La colaboración de dos sustancias químicas en el desarrollo de células nerviosas
Para que una célula madre sin función definida y estructura no diferenciada se convierta en una célula nerviosa perfectamente operativa es necesario que intervenga una compleja maraña de sustancias químicas. Si a ello se le añaden cambios acumulados durante toda una vida en las interconexiones nerviosas, el resultado es una memoria y una base sorprendente para el aprendizaje. La posibilidad de controlar los cambios que suceden en el transcurso de la evolución de una célula no diferenciada hasta que se convierte en neurona abriría la perspectiva de hallar una cura a muchas enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson. El proyecto financiado con fondos comunitarios GDNF («Factor neurotrófico derivado de la línea celular glial») estudió la molécula de la que toma su nombre. El GDNF es un compuesto químico responsable del crecimiento de muchas neuronas del sistema nervioso central, compuesto por el cerebro y la médula espinal. Existen muchos otros agentes moleculares que participan en el desarrollo de una célula nerviosa, pero los investigadores encargados de este estudio se centraron en dos sustancias químicas concretas. Una de ellas pertenece a la familia de los GDNF y se denomina RET («reorganizado durante la transfección»). Se dedica al envío de mensajes y es por tanto una sustancia química de señalización. La otra es el receptor de endotelina tipo B (EDNRB), que actúa en conjunción con el RET. Esta molécula también ejerce de señalizador que envía mensajes desde el exterior hacia el interior de la célula. Se descubrió que estos dos «comunicadores celulares» mantenían una relación especial de colaboración mediante la que controlan el desarrollo de las células nerviosas entéricas o intestinales en mamíferos. Al activarse el EDNRB aumentaba la función comunicadora de RET en el desarrollo de células nerviosas intestinales aún no especializadas. Sorprendentemente, estas dos moléculas también pueden actuar de forma antagonista en el transporte de células progenitoras, de forma similar a las células madre, pero siempre en un estadio más avanzado como célula nerviosa diferenciada. Además, se descubrió un puente químico entre los sistemas señalizadores RET y EDNRB. La proteína quinasa A es una enzima que desempeña numerosas funciones, pero en el caso del sistema nervioso entérico es una de las moléculas que unen los dos sistemas. Las moléculas que poseen distintas funciones crean rutas de desarrollo prácticamente infinitas en los sistemas biológicos. El trabajo de este equipo en el marco del consorcio GDNF ha resuelto una pequeña pero importante laguna del conocimiento sobre el desarrollo neuronal en mamíferos.