Las enfermedades prehistóricas arrojan luz sobre las migraciones humanas
Las nuevas técnicas de análisis genético permiten estudiar con más detalle la repercusión de las enfermedades en los fenómenos migratorios de Europa Oriental y Central durante un período de unos tres mil años, a finales de la Edad de Piedra y principios de la Edad de Bronce. Los cambios se han atribuido indistintamente a la búsqueda de nuevas fuentes de alimentos, los cambios climáticos y económicos, el crecimiento masivo de la población, las transformaciones sociales y las nuevas enfermedades infecciosas. «Se ha subestimado la importancia de las enfermedades como un posible factor en los desplazamientos humanos durante esos períodos de transformación», explica el coordinador del proyecto, Wolfgang Haak, del Departamento de Arqueogenética en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania). Señala que la reciente pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto el grado de perturbación que pueden causar las epidemias o pandemias. En el proyecto PALEoRIDER, de cinco años de duración y financiado por el Consejo Europeo de Investigación, se documentaron los perfiles genéticos de más de mil restos humanos antiguos procedentes de regiones clave de Europa que experimentaron cambios transformadores, así como su exposición a agentes patógenos. Estos datos se combinaron con análisis arqueológicos e históricos. «Al estudiar los dientes, tuvimos acceso a patógenos potenciales. Podemos examinar las enfermedades que esas personas podrían haber contraído», afirma Haak. Esto es similar al trabajo sobre genómica de patógenos antiguos en el marco del proyecto APGREID.
Recopilación de datos genómicos mediante técnicas de captura de ADN
Se creó una gran base de datos genómicos enriquecidos y comparables tanto de humanos como de patógenos procedentes de yacimientos arqueológicos clave. Las nuevas técnicas de captura de ADN fueron fundamentales para analizar los restos arqueológicos. «El ADN humano se ha descompuesto y fragmentado y se superpone a otro ADN ambiental, como el del suelo, los hongos y otros microbios, por lo que la fracción de ADN humano real es muy baja, ya que suele ser solo de un 1 % aproximadamente», añade Haak. «Los ensayos de captura extraen el ADN específico humano y, en concreto, las variantes del genoma humano que sabemos que existen», explica Haak. «Con los ensayos de captura se generan datos específicos de alta calidad, por lo que entre el 1 y el 10 % del ADN humano en una muestra antigua puede situarse por encima del 50 %». La cantidad de ADN patógeno en un diente es aún menor, por lo que las técnicas de captura son especialmente útiles para reconstruir una secuencia genómica. De este modo, los investigadores pueden evaluar si un rastro patógeno es moderno o presenta daños en el ADN que indiquen que es antiguo, controlando al mismo tiempo la ascendencia genética de fondo en los humanos, para evitar falsos positivos.
Primeras evidencias de enfermedades
«Pudimos corroborar evidencias anteriores de una serie de patógenos, en particular, las primeras formas de “Yersinia pestis” o la peste durante los inicios de la Edad de Bronce, así como la “Salmonella enterica” y virus prehistóricos como el de la hepatitis B», señala. El número inesperadamente elevado de patógenos detectados a lo largo del tiempo sugiere que las enfermedades infecciosas, como «Y. pestis», aparecieron más de tres mil años antes de los primeros brotes atestiguados por fuentes escritas, lo que ofrece una explicación alternativa a los reemplazos de población a gran escala.
Más interacción de lo que se creía
«Hace unos cinco mil años observamos un cambio genético en la mayor parte de Eurasia Occidental, con la expansión de las sociedades de pastores procedentes de las estepas orientales. En esa época, también vemos la primera aparición de una forma temprana de «Y. pestis» y muchos casos de individuos que dieron positivo, no en fosas comunes, sino en nichos normales. No hay una sola cepa emergente, sino muchas. En este mundo “globalizado” de la Edad de Bronce hay mucho contacto, movilidad, intercambio y transferencia de conocimientos, lo que se refleja en la historia de las interacciones entre humanos y patógenos», añade Haak. «Los grandes interrogantes, aún sin resolver, son los orígenes y el modo de transmisión, es decir, si se propagaron con los primeros pastores o pueden atribuirse en general al nuevo estilo de vida pastoril, que trajo consigo una interacción más estrecha con los animales, contrayendo enfermedades que se transmiten de una especie a otra».
Palabras clave
PALEoRIDER, Edad de Bronce, Edad de Piedra, genética, ADN, captura de ADN, pandemias, genómica, arqueología, enfermedades prehistóricas, migración humana, dientes, peste, «Yersinia pestis», «Salmonella enterica», hepatitis B