Observación y control de enfermedades neurodegenerativas con una minisonda
La generación nacida en Europa durante la explosión de natalidad de mediados del siglo XX se adentra en la senectud y ello viene acompañado de una mayor prevalencia de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Se sabe que las citoquinas, unas moléculas pequeñas de señalización celular, desempeñan un papel fundamental en la aparición de afecciones neuroinflamatorias, pero hasta ahora su observación y control han resultado muy difíciles. Financiado por el Séptimo Programa Marco de la UE, el proyecto Cell-Microprobe ha logrado avances que mejoran dichas tareas de observación y control. Como su nombre indica, este proyecto ha desarrollado microsondas para estimular células neuronales individuales y detectar al instante compuestos de señalización inflamatoria. Para ello hubo que crear mediante procesos de microfabricación una sonda electroquímica en miniatura que cuenta con una punta plana de 200 micras de ancho y está dotada de 4 microelectrodos independientes, cada uno de 20 micras de longitud separado 20 micras de los demás. Esta nueva sonda muestra el mecanismo de secreción de células aisladas y ha dado lugar a un innovador enfoque de biodetección. Para esto último la pieza detectora de la sonda (dotada de electrodos funcionalizados con anticuerpos) se debe aproximar mucho más a la célula para detectar las proteínas excretadas. Tras probar estas técnicas, se observó que la sonda era casi el doble de eficaz que los métodos anteriores por lo que se refiere a concentrar moléculas proteínicas decisivas para lograr una mejorar observación. Asimismo, los cálculos realizados indicaron que la detección puede efectuarse en cuestión de diez minutos, una escala temporal adaptada a la velocidad real de liberación de proteínas. No obstante, para detectar antígenos hubo que realizar algunos ajustes al sistema. Así, los científicos incorporaron nanoestructuras de paladio sobre la superficie de los electrodos ubicados en la punta de la sonda. De este modo se consiguió una superficie conductiva diez veces más eficaz que antes. El equipo informó que esta técnica de nanoestructuración podría conducir en breve a una inmovilización más precisa de nanocuerpos y a una mayor capacidad de biodetección de la sonda. Todo ello significa que la comunidad científica se encuentra un paso más cerca de comprender las enfermedades neurodegenerativas y, quizás, de poder tratarlas con más eficacia en un estadio temprano.