¿Intentar ser felices nos hace infelices?
El 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad y, cada año, en esta jornada, se publica el Informe sobre la Felicidad en el Mundo. En lo que respecta al primer puesto, no hay sorpresas: Finlandia continúa ostentándolo desde 2018. Año tras año, los países nórdicos encabezan la clasificación de las naciones más felices del mundo.
La búsqueda de la felicidad
Nuestro anhelo de felicidad es universal. Pero ¿por qué este deseo de alcanzarla a veces empeora las cosas? Según un estudio dirigido por la Universidad de Toronto Scarborough, en Canadá, cuanto más intentamos buscar la felicidad, menos satisfechos estamos en realidad y, a veces, incluso se consigue el efecto opuesto. Este fenómeno se conoce como «paradoja de la felicidad». Los resultados del estudio se publicaron en la revista «Applied Psychology: Health and Well-Being». Cuanto más felices intentamos ser, más agotamos nuestra energía mental, sobre todo la fuerza de voluntad y el autocontrol. Consumir los recursos mentales nos impide hacer cosas que nos hacen felices. Concentrarse en actividades con sentido y promover una mentalidad positiva aportará una sensación de felicidad más auténtica y duradera. «La búsqueda de la felicidad se parece un poco al efecto bola de nieve: decides intentar sentirte más feliz, pero ese esfuerzo agota tu capacidad para hacer el tipo de cosas que te hacen más feliz», explicó el coautor del estudio, Sam Maglio, catedrático de Mercadotecnia del Departamento de Gestión de la Universidad de Toronto Scarborough, en una nota de prensa. «La moraleja aquí es que la búsqueda de la felicidad cuesta recursos mentales. En lugar de dejarte llevar por la corriente, intentas hacerte sentir de otra manera». Los investigadores efectuaron cuatro estudios en los que participaron más de mil cien voluntarios, la mayoría de los cuales se seleccionaron en línea. Los resultados revelaron que las personas que buscaban de forma constante la felicidad también manifestaban un menor autocontrol. En una serie de tareas mundanas, como comer chocolate, que requerían energía mental y autorregulación, las personas que perseguían con regularidad la felicidad abandonaron las tareas antes que las menos propensas a perseguirla. Los resultados revelaron que la búsqueda de la felicidad y el control del comportamiento competían por la misma cantidad finita de energía mental. Maglio deja claro que la búsqueda de la felicidad no es en sí misma inútil. Nos recomienda que pensemos en la felicidad como si fuera la arena de la playa. Podemos coger un puñado de arena, pero cuanto más nos esforcemos por evitar que se derrame, más se entumecerán nuestras manos y, en ese momento, no tendremos más remedio que abrir la mano y dejar caer la arena.
Los secretos de una vida más feliz
Maglio dice que hay que apreciar lo que ya tenemos. «Relájese, no intente ser superfeliz todo el tiempo. En vez de intentar querer más cosas de lo que se tiene, piense en lo que ya posee y acéptelo como algo que le hace feliz». Por ende, dejar de esforzamos sin parar por alcanzar la felicidad plena y reconocer nuestras emociones actuales y agradecer lo que ya tenemos redundará en un mayor bienestar. Así que, abandone la idea de la felicidad perfecta y aprenda a apreciar las pequeñas cosas del día a día con sus inevitables altibajos.
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