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Improving the Smart Control of Air Pollution in Europe

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Los laboratorios vivientes involucran a los ciudadanos en la mejora de la calidad del aire urbano

El proyecto iSCAPE, financiado con fondos europeos, no solo está en consonancia con el objetivo de la Unión Europea (UE) de mejorar la calidad del aire en las ciudades, sino que además aprovecha los principios de democracia participativa para mejorar las políticas y el despliegue de tecnología.

En los últimos 50 años, las ciudades europeas han adoptado nuevas políticas de control de la contaminación, normativas relacionadas con la calidad del aire y tecnologías de reparación para cumplir normas cada vez más estrictas. Sin embargo, aunque todo ello supone una gran mejora, cada año se producen 800 000 muertes prematuras a causa de la contaminación –solo en la UE–, un recordatorio constante de que debemos ir aún más allá. Los miembros del consorcio iSCAPE, financiado con fondos europeos, consideran que esto no solo incumbe a las autoridades públicas, sino que deberían implicarse todos los ciudadanos para elaborar mejores políticas y aprovechar al máximo las tecnologías disponibles. Al impulsar sistemas de control pasivo y cambios conductuales, el objetivo del proyecto iniciado en septiembre de 2016 era contribuir a alcanzar unas ciudades libres de contaminación atmosférica. Historia de seis ciudades Se han seleccionado seis ciudades para el estudio del proyecto: Bolonia, Bottrop, Dublín, Guildford, Hasselt y Vantaa. En cada una de ellas, el equipo dirigido por el doctor Francesco Pilla del University College de Dublín (UCD) comenzó a evaluar de forma detallada y neutral las oportunidades y desafíos futuros en relación con la calidad del aire y el cambio climático. «Una vez identificadas las posibles soluciones, abrimos un diálogo con los ciudadanos y partes interesadas pertinentes de cada ciudad piloto a través de laboratorios vivientes con el fin de valorar los desafíos no técnicos de la aplicación de los sistemas de control pasivo y de intervenciones conductuales relevantes», explica el doctor Pilla. «A continuación, esas actividades se integran mediante tecnologías de detección y el desarrollo dos equipos de control de la calidad». El primer equipo de control de gama alta evalúa la eficacia de las soluciones aplicadas, que pueden consistir en muros perimetrales bajos, árboles e hileras de setos, paredes y techos de cultivo, revestimientos fotocatalíticos, diseño urbano o geometría de las carreteras. El segundo, sin embargo, posiblemente es la característica más singular del proyecto: un equipo de control de bajo coste para involucrar y educar a los ciudadanos y, en última instancia, desarrollar una comunidad en torno al desafío global de la contaminación atmosférica. «En sí, iSCAPE se centra en las actividades de investigación. Realizamos simulaciones meteorológicas y de calidad del aire a diversas escalas para prever los efectos y mejorar el impacto de nuestras soluciones, así como un control exhaustivo para valorar la eficiencia de tales soluciones. Entonces, complementamos esa evaluación con simulaciones que influían directamente en el comportamiento de la población. Entre ellas, la transmisión de opiniones desde la base a los responsables políticos, vinculando actividades urbanas antropogénicas a modelos medioambientales. La idea es obtener nuevos datos sobre el tipo de medidas políticas en materia de tráfico necesarias para mejorar la calidad medioambiental», comenta el doctor Pilla. Cada ciudad es un caso único Cada ciudad que puso en marcha un laboratorio viviente de iSCAPE se trató de forma diferente en función de los resultados de la fase de evaluación. El consorcio del proyecto identificó las cuestiones más acuciantes para cada una de ellas y determinó la prioridad de cada medida en consonancia. Por ejemplo, en Bolonia y Dublín lo primordial era crear una «actitud de laboratorio viviente» entre las partes interesadas pertinentes. En Bottrop, el equipo se centró en comprender la función de los «sensores y ciudadanos», mientras que en Guildford, Hasselt y Vantaa lo principal fue la «comunicación del proyecto» y establecer más colaboraciones con las partes interesadas, respectivamente. En cada ciudad, el equipo del proyecto suministró una guía práctica personalizada para la participación ciudadana, a la vez que fomentó un sentido de propiedad del laboratorio viviente para garantizar que las intervenciones perdurasen tras el proyecto. A final de cuentas, iSCAPE logró obtener resultados validados científicamente y datos basados en pruebas para las partes interesadas; desarrollar directrices, recomendaciones políticas, tecnologías de detección avanzadas, y nuevas ideas y conceptos prometedores; y aumentó la sensibilización colectiva respecto a la contaminación atmosférica y su impacto sobre la vida de la ciudad.

Palabras clave

iSCAPE, laboratorios vivientes, calidad del aire, sistemas de control pasivos, ciudadanos, juego de control

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