Alimentación emocional: cómo determinan las emociones los trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia, la bulimia y el trastorno de sobreingesta compulsiva afectan a millones de europeos, aunque aún se desconoce sus causas. «Existe una discusión apasionada sobre si estos trastornos son todos lo mismo o son afecciones diferentes, así como cuáles son los factores de riesgo», explica Jens Blechert, coordinador del proyecto financiado con fondos europeos NewEat. Y añade: «También existe controversia sobre qué determina el trastorno de sobreingesta compulsiva, por un lado, y la restricción, el ayuno extremo y la anorexia, por el otro. Creemos que la alimentación emocional es una dimensión esencial que caracteriza los diferentes trastornos de la conducta alimentaria». Se habla de alimentación emocional cuando las emociones, y no el hambre, constituyen la principal causa de la sobreingesta. En aproximadamente un tercio de la población general, los antojos y el apetito aumentan de manera importante ante emociones negativas. Esto por sí solo no es patológico, comenta Blechert, pero es lo suficientemente significativo como para derivar en la sobreingesta incontrolada y el trastorno de sobreingesta compulsiva. La principal pregunta que se plantearon Blechert y su equipo en la Universidad de Salzburgo fue por qué algunas personas recurren a los atracones compulsivos y la sobreingesta, mientras otras comienzan a restringir su alimentación. «Si averiguamos que todas poseen características específicas, podríamos averiguar por qué son diferentes —recalca Blechert—. Y si el grado de sobreingesta emocional es diferente al de las personas sanas, podríamos identificar un factor implicado con padecer un trastorno de la conducta alimentaria».
Comidas felices
Para responder a esta pregunta, Blechert y sus colaboradores desarrollaron un cuestionario que fue completado por más de doscientos pacientes en clínicas para el tratamiento de trastornos de la conducta alimentaria. Además, un conjunto de pacientes acudió al laboratorio y se les sensibilizó para centrarse en emociones negativas antes de medir sus respuestas conductuales a la comida. Blechert y sus colaboradores diferenciaron las emociones en cuatro estados fundamentales, alegría, ira, tristeza y ansiedad, y, de este modo, pudieron observar cómo afectaban de manera diferente a la alimentación emocional en los distintos grupos de pacientes. «Averiguamos que cada trastorno tiene un patrón muy característico de alimentación emocional», comenta el investigador. Por ejemplo, la alegría tendía a aumentar el apetito en pacientes anoréxicos y a disminuirlo en pacientes bulímicos, mientras que los controles sanos no experimentaban casi ningún cambio. Mientras tanto, se observó el efecto contrario para la tristeza; además los pacientes sanos también tendían a comer más. La alimentación emocional era más marcada en pacientes con bulimia y trastorno de sobreingesta compulsiva, grupos que se sabe que experimentan los episodios de atracones más graves. «Previamente, los investigadores creían que la anorexia tenía más que ver con reglas y que las emociones no desempeñaban ninguna función, ya que las personas anoréxicas son muy conscientes y controladoras en lo que respecta a su alimentación», señala Blechert. «Sin embargo, esto no es así; se observa que las personas con anorexia comen menos cuando están en un estado emocional negativo, lo que sugiere que el ayuno les ayuda a lidiar con estas emociones». Por otro lado, parece que las emociones positivas les ayudan a comer más y, por lo tanto, actúan de manera «autocurativa».
Aplicación para teléfonos inteligentes
Blechert comenta que estos resultados revelan la necesidad de un cambio en la estrategia para tratar los trastornos de la conducta alimentaria: «La mayoría de las clínicas tratan por igual todos los trastornos de la conducta alimentaria, al menos en terapia grupal. Sin embargo, nuestros resultados muestran de manera fehaciente que es necesario un enfoque específico para cada trastorno». Blechert y su equipo continúan publicando los datos de los estudios. Además se proponen diseñar una aplicación para teléfonos inteligentes que puede ayudar a traducir estos resultados en herramientas para que las personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria puedan controlar sus conductas de sobreingesta. La aplicación supervisará el estado emocional del usuario a través de un cuestionario diario y, si se detectan estados de ánimo problemáticos, proporcionará consejos para evitar una alimentación malsana. «Actualmente, estamos evaluando la aplicación con un grupo pequeño, pero es demasiado pronto para decir qué beneficio adicional puede generarse», concluye Blechert.
Palabras clave
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