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Los niños de tres años comprenden las señalizaciones

Investigadores financiados con fondos comunitarios en Hungría han descubierto que perros y niños de dos años, que viven en entornos familiares similares, interpretan la forma de señalar de los adultos de manera parecida. Por otro lado, los niños de tres años son capaces de int...

Investigadores financiados con fondos comunitarios en Hungría han descubierto que perros y niños de dos años, que viven en entornos familiares similares, interpretan la forma de señalar de los adultos de manera parecida. Por otro lado, los niños de tres años son capaces de interpretar una gama más amplia de este tipo de gestos y utilizan la dirección señalada por el dedo índice para encontrar un objeto escondido. Los descubrimientos, sobre los cuales se ha publicado un artículo en la revista Animal Cognition, son el resultado del proyecto Origins of referential communication («Orígenes de la comunicación referencial») financiado a través del área temática «Ciencias y Tecnologías Nuevas y Emergentes» del Sexto Programa Marco (6PM). Investigaciones anteriores han demostrado que los perros domesticados son capaces de interpretar una serie de señales comunicativas humanas como los movimientos de los ojos y de la cabeza. A pesar de que los perros no reciben la compleja formación lingüística que adquieren los niños, sus dueños sí que suelen hablarles mediante un lenguaje como el que en ocasiones se destina a los bebés. Además, pueden haber evolucionado para interpretar determinadas señales humanas que implican de manera sistemática una recompensa. Los niños, por otro lado, reciben una completa formación lingüística de sus tutores y aprenden a emplear los gestos utilizados para señalar (mediante el dedo índice) alrededor de los catorce meses de edad. No obstante, antes de ese momento los niños a menudo se quedan mirando el dedo en lugar de dirigir la mirada al objeto distante al que el adulto está señalando. Entre las edades de dos y tres años, la capacidad de los niños para comunicarse tanto verbalmente como con gestos evoluciona con rapidez. En el presente estudio, la profesora Gabriella Lakatos de la Universidad Eötvös en Budapest (Hungría) y su equipo observaron con detenimiento la manera en la que perros y niños de dos y tres años responden a una serie de indicaciones. Se centraron en concreto en la capacidad de cada grupo para interpretar gestos que indican dirección a los que no estaban acostumbrados basándose en un conocimiento generalizado del acto de señalar. Los investigadores llevaron a cabo dos estudios, uno sobre los gestos realizados con el brazo y un segundo sobre los realizados con la pierna. Los quince perros y los trece niños de dos años realizaron el protocolo del estudio en sus hogares para evitar la presión de un entorno que no les fuera familiar, mientras que los once niños de tres años de edad que participaron en el estudio lo hicieron en su guardería. En ambos estudios se colocaron dos macetas a cerca de un metro de distancia y se escondió en una de ellas una recompensa (uno de sus juguetes favoritos o una golosina). A continuación, el investigador emplearía un gesto de una lista de cuatro para señalar la maceta que contenía la recompensa. Los niños de dos años y los perros respondieron correctamente a menos gestos que los niños de tres años, pero respondieron de forma consistente a la dirección indicada por un miembro que sobresalía del cuerpo. Los niños de tres años respondieron satisfactoriamente a la dirección a la que señalaba el dedo índice. De esta forma, si la persona señalaba colocando el brazo frente al pecho, con el codo sobresaliendo por la izquierda y el dedo índice señalando a la derecha, los niños de tres años seguirían las indicaciones dadas por el dedo mientras que los niños de dos años y los perros atenderían a las indicaciones implicadas por el codo. En lo referente a los gestos de las piernas, los niños de tres años respondieron de forma correcta a las cuatro formas de señalar, incluso cuando se señalaba sólo con la rodilla, mientras que los niños de dos años y los perros respondieron correctamente sólo a los gestos que utilizaban el pie para señalar. Los autores opinan que los resultados del estudio en el que se emplea la pierna para señalar sugieren que los sujetos fueron capaces de deducir la respuesta a un gesto de dirección relativamente nuevo a partir de una experiencia previa. Los investigadores opinan que, cuando los niños alcanzan la edad de dos a tres años en ellos «se han producido importantes cambios en su capacidad para aprovechar las señales comunicativas visuales». También existen diferencias en la capacidad que tienen ambos grupos de edad para cooperar con adultos, lo que sin duda tendría un efecto en la comprensión de los gestos que poseen los más pequeños. Además, los autores consideran que las interacciones durante el proceso de aprendizaje del lenguaje «facilitan que los niños entiendan la importancia del dedo índice en lo que a mostrar objetos se refiere, incluso aunque están a mucha distancia». La falta de formación lingüística en los perros, informan, podría también explicar la razón por la que los canes sometidos al experimento no consiguieron superar este obstáculo. «La respuesta de los sujetos a las variaciones de los gestos señalizadores sugiere que tanto perros como niños (de los dos grupos de edad) poseen la capacidad de emplear normas que generalizan gestos señaladores a partir de otros gestos similares», concluye el estudio. «Los niños de tres años parecen ser capaces de reconocer el dedo índice como una indicación de dirección general.» En niños más pequeños, los miembros del cuerpo proporcionan las pistas principales a partir de la que deducen direcciones. Al menos en lo que se refiere al nivel funcional, los perros muestran un comportamiento similar al de los niños de dos años que puede explicarse como un resultado combinado de su historia evolutiva y su socialización en un entorno humano.»

Países

Hungría

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