Más implicación social en las decisiones relativas a la nanotecnología
Pese a los admirables esfuerzos por lograr que la sociedad se implique en las decisiones relativas a nuevas tecnologías como la nanotecnología, es necesario replantearse profundamente estos intentos, según indica un nuevo informe del proyecto financiado con fondos comunitarios DEEPEN («Profundización del compromiso ético y la participación en las nanotecnologías emergentes»). DEEPEN recibió fondos por valor de 894.000 euros de la línea presupuestaria «Ciencia y sociedad» del Sexto Programa Marco (6PM) de la Unión Europea. El proyecto, de tres años de duración, reunió a expertos en ética, filosofía y ciencias sociales y políticas procedentes de Alemania, Países Bajos, Portugal y Reino Unido. «Es fantástico que haya un avance hacia un diálogo público y un desarrollo más responsable de las nuevas tecnologías, pero en la actualidad este progreso no es suficiente», comentó el coordinador del proyecto, el profesor Phil Macnaghten de la Universidad de Durham. «En cuanto a la nanotecnología, opinamos que la sociedad está deseosa de contribuir a dar forma al desarrollo tecnológico. Sin embargo, los procesos políticos aún no tienen este hecho totalmente en cuenta. Nos gustaría que cambiaran los términos en los que tiene lugar este debate.» La nanotecnología consiste en manipular materia a nivel molecular y tiene aplicaciones posibles en campos tan diversos como la medicina, comunicaciones, energía y medio ambiente. Incluso cuando la nanotecnología acababa de emerger, había conciencia de que estas nuevas y fascinantes tecnologías tenían que desarrollarse de manera responsable y de que era necesario abordar las inquietudes de la sociedad con respecto a la seguridad. Tal y como los investigadores señalan en su informe, esto planteó un dilema para los políticos: ¿cómo podían regular esta tecnología de manera favorable a la innovación, pero sin pasar por alto la inquietud de la sociedad y los posibles riesgos medioambientales y sanitarios? El proyecto DEEPEN se propuso analizar de qué manera la comunidad nanocientífica concibe la ética y la responsabilidad e investigar cuál es la opinión de la sociedad acerca de estas nuevas tecnologías. Al final, elaboró una serie de recomendaciones para ayudar a los responsables políticos y a los científicos a mejorar la forma en la que se comunican con la sociedad en lo referente a estos temas. Según el informe, un obstáculo importante es la creencia extendida de que los «científicos hacen ciencia, mientras que la sociedad y los éticos se ocupan de las implicaciones sociales o éticas». Esto refleja la presunción de que hay que impulsar los beneficios de la nanotecnología, mientras que la ética actúa como «freno al progreso», señalan los socios del proyecto. Los autores destacan que para progresar se debe poner fin a esta división de las responsabilidades. Los códigos de conducta son una de las soluciones posibles, sugieren. Además, los organismos de financiación pueden propiciar el cambio si exigen a sus beneficiarios que tengan en consideración los factores éticos y sociales. Una lección clave del proyecto es que las actitudes de las personas respecto a las nanotecnologías son bastante complejas y no se pueden clasificar simplemente como «positivas» o «negativas». «Debemos ir más allá de la división entre "a favor o en contra", superar el debate en torno a "riesgos frente a beneficios", y comprender que los juicios que todos hacemos sobre la nanotecnología, seamos científicos, políticos o legos en la materia, no se resumen fácilmente marcando casillas en encuestas», se lee en el informe. Los investigadores recomiendan que se recapacite más sobre el modo de medir las opiniones de la población, la forma en la que se interpreta a la sociedad y se la involucra en diversas iniciativas. Los socios del proyecto instan a los responsables políticos a que sean innovadores a la hora de proponer formas de que la sociedad tenga voz en el proceso de toma de decisiones. Además, les animan a explorar diferentes formatos para implicar a la sociedad. Sin embargo, destacan que «la participación social se debe entender como un conjunto de iniciativas y no como eventos aislados. Se debe crear un debate público tanto flexible como diverso». Los investigadores también sugieren que el debate debería atender menos a ideas altamente especulativas sobre lo que debería ser la nanotecnología en un futuro lejano y centrarse en su situación actual. El profesor Macnaghten concluye: «Queremos que nuestro análisis resulte útil a quienes se encuentran a la vanguardia de las decisiones científicas y que, a la vez, transmita un mensaje de cuestionamiento de la forma en la que se están haciendo las cosas.»