Los virus y el genoma humano: nuevas ideas sobre una relación antigua
La propensión a sufrir infecciones víricas es distinta en cada persona e incluso algunos individuos expuestos a virus durante periodos prolongados no llegan a sufrir una infección. ¿A qué puede deberse? Investigadores italianos del Instituto Científico de Investigación, Hospitalización y Servicios Sanitarios E. Medea (IRCCS), la Universidad de Milán y el Politécnico de Milán (todos de Italia) han hallado la respuesta y su trabajo podría dar lugar a nuevos tratamientos contra las infecciones. Los resultados de su estudio, financiados en parte por la UE, se han publicado en un artículo en la revista Public Library of Science (PLoS) Genetics. Se sabe que la genética desempeña una función crucial en la propensión a padecer infecciones víricas. No obstante, se cree que las variantes genéticas protectoras identificadas hasta la fecha sólo representan una pequeña proporción del total y que deben quedar muchas más por descubrir. Para aclarar completamente esta cuestión, los investigadores analizaron el genoma de 52 poblaciones procedentes de distintas partes del planeta expuestas a una gran variedad de virus. Sus descubrimientos se realizaron en el marco de los proyectos financiados con fondos comunitarios EMPRO («Proyecto europeo de microbicidas»), AVIP («Proyecto integrado para lograr una vacuna contra el SIDA») y NGIN («Nueva generación de inmunógenos VIH-1 que presentan anticuerpos neutralizantes ampliamente reactivos»). EMPRO y AVIP recibieron 11,8 millones de euros y 10,3 millones de euros respectivamente del área temática «Ciencias de la vida, genómica y biotecnología aplicadas a la salud» del Sexto Programa Marco (6PM). Los fondos comunitarios destinados a NGIN proceden del tema «Salud» del Séptimo Programa Marco (7PM) y se elevan a 7,53 millones de euros. Los virus han sido durante siglos, junto a las hambrunas y las guerras, una de las principales amenazas al progreso y la supervivencia del ser humano. Además, algunos estudios han demostrado que, cuando infectan el código químico a partir del cual se crea todo el material genético, los virus persisten en el organismo a modo de registro histórico. Cuando se logró completar el mapa del genoma humano en 2003 se descubrió un hecho sorprendente: nuestro cuerpo contiene una enorme cantidad de restos de retrovirus endógenos. ¿Pero qué función ha desempeñado este ADN (ácido desoxirribonucleico) vírico en nuestra evolución y qué efectos tiene en nuestra fisiología? Para hallar respuesta a estas preguntas, los investigadores indagaron en el genoma humano en busca de indicios de selección natural, la evolución de mutaciones genéticas positivas, que se hubieran producido durante los últimos 200.000 años de evolución humana. Concretamente se centraron en mutaciones de cromosomas denominadas polimorfismos de nucleótido simple o SNP. Con el paso del tiempo los cromosomas se rompen en puntos al azar y se recombinan para crear nuevas variantes del mismo. Si se produce una mutación positiva, la cantidad de copias del cromosoma aumenta con rapidez en la población debido a que sus portadores cuentan con más probabilidades de sobrevivir y reproducirse. Los investigadores se plantearon si la gran incidencia de virus en lugares de clima benigno, como por ejemplo las regiones cálidas y húmedas de África, provoca un mayor número de este tipo de mutaciones genéticas. Al relacionar la cantidad de mutaciones distintas con los virus, los investigadores se encontraron con que más de 400 mutaciones distintas en 139 genes determinan en gran medida el riesgo de que una persona contraiga una infección vírica. Tal y como lo habían previsto en su hipótesis, descubrieron que gran cantidad de estos genes habían sufrido un proceso de selección y que se habían extendido más mutaciones genéticas por poblaciones infectadas por un número elevado de distintos virus. Partiendo de estos descubrimientos dedujeron que muchos de estos genes nos predisponen en mayor o menor medida a sufrir infecciones víricas. A pesar de que los resultados de este estudio distan mucho de ser concluyentes, los investigadores han logrado aclarar una cuestión que tenía en ascuas a la comunidad científica. El siguiente paso a dar en los próximos dos años será la obtención de respuestas más definitivas mediante estudios complementarios en grupos humanos de mayor tamaño. Hasta entonces, la Dra. Manuela Sironi del IRCCS y sus colegas proponen que este método combinado se utilice para identificar genes que aumentan o reducen el riesgo de padecer infecciones provocadas por otros microbios como las bacterias.
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Italia