Investigando los misterios de las profundidades oceánicas ante el cambio climático
ATLAS (A Trans-AtLantic Assessment and deep-water ecosystem-based Spatial management plan for Europe) nació a partir de la constatación de que, pese a ser uno de los océanos más estudiados de la Tierra, el Atlántico sigue albergando multitud de misterios. Además, está cambiando a un ritmo más rápido de lo que lo ha hecho durante los últimos seis millones de años. Cómo está cambiando exactamente, cómo podemos esperar que siga cambiando en el futuro y cómo podemos evitar mejor las consecuencias drásticas son algunas de las cuestiones fundamentales del proyecto. Con 34 misiones en las profundidades marinas, ATLAS ha tratado cuestiones tan variadas como la conectividad de los hábitats coralinos de las profundidades acuáticas, la gobernanza marina, la identificación de ecosistemas vulnerables y el destino de la Circulación Meridional de Retorno Atlántica. El profesor Murray Roberts, coordinador de ATLAS, comenta el enfoque del proyecto, sus hallazgos y su impacto previsto.
¿Qué tipo de lagunas de conocimiento esperaba cubrir con este proyecto?
ATLAS se centra en comprender los ecosistemas del fondo marino de las profundidades del Atlántico. Dichos ecosistemas son los más desconocidos y a la vez los más vulnerables a los crecientes impactos humanos debidos a la pesca y a la extracción de petróleo y gas de las profundidades marinas. Además, estos ecosistemas se han visto claramente afectados por las consecuencias más amplias del cambio climático mundial, como la acidificación, el calentamiento y la desoxigenación de los océanos, una situación que solo podría empeorar si se hace realidad la minería de los fondos marinos. La realidad actual es que la gestión de los ecosistemas de las profundidades marinas es muy sectorial. Cada parte interesada, desde los pescadores hasta los productores de petróleo y gas, tiene sus propios planteamientos. Además, estos planes han sido desarrollados con un escaso enfoque ecológico. Por ejemplo, las designaciones de las zonas marinas protegidas tuvieron poco o nada en cuenta la conectividad de los ecosistemas. ATLAS está creando modelos matemáticos de cómo se conectan las áreas principales simulando cómo se transferirían las larvas a lo largo del Atlántico.
¿Cuáles son los aspectos más innovadores de su enfoque?
Basamos todo nuestro trabajo en las características físicas del Atlántico. A partir de ahí, utilizamos este sólido conocimiento de las corrientes oceánicas para estudiar el funcionamiento del ecosistema, la biodiversidad/biogeografía y la conectividad. Por otra parte, integramos en nuestro trabajo análisis socioeconómicos y las percepciones de las personas sobre los ecosistemas de las profundidades marinas. El papel de las personas y las opiniones personales se ignora demasiado a menudo o no se toma en serio. Sin embargo, las ciencias sociales y la política se encuentran en la base de todo lo que hace ATLAS.
¿Podría contarnos algo más sobre las expediciones que han organizado? ¿Cuál fue el alcance de sus misiones y cómo se seleccionaron los casos prácticos?
Hasta el momento, ATLAS ha dirigido o participado en 34 expediciones en alta mar. Si tuviera que destacar dos, probablemente elegiría la expedición MEDWAVES de 2016, dirigida por el Instituto Español de Oceanografía, y nuestra colaboración de dos años con Canadá para estudiar las agregaciones de esponjas en el estrecho de Davis. La primera expedición tenía como finalidad comprender en qué medida influye el agua mediterránea saliente sobre la biodiversidad y la biogeografía de los montes marinos en su transcurso desde España hasta las Azores. El equipo de MEDWAVES está explorando importantes hipótesis científicas sobre la manera en que están vinculados ecológicamente el Mediterráneo y el Atlántico. La segunda expedición requirió que ATLAS trabajase a bordo del rompehielos de la guardia costera canadiense «Amundsen» para estudiar la zona, evaluar el suministro de alimentos de las esponjas y dejar las sondas a largo plazo de nuestros socios de Estados Unidos que habían sido recogidas a principios de verano. La expedición «Amundsen» constituye un ejemplo perfecto de cómo ATLAS impulsó la colaboración transatlántica para lograr resultados que no habrían sido posibles de otro modo.
¿Cuáles diría que fueron sus logros más importantes? ¿Podría proporcionar uno o dos ejemplos concretos?
Hay demasiados entre los que elegir. Hemos publicado 59 artículos con revisión por pares y actualmente tenemos otros 74 en preparación. Probablemente señalaría las publicaciones en «Nature» y «Science» del paquete de trabajo de física. El artículo publicado en «Nature» por Thornalley «et al.» es particularmente importante porque demuestra que la principal circulación de retorno del Atlántico, que regula el clima distribuyendo el calor por todo el mundo y cuyo posible colapso inspiró el éxito de taquilla de 2004 «El día de mañana», ya está circulando más lentamente de lo que pensábamos. Además, se prevé que siga ralentizándose con el cambio climático mundial. Hay muchos otros problemas de los que podríamos hablar, desde los microplásticos hasta la política marina y la economía, y el proyecto los abarca todos.
¿Cuáles son las principales recomendaciones de crecimiento azul resultantes del proyecto?
Las principales recomendaciones están asociadas con la importancia global de conocer mejor los ecosistemas. Necesitamos saber cómo responderán a los cambios en las condiciones oceánicas ANTES de desarrollar planes de gestión. Por ejemplo, ATLAS ha proporcionado información que ha servido de base para una serie de importantes negociaciones de las Naciones Unidas destinadas a crear un nuevo instrumento jurídico para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad en zonas más allá de la jurisdicción nacional, lo que se conoce como el proceso BBNJ. Estuvimos presentes en los comités de preparación y lo estamos también en las conferencias intergubernamentales en curso. La tercera conferencia intergubernamental se celebró en la sede de las Naciones Unidas en agosto y nuestro equipo de política ha realizado un importante trabajo allí. Hay muchos otros ejemplos, incluido nuestro trabajo en Ocean Business a primeros de este año y otros proyectos que se encuentran en desarrollo. Por ejemplo, hemos estado analizando cómo podría adaptar sus operaciones la industria petrolera teniendo en cuenta los hallazgos de ATLAS.
¿Cuál espera que sea el impacto a largo plazo de ATLAS, especialmente teniendo en cuenta las recientes aceleraciones de los desastres naturales inducidos por el cambio climático y la creciente concienciación pública?
Esperamos que el proyecto dé lugar a una mejor gestión de los océanos y nos hemos implicado profundamente en el proceso político-científico para lograrlo. También ponemos a las personas en el núcleo de todo lo que hacemos, lo cual debería ayudarnos a tener un impacto a largo plazo. Por ejemplo, hemos desarrollado nuevos materiales formativos en colaboración con nuestro socio educativo en Dynamic Earth, una de las principales atracciones europeas centradas en las ciencias de la Tierra, y con una nueva galería oceánica para mostrar el trabajo de ATLAS.
¿Cuentan con algún plan de seguimiento?
Sí, tenemos varios planes en marcha. El mayor ejemplo es el nuevo proyecto de Horizonte 2020 «iAtlantic; an integrated assessment of Atlantic marine ecosystems in space and time» (iAtlantic; una evaluación integrada en el espacio y el tiempo de los ecosistemas marinos del Atlántico). También soy el coordinador de este proyecto. Además, hemos creado un consorcio que toma el enfoque de ATLAS y expande aspectos de su trabajo al océano Atlántico en toda su profundidad y extensión, en colaboración con socios de Argentina, Sudáfrica, Brasil, Canadá y los Estados Unidos.