Científicos siguen la trayectoria de microorganismos marinos
Dos equipos de científicos han realizado descubrimientos de gran utilidad para comprender la distribución de los microbios planctónicos en los océanos. Sus respectivos estudios, publicados en la revista Science, amplían nuestros conocimientos sobre la biodiversidad marina y muestran que ni las diatomeas (un grupo de algas microscópicas) ni las bacterias marinas siguen los mismos patrones que los organismos más grandes. Con el apoyo del programa de movilidad Marie Curie de la Comisión Europea, el Dr. Pedro Cermeño de la Universidad de Vigo (España) estudió la dispersión de las diatomeas para probar una hipótesis formulada por primera vez hace más de doscientos años: cuando se trata de especies microbianas, «todo está en todas partes, pero el entorno es el que hace la selección». El Dr. Cermeño y sus colegas estudiaron fósiles de comunidades de diatomeas originadas en medios oceánicos abiertos y muy lejanos entre sí para comprobar la importancia tanto de la selección ambiental como de la limitación de dispersión de cara a la distribución de estas «morfoespecies» en los océanos del mundo. Las especies más grandes se propagan espacialmente desde su centro de origen. Cuanto más alejados de dicho centro, menos tendrán en común entre sí los individuos de una misma especie. Pero el estudio sobre los fósiles sugiere que, al parecer, esta dispersión no se cumple en las diatomeas; su propagación no se ve limitada de la misma forma que la de los animales más grandes. Entre otras razones, porque el medio marino impide que se produzca un aislamiento geográfico durante largos periodos de tiempo. «Nuestros resultados indican que los patrones de biodiversidad y macroevolución a nivel microbiano difieren fundamentalmente de los de las plantas y animales macroscópicos, lo que contradice la idea de que todos los seres vivos siguen normas evolutivas y ecológicas similares», concluyen los científicos. El segundo estudio publicado en Science corrobora esta conclusión. En él se explica el descubrimiento de un gran número de bacterias anaerobias termófilas en sedimentos por debajo de los cero grados en el Océano Ártico, cerca de la isla de Spitsbergen (Noruega). El análisis de la distribución de estas bacterias podría ayudar a localizar filtraciones de fluidos desde hábitats cálidos del fondo marino y revelar la existencia de reservas de petróleo submarinas hasta ahora desconocidas. El Dr. Casey Hubert, de la Universidad de Calgary (Canadá) e investigador jefe del estudio, especula que las bacterias encontradas en los sedimentos árticos podrían tener su origen en una reserva profunda de petróleo a presión. Esta reserva habría liberado hidrocarburos que habrían arrastrado las bacterias hasta la superficie acuática. La hipótesis alternativa del grupo de investigación es que las corrientes oceánicas podrían haber arrastrado las bacterias desde sus hábitats originales, fuentes hidrotérmicas y puntos de concentración de biodiversidad, y haberlas depositado en el Ártico. «Las similitudes genéticas con las bacterias de las reservas de petróleo submarinas calientes son sorprendentes», afirmó el Dr. Hubert. «Esperamos que con los próximos estudios se pueda localizar la fuente, o fuentes, de estos microbios desplazados. Esto podría tener aplicaciones interesantes si realmente provinieran de reservas de petróleo con escapes.» Las bacterias termófilas, una vez apartadas de sus hábitats calientes y hostiles, hibernan como esporas en sedimentos más fríos. En este estado de letargo pueden resistir condiciones adversas durante largos periodos de tiempo, tras los que pueden volver a cobrar vida. «Las bacterias termófilas del Ártico podrían ocultar la clave de enigmas más amplios de la biogeografía», afirmó el Dr. Hubert.
Países
Austria, Canadá, Alemania, Dinamarca, Estados Unidos