La genómica esclarece los albores de la agricultura
Hace cerca de diez mil años, durante la migración de poblaciones de humanos por la Europa meridional y central desde Oriente Próximo, se introdujeron en el continente europeo la agricultura y la ganadería, que sustituyeron el estilo de vida basado en la caza y la recolección por una hibridación limitada. En cambio, la adopción general de las prácticas agropecuarias en la Europa septentrional fue consecuencia, principalmente, de los contactos culturales, nuevamente con un intercambio de genes restringido. Los artífices del proyecto NeoGenHeritage, financiado con fondos europeos, escogieron la península Ibérica, en el extremo occidental de Europa, para estudiar las dinámicas y los cambios demográficos propios de esa transición ocurrida en el Neolítico. Los investigadores cotejaron los datos obtenidos al respecto con las rutas prehistóricas de las migraciones que se propagaron por España y Portugal para después cruzar la zona de Andorra, en dirección norte. Conjugando técnicas punteras aplicadas a restos primitivos de ADN y genómica de poblaciones humanas, los investigadores de NeoGenHeritage obtuvieron datos que abarcaron la totalidad del genoma nuclear. A continuación, analizaron los genomas a la luz de los conocimientos de genómica sobre poblaciones primitivas y modernas. En palabras del profesor Guido Barbujani, coordinador del proyecto: «Con ese método pudimos investigar la afinidad genética que hay entre las poblaciones primitivas del norte y el sur de la península Ibérica, teniendo como referencia los genomas humanos de todo el mundo». Datos genómicos punteros para tapar las lagunas de información Antes de la investigación realizada en NeoGenHeritage se disponía de datos escasos; solo se disponía de un genoma completo del Mesolítico de hace ocho mil años, aproximadamente, y de unos pocos restos del Neolítico inicial y medio. «Esos datos tienen limitaciones, ya que la mayoría de las muestras proceden de las zonas septentrional y central de España, y eso impide comparar las zonas atlántica y mediterránea, que podrían tener características demográficas distintas, en opinión de los arqueólogos», aclaró el profesor Barbujani. Otro inconveniente era la falta de marcadores genéticos, una limitación para realizar análisis. En consecuencia, el equipo de NeoGenHeritage articuló una estrategia de muestreo destinada a recuperar restos humanos contemporáneos de la transición del Neolítico en las regiones mediterránea y atlántica. El análisis de los mencionados genomas completos permite detectar diferencias que hasta ahora no se habían podido determinar entre los humanos primitivos que vivieron en esas dos regiones litorales. Rastreo de los cambios en el ADN a lo largo de las rutas migratorias Los análisis de los datos del genoma completo sugieren una mezcla de difusión cultural y demográfica tanto en el norte como en el sur de la península Ibérica. Los genomas de todas las muestras post-neolíticas presentan dos componentes principales que son típicos de los cazadores-recolectores del oeste de Europa y de los primeros agricultores-ganaderos de Oriente Próximo. Sin embargo, tras realizar análisis de la mezcla genética, es decir, de la ascendencia biogeográfica, se observaron ciertas diferencias entre las poblaciones de cazadores-recolectores de las zonas atlántica y mediterránea. Las muestras de la zona atlántica tenían más en común con los cazadores-recolectores del Mesolítico del norte de España. «La explicación más sencilla de ese hallazgo es que las poblaciones atlántica y mediterránea de la península Ibérica ya estuvieran diferenciadas antes del Neolítico —señaló el profesor Barbujani. Otra causa posible sería una hibridación localizada del acervo genético de los agricultores-ganaderos que llegaron y de los cazadores-recolectores que vivían en la zona». Análisis en busca de aclaraciones El profesor Barbujani explicó el trabajo previsto de estudio de los procesos genéticos, dinámicos y complejos, que se produjeron a lo largo de la llamada revolución del Neolítico. «Los próximos análisis consistirán en simular distintos grados de diversidad genómica, con diferentes hipótesis evolutivas, y en comparar todo ello con los datos fácticos obtenidos». El equipo contempla también emprender un estudio similar sobre el hombre de Cheddar, cuyos restos, de diez mil años de antigüedad, saltaron a los titulares de prensa por indicar por primera vez que los primeros británicos modernos tenían ojos azules, piel oscura o negra y pelo negro rizado. Así se podría conocer con más precisión las relaciones que se dieron entre los distintos pueblos europeos del Mesolítico. Al resumir los aspectos sociales y genéticos de los resultados científicos de NeoGenHeritage, el profesor Barbujani destacó lo siguiente: «Nuestros antepasados se adentraron sin cesar en nuevos territorios y, entretanto, se encontraron y mezclaron con otras poblaciones. Eso dio lugar a un mosaico muy variado de componentes genómicos que es difícil, si no imposible, de remontar hasta un único origen geográfico».
Palabras clave
NeoGenHeritage, genoma, Iberia, Neolítico, cazadores-recolectores, Mesolítico