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Un estudio comunitario da esperanzas a los pacientes de ictus

Un equipo internacional de investigadores ha dado con una nueva forma de tratar el ictus que consiste en bloquear la actividad de una enzima responsable de buena parte del daño que sufren las neuronas en los momentos posteriores a un episodio. Los descubrimientos suponen un ve...

Un equipo internacional de investigadores ha dado con una nueva forma de tratar el ictus que consiste en bloquear la actividad de una enzima responsable de buena parte del daño que sufren las neuronas en los momentos posteriores a un episodio. Los descubrimientos suponen un verdadero avance en la búsqueda de tratamientos contra el ictus isquémico, la segunda causa de muerte en todo el mundo. El apoyo al estudio, publicado en la revista PLoS (Public Library of Science) Biology, provino del proyecto EUMODIC («Reunión médica europea sobre las enfermedades del ratón: un recurso distribuido de fenotipado para el estudio de la enfermedad humana»), financiado con 12 millones de euros mediante el área temática «Ciencias de la vida, genómica y biotecnología aplicadas a la salud» del Sexto Programa Marco (6PM). Los trabajos anteriores dedicados al tratamiento del ictus se han centrado en el estrés oxidativo, provocado por «especies reactivas del oxígeno» (ERO), pero el tratamiento mediante antioxidantes administrado a pacientes en ensayos clínicos ha resultado ineficaz. En este nuevo estudio, científicos de Australia, Alemania, Países Bajos y Reino Unido optaron por un método distinto y se adelantaron a la producción de ERO. Descubrieron que buena parte del daño sufrido tras un ictus se debe a una enzima denominada NOX4 que produce peróxido de hidrógeno (H2O2), una sustancia química que suele usarse para blanquear productos. El equipo modificó la genética de ratones para que no presentaran el gen que produce NOX4. Al provocarles un ictus, sus cerebros sufrieron menos daños que los de otros ratones en los que la versión del gen NOX4 estaba activa. Además, los ratones que carecían del NOX4 salieron mejor parados en las pruebas realizadas para evaluar su coordinación y funciones motoras y neurológicas. Los efectos de la eliminación del gen NOX4 fueron iguales en machos y hembras y también en animales jóvenes y viejos, un aspecto importante si se tiene en cuenta que el ictus es una enfermedad que afecta principalmente a los más mayores y el género influye en las consecuencias. Tras comprobar la implicación del NOX4 en las secuelas de un ictus, el equipo preparó formas de aplicar este conocimiento con fines terapéuticos. Afortunadamente ya existe un fármaco diseñado para bloquear la actividad del NOX4, el VAS2870. El equipo descubrió que el efecto de tratar a los ratones con VAS2870 era el mismo que el de desactivar el gen NOX4, lo que significa que se reduce el daño cerebral y se mejora la función neurológica incluso aunque se administre varias horas después del episodio. Además, la inactivación del NOX4 de este modo no parece afectar a otras partes del organismo donde presenta actividad como en los vasos sanguíneos que riegan los riñones y el corazón. «El NOX4 es la diana terapéutica que más probabilidades ofrece de reducir el estrés oxidativo en general y, en particular, las lesiones cerebrales debidas a un ictus», concluyen los investigadores. El ictus isquémico sucede cuando se interrumpe el flujo sanguíneo en el cerebro debido a un descenso de la presión arterial o a la obstrucción de vasos sanguíneos. Si éste no se reanuda con celeridad los tejidos cerebrales afectados pueden llegar a morir, lo que provoca disfunciones mentales y físicas graves y, en el peor de los casos, la muerte. Los más mayores son los más expuestos a un ictus, por lo que si continúa la tendencia actual hacia el envejecimiento poblacional es probable que aumenten también los casos de ictus. En la actualidad sólo existe un fármaco validado para tratar el ictus, aunque dista mucho de la perfección. «Funciona disolviendo los coágulos en el cerebro para restaurar la circulación de la sangre, pero puede provocar hemorragias cerebrales», explicó Christoph Kleinschnitz, de la Universidad de Wurzburgo (Alemania) y autor principal del estudio. De hecho, su efectividad se describe como «moderada» y sólo puede utilizarse en alrededor de un 10% de los pacientes. El resto quedan excluidos debido a sus contraindicaciones. Los intentos de desarrollar otros fármacos contra el ictus han fracasado hasta ahora porque, si bien varios fueron efectivos en animales, no lo fueron en humanos. «Por ello muchas empresas farmacéuticas han abandonado la investigación farmacológica en esta área», aclaran los investigadores. El estudio estuvo liderado por el profesor de farmacología Harald Schmidt de la Universidad de Maastricht (Países Bajos), que confía en que la estrategia encaminada a detener el estrés oxidativo en su origen podría aplicarse a otras afecciones graves. El Dr. Schmidt indicó que «la inhibición de la fuente de peróxido de hidrógeno o de los radicales de oxígeno puede ser también una solución para el tratamiento del infarto de miocardio, la insuficiencia cardíaca, el cáncer y otras formas de degeneración de células nerviosas como las enfermedades de Parkinson o Alzheimer».

Países

Australia, Alemania, Países Bajos, Reino Unido

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