Bienestar y consumo: el camino hacia el desarrollo sostenible
El informe Brundtland (WCED, 1987) define el desarrollo sostenible como «el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades». Esta definición tiene dos vínculos directos con la economía del bienestar. El primero es el problema de la asignación intergeneracional y el segundo se refiere a la definición de «necesidades» que pueden considerarse usando la teoría microeconómica de la maximización de la utilidad. En la bibliografía sobre la materia se han establecido dos conceptos de desarrollo sostenible, el «débil» frente al «fuerte», que están relacionados directamente con la cuestión de la medición del bienestar. La principal diferencia entre los dos conceptos es la existencia de una limitación de recursos vinculante. A su vez, esto repercute en la modelación de la influencia que tiene el estado del medio ambiente sobre el bienestar. El proyecto TRANSUST se propuso construir una red de excelencia para investigadores interesados en los modelos de sostenibilidad. En concreto, investigadores de WIFO (Austria) estudiaron los componentes del bienestar y el consumo. El documento empieza señalando que la mayoría de los modelos existentes se agrupan en tres categorías amplias, cada una con ideas diferentes sobre la medición del bienestar. Los tres grupos son los modelos de crecimiento neoclásicos agregados, los modelos de equilibrio general computable desagregados (CGE) y los modelos macroeconométricos desagregados. Estos tres grupos de modelos se describen en una revisión de la bibliografía existente. Otra sección usa esta amplia clasificación para analizar el tratamiento del bienestar en siete modelos TranSust principales. El análisis destaca los puntos fuertes y débiles para proporcionar una descripción satisfactoria del desarrollo sostenible. Esto puede demostrarse ampliando el análisis a las implicaciones previstas sobre el bienestar de las políticas que representan «estrategias sostenibles de éxito» en los distintos modelos. Una «estrategia sostenible de éxito» podría incluir una política de precios para las emisiones y/o de uso medioambiental a través de impuestos. Un ejemplo es el peaje en las carreteras. Esto podría combinarse con el reciclaje de los ingresos fiscales para introducir nuevas tecnologías. Esto aumentaría el capital y las inversiones, por ejemplo para el sistema del transporte público.