Las consecuencias de la legislación vigente sobre la protección de los animales en la investigación
El progreso científico puede entrar en conflicto con el respeto por los animales. La UE ha tratado de hallar un equilibrio entre las necesidades que impone el progreso médico y científico, por un lado, y la inquietud de índole ética por el uso de animales en la ciencia, por el otro. Esto se hizo a través de la Directiva 2010/63/UE, adoptada en 2010 y fundamentada en el principio de las tres erres: reemplazar, reducir y refinar el uso de animales en la investigación científica. Actualmente se está próximo a completar la aplicación de esta Directiva en los Estados miembros, y, de manera lenta pero segura, ello equivale a subir la apuesta en los empeños por proteger los valores éticos en el uso de animales sin socavar la investigación y la innovación. Con este telón de fondo, los artífices del proyecto ANIMPACT (An ethical, legal and practical perspective on the impact of a new regulatory framework for the scientific use of animals on research and innovation), financiado con fondos europeos, estudiaron de qué modo la citada Directiva está repercutiendo sobre la manera de realizar investigaciones con animales. Así, analizaron los mecanismos de decisión, las reglas y las normas, tanto de carácter interno como externo, para entender las consecuencias que ha tenido la Directiva. «La investigación se regula no solo "desde fuera" con legislación, sino también "desde dentro", mediante el control entre colegas y por la propia motivación de los investigadores», aseguró Anna Olsson, coordinadora del proyecto y perteneciente al Instituto de Biología Molecular y Celular de Oporto (Portugal). Un estudio a fondo de la regulación de tipo externo, centrándose en la revisión y autorización de proyectos, sacó a relucir diferencias relevantes en la composición y organización de las entidades de toda Europa que autorizan los experimentos con animales. «Teniendo en cuenta la influencia de los comités en cuanto a autorizar investigaciones, las posibles variaciones en el modo de evaluación son un aspecto importante que abordar en el futuro», subrayó Olsson. El equipo fue un paso más allá y ahondó en el marco normativo interno, estudiando concretamente las prácticas de las revistas científicas y la influencia de las directrices vigentes en cada disciplina en materia de uso de animales en investigaciones. Curiosamente, en el estudio de cierto caso práctico, el equipo de ANIMPACT observó que las directrices se ajustaban a las normas vigentes en determinado campo, pero no encontró pruebas fehacientes de que la introducción de dichas directrices hubiese cambiado las normas. Según Olsson, «no se apreciaba diferencia alguna entre las investigaciones efectuadas antes y después de la publicación de las directrices». No obstante, sí que apreció que el listón de tolerancia en una investigación basada en las directrices se situaba claramente más abajo que en otra investigación en una disciplina comparable en la que no se aplicaban tales directrices. El equipo del proyecto se sorprendió gratamente al comprobar que los investigadores de laboratorio comulgaban con la necesidad de regular la investigación con animales, y también con los propósitos de la Directiva. En cambio, a los investigadores les preocupaba el papeleo asociado, la burocracia y las posibles demoras en la autorización de los proyectos que podría traer consigo la nueva legislación. No obstante, a juzgar por el grado de aceptación e implicación observado, se espera que el marco normativo cuente con el apoyo mayoritario de sus destinatarios, los investigadores. «Para asegurar la continuidad de ese apoyo, es necesario que el sistema se diseñe de forma que funcione bien en la práctica y evite una burocracia innecesaria —aconsejó Olsson—. La autorregulación cumple un papel importante a la hora de avanzar en el uso ético de los animales, pero su aplicación no es homogénea en la práctica. Esto podría mejorar con un debate más amplio entre los interesados que clarifique las responsabilidades de cada uno». Los Estados miembros ya han traspuesto la Directiva 2010/63/UE a la legislación nacional, pero en muchos sitios habrá que construir desde cero algunos instrumentos fundamentales que se derivan de esta nueva normativa, un proceso que tardará unos años más en completarse. Esto es especialmente característico de algunas naciones europeas que no habían establecido aún un comité nacional de protección de los animales utilizados con fines científicos. «La aplicación práctica es un proceso en curso, pero ya hay una clara implicación de toda la UE en esta legislación, y también una clara conciencia de hallarse dentro de un mismo marco legislativo», destacó Olsson. Esta Directiva de la UE está considerada la ley más avanzada del mundo en lo que concierne a la experimentación con animales. Fue diseñada con vocación de fijar una norma uniforme en toda la UE que no supusiera bajar el nivel de rigor en ninguno de los Estados miembros. Se han organizado webinars y se han publicado en la web del proyecto materiales divulgativos, lo cual propiciará una comunicación continua entre las partes interesadas después de finalizado el proyecto ANIMPACT.
Palabras clave
Uso ético de animales, investigación científica, Directiva 2010/63/UE, ANIMPACT, investigación con animales