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Archaeogenomic analysis of genetic and cultural interactions in Neolithic Anatolian societies

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Rastreo de las interacciones genéticas y culturales durante la transición al Neolítico

La combinación de análisis genéticos y arqueológicos contribuye a desvelar el cambió que se produjo en las sociedades de Oriente Próximo tras la aparición de la agricultura.

El Neolítico fue una época de grandes cambios. Se cree que, hace aproximadamente once mil años, los seres humanos iniciaron una transición desde su vida nómada como cazadores-recolectores a una vida más sedentaria, lo cual acabó dando lugar a la aparición de la agricultura. Ese momento crucial de la historia de la humanidad cambió para siempre la forma de vivir del ser humano. ¿Qué huellas dejo atrás este proceso? En el proyecto NEOGENE se examinó esta pregunta empleando nuevos métodos de análisis de ADN antiguo para reconstruir la historia de esta transición fundamental en la historia de la humanidad. El proyecto recibió financiación del Consejo Europeo de Investigación. «Tuvimos la suerte de poder aplicar estos métodos a las enormes colecciones de esqueletos disponibles para responder por fin a algunas preguntas inveteradas», explica Mehmet Somel, genetista evolutivo de la Universidad Técnica de Oriente Próximo y coordinador del proyecto NEOGENE.

Nuevas técnicas para muestras antiguas

Los investigadores trabajaron con muestras antiguas de esqueletos humanos procedentes de Çatalhöyük, un gran asentamiento neolítico en el sur de Anatolia, cuya excavación y mantenimiento está en marcha desde hace muchos años. «Sin duda los arqueólogos y antropólogos de estas excavaciones llevaban mucho tiempo deseando conocer las relaciones genéticas existentes entre esas antiguas personas», agrega Somel. Somel y sus colaboradores se propusieron responder a estas preguntas mediante la extracción, la secuenciación y el análisis de información genómica de huesos y dientes antiguos. «La mayoría de los esqueletos que estudiamos no tenían ADN humano utilizable, ya que las moléculas se habían degradado por completo —explica Somel—. Pero, gracias a su tenaz trabajo, el equipo logró obtener un conjunto de datos lo baste grande para su análisis». Los arqueólogos del equipo también recopilaron datos sobre la cultura material procedentes de la bibliografía, lo que dio lugar a un conjunto de datos único sobre los poblados neolíticos. Esos datos incluían información sobre prácticas funerarias especiales o tipos de herramientas. A continuación, se compararon los patrones de similitud cultural de ese conjunto de datos con los patrones de similitud genética.

Descubrir la evolución de las estructuras sociales y las interacciones culturales

El equipo encontró un resultado muy sorprendente en Çatalhöyük: en muchos edificios, los miembros de diferentes familias biológicas fueron enterrados juntos y la alimentación de bebés no emparentados del mismo edificio era muy parecidas, tal y como se pudo determinar con el análisis de isótopos. Ello sugiere la aparición de un nuevo paradigma en las relaciones familiares durante esta época. «Una posibilidad es la acogida o unión de miembros de distintas familias biológicas para utilizar los mismos edificios —comenta Somel—. En cualquier caso, nuestro descubrimiento respalda la teoría de que el parentesco en muchas sociedades no tiene una base genética». Otro resultado importante tenía que ver con las relaciones de género. Los estudios de ADN antiguo de los últimos años han sugerido varias veces que las primeras sociedades agrícolas europeas eran muy patrilocales, es decir, que los hombres permanecían y las mujeres se desplazaban entre aldeas. Sin embargo, el equipo no encontró pruebas de ello. Por el contrario, las personas de Çatalhöyük enterradas en los mismos edificios estaban frecuentemente emparentadas por línea materna, lo cual sugiere que los edificios se transmitían de generación en generación a través de las mujeres. «Todo ello nos hace pensar que, en la sociedad de Çatalhöyük, las mujeres quizá tenían papeles más destacados, algo que los arqueólogos ya habían sugerido hace tiempo», agrega Somel.

Ampliar el análisis a otras sociedades

El mensaje inequívoco de esta investigación, apunta Somel, es que la organización social y la cultura humanas pueden ser muy diversas, algo que, según él, la sociedad puede olvidar a menudo. «La cultura humana ha variado y cambiado muchísimo y sin parar, y seguirá haciéndolo —recalca Somel—. Nuestras estructuras sociales actuales, incluidas las relaciones familiares, estatales y económicas, son cualquier cosa menos permanente».

Palabras clave

NEOGENE, organización social, Neolítico, agricultura, ser humano, cambio, evolución, interacciones culturales

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