Cómo los depredadores ayudan a mantener verde nuestro mundo
¿Cómo sería un mundo sin depredadores? Los depredadores mantienen a sus presas a raya y reducen así el impacto sobre la vegetación. Se trata de la «hipótesis del mundo verde»: sin depredadores, los herbívoros hambrientos devorarían las plantas y se convertirían en marrones. Sin embargo, desde su introducción en 1960, la hipótesis ha resultado controvertida, dada la complejidad de la dinámica de los ecosistemas explorados. «En primer lugar, la fuerza del control descendente de los depredadores difiere entre regiones, hábitats y gradientes latitudinales», explica Katerina Sam, zoóloga de la Academia Checa de Ciencias. «La palatabilidad de las plantas, sus niveles de nutrientes y otras fuerzas ascendentes también desempeñan un papel y conforman aún más la dinámica del ecosistema», añade. El motivo fundamental de la controversia es la falta de datos empíricos. En el proyecto BABE, financiado por el Consejo Europeo de Investigación (CEI), Sam y su equipo abordaron las limitaciones clave y manejables del problema: la falta de datos y las incoherencias.
La hipótesis del «mundo verde»
Para abordar el problema, los investigadores realizaron varios experimentos distintos en seis lugares de estudio: China, Alemania, Japón, Papúa Nueva Guinea, así como Queensland y Nueva Gales del Sur (Australia). En cada uno de estos lugares, realizaron dos experimentos con cientos de árboles jóvenes del sotobosque, replicados dos veces, durante dos años consecutivos. Ambos experimentos excluyeron selectivamente distintas combinaciones de aves, murciélagos y hormigas. «Este diseño totalmente factorial nos permitió distinguir los efectos de los depredadores individuales, no solo su efecto combinado», explica Sam. «Y lo que es más importante, realizamos el segundo experimento tanto en el sotobosque como en el dosel del bosque, es decir, en microhábitats que difieren en su productividad y en sus depredadores».
El sorprendente papel de los murciélagos
El proyecto arrojó muchos resultados sorprendentes, entre ellos un fuerte impacto de los depredadores. «Una gran sorpresa fueron sin duda los murciélagos, que a veces causaban un impacto más fuerte que las aves», señala Sam. Como el equipo esperaba al menos algún impacto de los depredadores y temía no notarlo con estimaciones aproximadas, optó por mediciones muy precisas. «Numeramos todas las hojas de las plantas, las escaneamos en los árboles y las volvimos a escanear al final del experimento», explica Sam. Por lo tanto, los resultados fueron muy claros. «En Sídney, después de impedir que los vertebrados accedieran a los árboles, los daños por herbivoría aumentaron allí un 500 %», señala Sam. En otros sitios también se observaron diferencias significativas. «Todo esto únicamente durante varios meses, por lo que solo podemos adivinar cómo afectaría al futuro crecimiento y producción de flores y semillas de los árboles implicados».
Profundización en el funcionamiento de los ecosistemas
Una de las principales conclusiones del proyecto fue que las interacciones entre los distintos grupos de depredadores siguen siendo en gran medida desconocidas, aunque su complementariedad tiene un papel crucial en el funcionamiento y la conservación de los ecosistemas. En ello se centrará el futuro trabajo del equipo. Después del proyecto, el equipo de Sam recibió una subvención STAR muy competitiva de la Agencia de Subvenciones de Chequia. «Durante los próximos cinco años, profundizaré en interacciones muy finas entre aves y arañas, que pasamos por alto en nuestro proyecto del ERC, y que fueron las que más nos sorprendieron», afirma Sam.
Palabras clave
BABE, depredadores, herbívoros, hipótesis del mundo verde, marrón, murciélagos, aves, hormigas, papel, ecosistema, funcionamiento