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Cognitive Aging: From Educational Opportunities to Individual Risk Profiles

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Cómo influyen la educación y las desigualdades de género en la reserva cognitiva

Comprender mejor los factores contextuales que estimulan la «reserva cognitiva» podría servir de base a las políticas para reducir el deterioro cognitivo en la vejez.

Se prevé que en 2050 el número de personas con demencia en la Unión Europea sea de casi el doble, más de catorce millones. Mientras que los tratamientos farmacéuticos recientes ofrecen la posibilidad de retrasar la aparición y la gravedad de la demencia, el equipo del proyecto CRISP, financiado por el Consejo Europeo de Investigación, investigó los factores contextuales que hacen que algunas personas sean menos propensas en primer lugar. La Comisión Lancet sobre la prevención de la demencia concluyó que hasta el 45 % de los casos son potencialmente evitables si se abordan los llamados factores de riesgo modificables, como el tabaquismo y la dieta. «Si entendemos cómo crear entornos propicios a la formación de una reserva cognitiva que proteja el encéfalo a lo largo de la vida, podremos introducir políticas de apoyo en la educación y el empleo», afirma Anja Leist, coordinadora del proyecto.

Factores de riesgo que la sociedad puede modificar

El equipo de CRISP se interesó especialmente por cómo influían las oportunidades educativas y el género en la «reserva cognitiva», es decir, la capacidad del encéfalo de adaptar sus redes neuronales para compensar las deficiencias neurológicas. «En las investigaciones realizadas en la década de los años 2000 se halló una desconexión entre el rendimiento cognitivo en etapas posteriores de la vida y la patología encefálica, pero sí se encontró un fuerte vínculo con el nivel educativo. Esto sugiere que la educación ayuda a entrenar al encéfalo para construir vías alternativas, lo que le permite compensar patologías como los depósitos amiloides asociados a la demencia. Lo que no sabíamos era cómo afectan las condiciones sociales a la reserva cognitiva», añade Leist. En CRISP se investigó cómo las diferentes oportunidades educativas de hombres y mujeres se relacionaban con el rendimiento cognitivo en las etapas posteriores de la vida. En el proyecto se utilizaron datos longitudinales, entre ellos los de la SHARE (Encuesta sobre salud, envejecimiento y jubilación en Europa), que desde 2004 realiza un seguimiento de la situación sanitaria, social y económica de las personas mayores de cincuenta años. Este conjunto de datos de tres cohortes de nacimiento de dieciséis países europeos e Israel (casi cuarenta y siete mil personas), le permitió al equipo de CRISP encontrar correlaciones entre la oportunidad educativa en el momento de la escolarización y los niveles de funcionamiento cognitivo más de treinta años después (entre los cincuenta y los setenta y seis años). En CRISP también se desarrolló una metodología que explora cómo los prejuicios de género pueden reducir las oportunidades de las mujeres para crear una reserva cognitiva en sociedades con mayor desigualdad de género. Esta vincula las condiciones sociales, como las tasas de embarazo adolescente y las oportunidades profesionales, con el marco de la Comisión Lancet sobre la demencia. Anteriormente tampoco estaba claro si la mayor carga de demencia de las mujeres emanaba de diferencias en el riesgo de demencia «per se» o se debía a otros factores, como que la actividad física inadecuada era más perjudicial para las mujeres. «Nuestro análisis sugiere que las mayores tasas de demencia en las mujeres no se deben tanto a la biología como a la mayor carga de riesgo general de las mujeres, indicada por un nivel educativo menor y unos perfiles de riesgo para la salud más desfavorables», señala Leist. Una colaboración de CRISP fue la primera ganadora del Premio a la Excelencia en Sociología Médica y de la Salud, mientras que CRISP fue ganador conjunto del Premio Vontobel para la Investigación sobre el Envejecimiento (sitio web en alemán) por su trabajo sobre «Gendered life courses and cognitive functioning in later life» (Los caminos de vida según el género y el funcionamiento cognitivo en la vida adulta).

Priorizar la prevención primaria

En 2023, el equipo de CRISP llevó a cabo en Luxemburgo un taller sobre «política de salud encefálica» con economistas de la salud, representantes de la OMS y neurólogos. Una de las recomendaciones era incluir evaluaciones del impacto sobre la salud encefálica en cualquier propuesta de política sanitaria nueva. Sin embargo, para garantizar una mejor prevención primaria, otro legado clave del proyecto es la iniciativa GetBrainHealthy para los entornos laborales. «En los lugares de trabajo se ofrecen muchas oportunidades a directivos y empleados para fomentar la salud encefálica, como la organización de tareas, las actividades sociales y el ejercicio», añade Leist. El equipo sigue centrado en explorar los mecanismos que subyacen a los determinantes sociales de la salud cognitiva, con especial interés en los posibles vínculos entre el riesgo de demencia y el envejecimiento del sistema inmunitario.

Palabras clave

CRISP, demencia, envejecimiento, reserva cognitiva, género, educación, encéfalo, riesgo

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