Nueva estrategia para limpiar órganos de tubos
Los órganos de tubos se encuentran entre los instrumentos más antiguos que se siguen utilizando en Europa y en composiciones de música clásica. Muchos de estos órganos están decorados con bellos motivos y las cajas de algunos de ellos, como los de época barroca, están talladas y adornadas con querubines. Los orígenes de este instrumento, que se utiliza tanto para tocar música sacra como secular, se remontan a la Antigua Grecia; entonces se utilizaba la presión del agua para generar la corriente de aire. Los órganos de tubos se construían para iglesias y salas de conciertos, y forman parte del patrimonio cultural y musical europeo. Muchos tubos de órgano son de plomo y de aleaciones de plomo y estaño. Con el paso de los años, la atmósfera interior ha corroído estos tubos. Debido a la naturaleza delicada de estos instrumentos, no existen métodos o productos efectivos para limpiar los tubos. El objetivo del proyecto COLLAPSE, financiado con fondos comunitarios, fue desarrollar nuevos métodos para limpiarlos y prevenir daños, y elaborar directrices de cara a una estrategia europea de conservación. En el marco de este proyecto, un grupo de investigadores de Suecia ha desarrollado un método nuevo y efectivo para limpiar tubos de órgano corroídos y ahora presenta los resultados obtenidos. Los investigadores describen cómo reducir la velocidad de la corrosión limpiando las sales de la superficie de los tubos corroídos. No obstante, se plantea la dificultad de limpiar sin eliminar los productos de corrosión insolubles como el blanco de plomo. Utilizaron un sistema pionero consistente en la lixiviación con agua de los tubos corroídos desde la base de los mismos. Por medio de este proceso se extrae una mezcla sólida. Para llevar a cabo esta operación con éxito, el soluto debe disolverse en el disolvente sin que lo haga también el material portador. Se propone el uso de la agitación con ultrasonidos para reducir el tiempo de lixiviación. El tiempo adecuado de lixiviación depende del grado de corrosión y de la forma de la base del tubo. Estos hallazgos refuerzan la idea de que no conviene limpiar los tubos corroídos con agua mientras su entorno siga siendo corrosivo.