El colapso de la sociedad bizantina sigue envuelto en misterio
El proyecto NEGEVBYZ, financiado con fondos europeos, investigó tres emplazamientos históricos situados al sur de Israel: las poblaciones de Shivta, Elusa y Nessana. A pesar de encontrarse entre los asentamientos bizantinos mejor conservados del mundo, apenas han sido estudiados. «La historia del Néguev nunca ha sido contada y es interesante porque se trata de una sociedad compleja que surgió en un entorno vulnerable al borde del desierto», comenta el coordinador del proyecto Guy Bar-Oz.
Agricultura en el desierto
Bar-Oz y su equipo de la Universidad de Haifa descubrieron que los agricultores bizantinos habían desarrollado soluciones innovadoras para permitir que sus cultivos creciesen en un clima tan marginal y sin un suministro estable de agua. Plantaban las vides en los lechos de ríos secos, conocidos como «wadis», y limpiaban la superficie de las colinas circundantes de piedras para facilitar que la tierra de las colinas fuese arrastrada hasta el «wadi». Construían presas de tierra para recoger el agua de las crecidas en campos y cisternas. Para mejorar la baja calidad de la tierra desértica, los agricultores bizantinos construían palomares, algunos de los cuales todavía siguen en pie. El guano recogido en su base servía para fertilizar los cultivos. «El estiércol posee un gran contenido de azufre, fosfatos y magnesio, lo cual es especialmente beneficioso para los viñedos», añade Bar-Oz.
Declive y caída
Mediante esas innovaciones, la región se hizo famosa por sus vinos pero, tras tres siglos de éxito, Shivta y sus poblaciones vecinas quedaron abandonadas. Existen muchas teorías para explicarlo. La primera es que sucumbieron a la invasión islámica del año 640. La segunda es que fueron azotadas por la plaga de Justiniano que se propagó por Europa y Oriente Próximo un siglo antes. La tercera es que la región sufrió los efectos de la Pequeña Edad del Hielo de la antigüedad tardía, una bajada de las temperaturas provocada por erupciones volcánicas. Las pruebas recopiladas por Bar-Oz y su equipo muestran que la zona entró en declive mucho antes de las invasiones islámicas. «El abandono de los palomares y la agricultura, las casas y puertas tapiadas, la datación por radiocarbono de los vertederos, todo muestra que el declive se produjo entre mediados y finales del siglo VI», explica. Del mismo modo, descubrieron que el impacto de la plaga había sido limitado y el análisis isotópico de los dientes de ovejas y cabras no mostró indicios claros de cambio climático local. «A final de cuentas, ¿por qué se hundieron? La verdad es que no lo sé», añade Bar-Oz. Tiene la hipótesis de que el declive del Néguev puede haberse producido por un derrumbe de la demanda de vino cuando Europa sufrió los efectos de la plaga y el cambio climático. El equipo de NEGEVBYZ realizó las primeras investigaciones paleobotánicas de estos emplazamientos y recuperó cantidades enormes de material vegetal, polen, cereales y semillas de uvas. «Los palomares están muy bien protegidos y los pájaros llevaban materiales para los nidos y restos de comida; son una preciosa cápsula cargada de restos botánicos», señala Bar-Oz. El equipo espera identificar variedades de uva locales adaptadas a las condiciones de cultivo en el desierto. El proyecto contó con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación. «Esta financiación me permitió contratar a los mejores, abonar las mejores becas y establecer las mejores colaboraciones —concluye Bar-Oz—. Gracias a la Unión Europea, pude trabajar de forma local pero pensar de forma global».
Palabras clave
NEGEVBYZ, Néguev, desierto, Israel, Haifa, Shivta, Elusa, Nessana, uva, paloma, «wadi», oveja, cabra, agricultura