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Energy Efficiency through behaviour change transition strategies

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La importancia del contexto cultural en el éxito de las campañas de eficiencia energética

En el proyecto ENCHANT, financiado con fondos europeos, se probaron en condiciones reales intervenciones de cambio de comportamiento bien consolidadas, lo que permitió emparejar a los usuarios de energía con la técnica con más probabilidades de reducir su consumo de energía.

El comportamiento humano determina en último término el éxito de las políticas en materia de eficiencia energética. Por ende, comprender qué motiva a las personas a actuar de una forma determinada es fundamental para influir en el cambio. «Si bien hemos aprendido mucho de los estudios de prueba a pequeña escala, ahora necesitamos ampliar los esfuerzos para lograr un cambio significativo», comenta Christian Klöckner, coordinador del proyecto ENCHANT. En ENCHANT se llevaron a cabo quince estudios de prueba, cada uno de los cuales aplicaba al menos una de siete intervenciones de cambio de comportamiento. Su equipo comparó los resultados con grupos de referencia en los que no se efectuó ninguna intervención. Los estudios de prueba, que incluían desde una pocas personas hasta millones de personas, se centraron sobre todo en el consumo doméstico de electricidad. Se calcula que las intervenciones del proyecto han reducido el consumo de energía primaria en nada menos que 195 gigavatios. «Además creemos que los participantes en el proyecto acabaron invirtiendo unos 5,1 millones EUR en medidas de eficiencia energética doméstica, como el aislamiento», añade Klöckner, catedrático de Psicología Social en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. Sin embargo, en el proyecto se descubrió que no es sencillo inferir la causalidad de intervenciones específicas, en parte debido al papel del contexto cultural.

Pruebas en la matriz de intervención

En ENCHANT se demuestra tanto el potencial como las limitaciones de las campañas de cambio de comportamiento, y se hace hincapié en la importancia de establecer expectativas realistas sobre los niveles de interés y participación. El proyecto contó con la participación de once socios, entre los que se incluían empresas de servicios energéticos, municipios y organizaciones no gubernamentales, de seis países, a saber: Alemania, Austria, Italia, Noruega, Rumanía y Turquía. «Esto nos proporcionó canales de uso rutinario, como facturas o boletines informativos, a través de los cuales llevar a cabo nuestros estudios, así como acceso a una amplia variedad de datos sobre el comportamiento energético europeo», explica Klöckner. Más de dos mil quinientos hogares se inscribieron en una plataforma en línea desarrollada por ENCHANT para probar campañas de eficiencia energética, ya fueran independientes o en diversas combinaciones. Las técnicas de intervención de las campañas para influir en el consumo de energía incluían incentivos monetarios, comunicación de normas sociales, comentarios de las personas, consejos prácticos simplificados, compromisos privados o públicos y un concurso. Se observaron grandes diferencias culturales entre las distintas técnicas probadas en la plataforma. Aunque los consejos prácticos para ahorrar electricidad que se comunicaron a través de la plataforma fueron recibidos de forma positiva en todos los países, algunas intervenciones solo funcionaron en casos concretos. Por ejemplo, los concursos tuvieron más éxito en Alemania, mientras que las comunicaciones de estímulo del comportamiento, que informan a los participantes sobre los comportamientos de sus iguales (las denominadas «normas sociales»), funcionaron mejor en Noruega. Curiosamente, el perfil psicológico fue bueno a la hora de predecir qué consejos de ahorro energético comunicarían como adoptados los participantes. Sin embargo, el consumo real de energía, medido en kWh, no coincidía con esas afirmaciones. «Necesitamos efectuar más estudios para averiguar por qué es así, pero podría ser simplemente que, aunque solo una persona lo afirmará, en realidad fueran varios miembros del hogar los que consumieran la energía —dice Klöckner—. Esto nos recuerda que, dado que el consumo de energía está determinado en mayor medida por aspectos socioestructurales, como el tamaño de los hogares y las infraestructuras disponibles, el margen para influir en el cambio es pequeño».

Herramientas inteligentes más ecológicas

Los datos de la plataforma del proyecto se utilizaron para entrenar un algoritmo de aprendizaje automático, el cual predice qué intervención tiene más probabilidades de reducir el consumo de energía futuro. En último término, el objetivo es que la tecnología se integre en las aplicaciones de las empresas de servicios públicos. «Observamos que muchas empresas de servicios públicos están cambiando su valores y actitudes, es decir, la maximización de los beneficios de la venta de energía, para ofrecer servicios flexibles que reduzcan el consumo; queremos ayudar a promover ese cambio», concluye Klöckner.

Palabras clave

ENCHANT, cambio de comportamiento, energía, consumo de energía, servicios públicos, hogares, algoritmo, políticas

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