Los turnos en la comunicación humana
Las lenguas, independientemente del nivel, presentan diferentes sonidos, estructuras de palabras y formas de ordenar las palabras para componer oraciones gramaticalmente correctas. Sin embargo, a pesar de estas diferencias evidentes, existe una uniformidad subyacente en la manera sistemática de utilizar el lenguaje. Esto se observa con especial claridad en las conversaciones informales, donde realizamos turnos breves de dos segundos y nos comunicamos haciendo pausas muy pequeñas entre medias. En estas pausas es donde ha puesto su atención el proyecto INTERACT, financiado por la UE, para comprender mejor los fundamentos de las interacciones en el lenguaje. El equipo del proyecto descubrió que estos fundamentos ya se observan en una fase temprana de la ontogenia, son independientes del idioma y de la modalidad y son universales a todas las culturas. Hallazgos significativos Durante el transcurso del proyecto, los investigadores realizaron varios hallazgos notables. Por ejemplo, constataron que, en una conversación informal, la pausa entre turnos al hablar es de apenas doscientas milésimas de segundo de media, y muchas veces aún menor. Esto resulta asombroso si se tiene en cuenta que se tarda seiscientas milésimas de segundo en preparar una sola palabra para pronunciarla y mil quinientas milésimas de segundo en preparar la oración más básica. «Lo que significa esto es que nos anticipamos prediciendo el modo en que nuestro interlocutor finalizará su turno y comenzamos a producir nuestras propias palabras en cuanto disponemos de información suficiente para poder hacerlo», afirma el coordinador del proyecto INTERACT, Stephen Levinson. «Sin embargo, al mismo tiempo, tenemos que seguir escuchando, incluso mientras nos preparamos para hablar, para verificar nuestra predicción e intervenir a tiempo; se trata de una interacción multitarea intensa desde el punto de vista cognitivo». Para comprender el reto cognitivo que suponen los turnos, el proyecto se centró concretamente en el desarrollo del lenguaje en los niños. «Los lactantes que aún no han adquirido habilidades lingüísticas responden con verbalizaciones sencillas de una forma razonablemente rápida, pero a medida que aprenden a comprender y hablar, sus tiempos de respuesta se alargan mucho (son entre tres y cuatro veces más lentos que los de los adultos) y no adquieren más velocidad hasta una etapa posterior de la infancia», explica Levinson. Según éste, para responder de manera adecuada, los niños tienen que aprender a reconocer si el turno inminente corresponde, por ejemplo, a una pregunta o a una petición. «A una edad muy temprana, los niños se adaptan a señales que a menudo son muy indirectas», asegura. Volver la vista atrás para comprender el futuro A partir de sus investigaciones, el equipo del proyecto INTERACT determinó que la distribución de los turnos es más o menos constante en los distintos idiomas y culturas. También es igual en los lenguajes de signos no verbales. «El desarrollo temprano en la lactancia y el carácter universal del sistema sugieren que este podría haber sido uno de los primeros fundamentos que aparecieron en los orígenes del lenguaje», afirma Levinson. «De hecho, los turnos de voz entre interlocutores se pueden encontrar en los primates, y los turnos gestuales, no verbales, tienen unos tiempos muy similares entre los grandes simios». Los investigadores del proyecto también observaron que la existencia de este sistema de interacción puede verse en el contraste entre síndromes cognitivos humanos como el autismo, en el que se da una disfunción del sistema, y el síndrome de Down, donde no existe tal disfunción (aunque a veces sí haya alteraciones del habla). «Nuestra investigación, dirigida a comprender mejor el sistema de habla interactiva de los seres humanos, no solo tiene beneficios potenciales para la investigación médica; por encima de todo, será crucial para mejorar la interacción entre humanos y máquinas», concluye Levinson.
Palabras clave
INTERACT, conversación, lenguaje, habla, interacción