucrarse en el mundo en general, además de dar a la UE un sentido colectivo de dirección. ¿Pero son suficientes estas capacidades y estrategias o la UE necesita que se le otorguen más poderes en materia de política exterior? Esta pregunta conduce inevitablemente a la discusión sobre la integración europea. Los integracionistas argumentan que los Estados-nación europeos, incluso los de mayor tamaño, ya no son lo suficientemente grandes y que solo una UE más potente puede garantizar que Europa se mantenga en los primeros puestos. Por el contrario, otros argumentan apasionadamente que una política exterior efectiva debe seguir siendo prerrequisito de cada Estado soberano independiente. A la luz de estos dos puntos de vista, los investigadores financiados con fondos europeos en virtud del programa Horizonte 2020 tienen mucho que decir este mes sobre este tema. Nuestro número especial destaca ocho proyectos que han estado analizando las prioridades exteriores de la UE y haciendo recomendaciones sobre cómo el futuro papel mundial de la UE podría y debería evolucionar. Dado que los investigadores son expertos, pero no diplomáticos ni políticos, nos ha parecido que estos proyectos incluyen muchos puntos de vista originales sobre cómo la UE podría convertirse en un actor internacional más fuerte. Los proyectos EU-CIVCAP y EUNPACK examinan las capacidades de prevención de conflictos y respuesta a crisis de la UE, mientras que nuestros otros proyectos destacados exponen las relaciones y los retos político actuales de la UE con países y regiones específicos: Rusia, Turquía, Oriente Próximo, el Caribe y América Latina y, finalmente, los países de la Asociación Oriental. Como siempre, le animamos a comunicarnos su opinión. Puede remitir preguntas o sugerencias a: editorial@cordis.europa.eu