¿Podrían las ballenas ayudarnos a tratar las enfermedades cardiovasculares?
A medida que envejecemos, nuestras arterias, que distribuyen la sangre rica en oxígeno a nuestro organismo, empiezan a deteriorarse. La rigidez de las paredes puede limitar la capacidad de dilatación de las arterias, lo que aumenta la presión arterial y restringe el flujo sanguíneo. «Este proceso precede a la aparición de las enfermedades cardiovasculares (ECV)», afirma Yara Bernaldo de Quirós, coordinadora del proyecto Envejecimiento Arterial, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en España. «Si queremos prevenir la ECV, que es la primera causa de muerte natural, tenemos que entender por qué se produce la disfunción arterial con el avance de la edad, y si hay alguna forma de retrasar esta disminución de la función».
Mecanismos evolutivos para proteger las arterias
El equipo del proyecto Envejecimiento Arterial, que contó con el apoyo de las Acciones Marie Skłodowska-Curie, se propuso abordar estas cuestiones. Lo hizo inspirándose en una fuente inesperada: las ballenas. «Mi grupo de investigación trabaja con mamíferos marinos, sobre todo ballenas y delfines», añade Bernaldo de Quirós. «Algunas especies pueden vivir más de doscientos años, y los delfines suelen vivir unos cincuenta años». En el pasado, Bernaldo de Quirós ha trabajado con patólogos para determinar cómo mueren estos animales. Algo que le llamó la atención fue la ausencia de enfermedades arteriales relacionadas con la edad como causa de muerte. «La inmersión, incluso en humanos, puede dañar las arterias», explica. «Las ballenas son mamíferos que vivieron en tierra hace unos sesenta millones de años, antes de volver al mar. Necesitan bucear para alimentarse y viajar». Esto la llevó a plantear una hipótesis ambiciosa: que la necesidad de bucear durante largos periodos ha dado lugar a algún tipo de mecanismo evolutivo que protege las arterias de las ballenas.
Evaluar los efectos de la sangre en la función arterial
Bernaldo de Quirós se propuso demostrar su hipótesis. Pasó dos años trabajando en la Universidad de Colorado (Estados Unidos), donde desarrolló un método nuevo para exponer arterias aisladas de ratón al suero sanguíneo. Con esta técnica pudo evaluar los efectos de la sangre en las propias arterias. «Empezamos aplicando muestras de sangre de ratones viejos a arterias jóvenes», añade. «Esto se tradujo en una disminución de la funcionalidad. Cuando aplicamos la sangre de ratones jóvenes a las arterias, se recuperó parte de la funcionalidad. Pudimos concluir que algo en la sangre estaba teniendo un impacto negativo en la función arterial». Bernaldo de Quirós repitió entonces las pruebas, esta vez con muestras de sangre humana. Los hallazgos fueron los mismos. «A continuación, utilizamos muestras de sangre de delfines de diferentes edades», explica. «Lo que encontramos aquí fue muy diferente. Ni siquiera las muestras de sangre de delfines viejos tuvieron un impacto negativo concreto en la función arterial. Esto sugiere que hay algo en su sangre que actúa protegiendo las arterias».
Lecciones para prevenir y tratar la ECV
Estas pruebas han abierto vías de investigación nuevas e interesantes. De cara al futuro, Bernaldo de Quirós desea incluir en su investigación otras especies de ballenas, como la ballena beluga, que puede sumergirse hasta 800 metros de profundidad. Entender qué es exactamente lo que mantiene la salud arterial en las ballenas, una especie de mamífero que se ha adaptado a la vida oceánica durante millones de años, podría, en última instancia, tener implicaciones en la prevención y el tratamiento de la ECV en los humanos. «Es evidente que hay algo ahí», afirma. «En la actualidad, intentamos elaborar una propuesta de investigación con el Hospital Universitario de Gante (sitio web en neerlandés), para profundizar en esta investigación».
Palabras clave
Arterial Aging, enfermedad, cardiovascular, ballenas, delfines, arterial, ECV