El peligro de las vacunas vivas
Los brotes del virus de la lengua azul en el sur de Europa han incitado a la vacunación de aquellos animales con mayor riesgo de infección. Para aumentar la efectividad de dichas vacunas, en éstas se emplean cepas vivas del BTV. El virus se debilita o atenúa para convertirlo en un organismo no patógeno, pero muchos expertos afirman que el empleo de virus vivos puede dar lugar a problemas en el futuro. Un grupo de científicos del proyecto comunitario «Bluetongue vaccination» investigaron esta afirmación. Las diferencias genéticas entre distintos tipos de animales afectan a la vulnerabilidad ante el virus. Las pruebas realizadas durante el proyecto mostraron que, aunque su virulencia se haya mermado parcialmente, ciertas razas ovinas pueden mostrar algunos síntomas de la enfermedad. El empleo de virus vivos en las vacunas también puede influir en los procesos evolutivos al provocar la aparición de cepas nuevas de la enfermedad. Cuando el ganado que recibe la vacuna es portador de la enfermedad las distintas fuentes de material vírico pueden combinarse en su organismo y dar lugar a nuevas cepas virales. Así lo constataron los científicos del proyecto, quienes descubrieron sobre el terreno virus previamente desconocidos que se asemejaban a los utilizados en las vacunas. Como era de esperar, el ciclo de vida del virus es determinante a la hora de escoger las estrategias de control. El BTV no es contagioso, sino que es transmitido por el vector Culicoides, lo cual posee implicaciones de gran calado. La propagación sin precedentes de la enfermedad al norte de Europa se debe en parte a la ampliación del hábitat de este mosquito. El equipo científico del proyecto descubrió que el virus de la vacuna puede generar una concentración del mismo en la sangre del animal vacunado lo suficientemente elevada como para infectar al insecto vector. El virus se multiplica de esta forma en el mosquito hasta alcanzar niveles suficientes como para transmitirse a otro animal. Por otro lado y como nota positiva, no hay indicios de un aumento de la virulencia o capacidad del virus para infectar mientras se desarrolla en el insecto. La identificación de riesgos a partir de las condiciones observadas sobre el terreno ayudará a las autoridades agrícolas a formular las medidas más adecuadas para controlar la enfermedad. Además, no cabe duda de que los programas de vacunación sostenibles conservarán su importancia en las recomendaciones y contramedidas establecidas para combatir la infección.