Un tratamiento con bacteriófagos innovador erradica el fuego bacteriano
El fuego bacteriano es una enfermedad devastadora, provocada por la bacteria «Erwinia amylovora», que afecta a muchas plantas de la familia de las rosáceas, sobre todo a frutas de pepita como las manzanas, las peras y los membrillos. Esta enfermedad originaria de Norteamérica llegó a Europa en los años cincuenta del siglo pasado y, en la actualidad, está presente en todo el mundo. Cada año provoca daños importantes a los cultivos, ya que infecta las flores y destruye las yemas fructíferas y los tejidos de los frutos. A pesar de la estricta normativa vigente, sigue siendo la enfermedad más destructiva en los huertos de frutales de pepita. En el proyecto PhageFire, financiado con fondos europeos, se pretendía mejorar el control del fuego bacteriano en frutas de pepita desarrollando una bioplaguicida con bacteriófagos (virus naturales) que actúan de forma selectiva contra cepas de «E. amylovora». Estos bacteriófagos tienen una actividad lítica, es decir, pueden penetrar en las células bacterianas responsables del fuego bacteriano y descomponerlas.
Una alternativa ecológica en la lucha contra el fuego bacteriano
«La próxima temporada introduciremos, por primera vez en el mercado, una solución segura y no tóxica para que los productores de fruta de pepita combatan el fuego bacteriano mediante terapia con fagos», comenta Borja de Santos Prieto, coordinador del proyecto. «PhageFire es un cóctel cuidadosamente elaborado que contiene bacteriófagos seleccionados que actúan de forma selectiva contra la bacteria “E. amylovora”, pero sin afectar a otros organismos. Nuestro producto puede llegar a las bacterias dondequiera que se encuentren —en flores, ramas, madera, cancros y otras especies de hospedadores—, no solo compiten por el espacio», agrega de Santos Prieto. «Es respetuoso con el medio ambiente y no genera resistencia, por lo que está en consonancia con las prácticas de agricultura sostenible promovidas por la Comisión Europea». Además, PhageFire se presenta en forma líquida, por lo que es fácil de aplicar con el equipo agrícola convencional.
Superar los retos
La caracterización de los bacteriófagos exigió un intenso trabajo de laboratorio. Comenzó con el aislamiento de los bacteriófagos y la identificación de sus genes, seguida de la comprobación de su capacidad lítica y la mejora de su resistencia frente a condiciones ambientales adversas como, por ejemplo, la radiación ultravioleta. También se llevó a cabo una amplia revisión bibliográfica para identificar las mejores formas de proteger estos cócteles en el laboratorio, a fin de garantizar su eficacia sobre el terreno. Los socios del proyecto efectuaron más de diez ensayos de campo en huertos de frutales de pepita siguiendo la normativa europea. La tecnología de producción industrial ya está lista para satisfacer la demanda, con capacidad para producir PhageFire en grandes biofermentadores de 5 000 litros.
Buenas perspectivas para las terapias con fagos
A pesar de su larga historia, la investigación y las aplicaciones de los bacteriófagos siguen siendo un campo incipiente con un gran potencial. «Dado que la terapia con fagos es algo bastante todavía, nuestros socios industriales han logrado desarrollar un producto de vanguardia, posicionando a PhageFire como una solución de referencia en el mercado para hacer frente al fuego bacteriano; un problema que hasta ahora carecía de un remedio específico», comenta de Santos Prieto. Gracias a los conocimientos especializados de los socios industriales en aplicaciones de bacteriófagos, existe potencial para desarrollar tecnologías similares para otros problemas. Tal y como señala el coordinador del proyecto, los métodos actuales son caros e implican eliminar ramas infectadas, arrancar árboles, utilizar pulverizadores con cobre o tratamientos no selectivos que no consiguen acabar con la bacteria. Por lo tanto, los cultivadores se ven obligados a convivir con la bacteria del fuego bacteriano, lo que provoca pérdidas económicas y productivas inevitables. «PhageFire da un paso más al eliminar las bacterias, erradicando de forma eficaz y por completo la enfermedad. No deja residuos, ya que los bacteriófagos se degradan de forma natural una vez que las bacterias han desaparecido. Ello ayuda a mejorar la productividad de los productores de fruta de pepita, garantizando así un suministro fiable de fruta», concluye de Santos Prieto. De este modo, los consumidores pueden beneficiarse de una disponibilidad más constante y de precios potencialmente mejores, al tiempo que disfrutan de una fruta más saludable gracias a la menor necesidad de tratamientos químicos.
Palabras clave
PhageFire, fuego bacteriano, fruta de pepita, bacteriófagos, Erwinia amylovora, terapia con fagos, selectivo