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La bomba de relojería de la diabetes

Datos publicados por la Federación Internacional de la Diabetes (IDF) durante el XX Congreso Mundial sobre la Diabetes celebrado esta semana en Montreal (Canadá) indican un enorme aumento en la cantidad de personas que sufren esta enfermedad, desde los 30 millones de casos ide...

Datos publicados por la Federación Internacional de la Diabetes (IDF) durante el XX Congreso Mundial sobre la Diabetes celebrado esta semana en Montreal (Canadá) indican un enorme aumento en la cantidad de personas que sufren esta enfermedad, desde los 30 millones de casos identificados en 1985 hasta los casi 300 millones de hoy en día. Las cifras, extraídas del Atlas de la Diabetes de la IDF, muestran que más de la mitad de los pacientes de diabetes tienen entre 20 y 60 años de edad y que la mayoría de ellos proceden de países de renta baja o media. Las predicciones actuales indican que si no se frena este ritmo de crecimiento, en 2030 habrá cerca de 435 millones de diabéticos. El profesor Jean Claude Mbanya, presidente de la IDF, declaró: Los datos del último Atlas de la Diabetes publicado por la IDF muestran que la epidemia se encuentra fuera de control. Perdemos terreno en la lucha contra su contención. Ningún país está a salvo, ni ninguno está dotado de los medios para repeler a este enemigo común.» La diabetes ya es una amenaza grave en todo el mundo que afecta casi al 7% de la población del planeta. Provoca la muerte de casi cuatro millones de personas al año y es la causa principal de males como la insuficiencia renal, infartos de miocardio, ictus, amputaciones y ceguera. También ejerce una presión enorme sobre los recursos sanitarios y se calcula que en 2010 supondrá el 11,6% del gasto mundial sanitario. La diabetes también es una amenaza para la prosperidad económica y el crecimiento. El 80% del gasto sanitario destinado al cuidado de los diabéticos se produce en los países ricos, pero el 70% de los afectados vive en países pobres, donde la gente ha de pagar de su bolsillo los tratamientos a los que se somete, lo que provoca que muchas familias se hundan aún más en la pobreza. La diabetes puede ser de tipo 1 y tipo 2. Entre el 85% y el 95% de los casos pertenecen a esta segunda categoría. La de tipo 1, denominada también diabetes insulinodependiente, es una enfermedad autoinmune provocada por la destrucción de células pancreáticas productoras de insulina. Es imposible prevenirla y los pacientes han de inyectarse insulina de forma regular para controlar el nivel de azúcar en la sangre. La diabetes de tipo 2 está provocada por la presencia de una elevada concentración de glucosa en la sangre, lo cual se debe a una producción deficiente de insulina. Se calcula que el 60% de los casos podría prevenirse si se siguiera una dieta saludable, se practicara ejercicio y se evitara la obesidad. «Los gobiernos deben invertir en acciones que se extiendan más allá del sector sanitario entendido formalmente, sobre todo en promocionar dietas más saludables y actividad física para reducir la obesidad y el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2», afirmó el profesor Nigel Unwin, quien participó en la elaboración del Atlas de la Diabetes de la IDF. «Sin un plan de prevención efectivo, la diabetes desbordará los sistemas sanitarios y obstaculizará el crecimiento económico.» Estados Unidos posee la tasa más alta de incidencia de la diabetes en todo el mundo, pues afecta al 10,2% de la población adulta. Las cifras también están aumentando a gran velocidad en Oriente Próximo y el norte de África, así como en China, Alemania, India, Indonesia, Japón y Pakistán. La IDF ha advertido de que los servicios sanitarios de todo el mundo carecen de los recursos necesarios para hacer frente a esta amenaza y deben mantenerse alerta, puesto que de lo contrario se producirán graves consecuencias. «No es exagerado decir que esta epidemia es una cuestión sanitaria urgente de envergadura mundial», afirmó el profesor Mbanya. «Es preocupante que los líderes mundiales estén cruzados de brazos mientras que se consume la mecha que hará explotar la bomba de la diabetes, que afecta gravemente a familias, países y economías sin que se le oponga apenas resistencia. Gobiernos, agencias humanitarias y la comunidad internacional deben coordinar sus acciones para parar esta amenaza ahora, antes de que la bomba les explote en las manos.»

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