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La sequía amenaza el sumidero de carbono del Amazonas

Un equipo internacional de investigadores opina que las sequías pueden influir negativamente en la capacidad del bosque amazónico para absorber carbono de la atmósfera. Esta inquietud se deriva del hecho de que una sequía reciente ralentizó el crecimiento de esta vasta selva. ...

Un equipo internacional de investigadores opina que las sequías pueden influir negativamente en la capacidad del bosque amazónico para absorber carbono de la atmósfera. Esta inquietud se deriva del hecho de que una sequía reciente ralentizó el crecimiento de esta vasta selva. Los hallazgos proceden de un estudio que abarcó un periodo de treinta años y que se ha publicado en Science. Los científicos, dirigidos por el profesor Oliver Phillips de la Universidad de Leeds (Reino Unido), postulan que el cambio climático podría acelerarse por efecto de las pérdidas de carbono y alteraciones de los equilibrios energéticos de la superficie que tendrían lugar si los bosques del Amazonas se secaran en este siglo. «La selva del Amazonas lleva muchos años contribuyendo a frenar el cambio climático. Pero es extremadamente peligroso depender de este "subsidio" que presta la naturaleza», explicó el profesor Phillips, autor principal del estudio. «Si el rendimiento de los sumideros de carbono del planeta fuera nulo o negativo, lo cual es posible según nuestras indagaciones, los niveles de dióxido de carbono aumentarían a aún mayor velocidad. Para estabilizar el clima harán falta recortes aún más estrictos de las emisiones.» El equipo científico, formado por 68 investigadores, estudió la sequía más aguda registrada en el Amazonas en los últimos 100 años. Según el profesor Phillips, la sequía de 2005 acabó con muchos árboles y provocó una emisión de gases de efecto invernadero superior a las emisiones anuales de Europa y Japón. Los datos disponibles indican que, mientras que en la década de los años ochenta el bosque amazónico absorbía dos mil toneladas de dióxido de carbono anualmente, en la sequía de 2005 se perdieron tres mil toneladas. «El impacto total fue la liberación de cinco mil toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera», informó el profesor Phillips. «A simple vista parecería que el bosque en su mayor parte fue ajeno al fenómeno, pero nuestras informaciones demuestran que se aceleró la tasa de mortalidad de los árboles», aseguró el investigador de la Universidad de Leeds. «Se trata de una vasta región, por lo que incluso leves alteraciones ecológicas pueden causar un impacto de gran envergadura en el ciclo del carbono de la Tierra.» A diferencia de lo que creen algunos, la sequía de 2005 se debió a «temperaturas tropicales elevadas en la superficie marina en el Atlántico Norte, y no a El Niño, como suele suceder en la Amazonia», afirman los autores. «Lo ocurrido en 2005 puede ser representativo de las condiciones climáticas futuras.» El Amazonas atesora más del 50 % de los bosques terrestres y acoge una inmensa variedad de especies. «Algunas especies, por ejemplo de palmera, se mostraron especialmente vulnerables», indicó otro de los autores, Abel Monteagudo, del Jardín Botánico de Missouri, Oxapampa (Perú). «La sequía también es una amenaza para la biodiversidad.» Los investigadores, que pertenecen a 40 instituciones de 13 países distintos, midieron los cambios en la cantidad de carbono almacenado a base de evaluar más de 100 parcelas de tierra repartidas por los 600 millones de hectáreas del Amazonas y de realizar mediciones en más de 100 000 árboles. Según el estudio, la biomasa de estos bosques almacena 120 petagramos de carbono; y cada año son absorbidos (por la fotosíntesis) y liberados a la atmósfera (por la respiración) 18 petagramos, que son más del doble de lo generado por las emisiones antropogénicas de combustibles fósiles. Los bosques del Amazonas pueden influir en la concentración atmosférica de dióxido de carbono y, por ende, en el clima, y se necesita un mayor volumen de datos para validar este cálculo. Los científicos, que participan en RAINFOR («Red para un inventario del bosque amazónico»), que se dedica a estudiar las selvas del Amazonas, también registraron la cantidad de árboles nuevos y la tasa de mortalidad y, además, midió y cartografió los patrones meteorológicos. Sus trabajos muestran que el bosque del Amazonas ha sido un enorme sumidero de carbono durante un cuarto de siglo. En África se aprecia un proceso similar. «El bosque amazónico abarca una extensión de gran diversidad climática. La zona noroeste se caracteriza por intensas precipitaciones y apenas cambios estacionales, mientras que en la zona sur las estaciones están muy marcadas y son frecuentes las deficiencias prolongadas de humedad», informan los autores. En su opinión, la distribución geográfica de los árboles neotropicales «refleja su sensibilidad a la sequía, y todo impacto relacionado con la sequía será experimentado por las plantas como una desviación relativa de las condiciones ambientales de los últimos tiempos».

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