Fomento de la acuicultura sostenible de bajo nivel trófico
Alimentar a una población mundial en aumento es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad. Se calcula que en 2050 tendremos que producir el doble de alimentos que ahora. «En la actualidad, la agricultura ocupa la mitad de las tierras habitables de la Tierra, utiliza el 69 % del agua dulce disponible y produce entre el 25 % y el 30 % de las emisiones de gases de efecto invernadero», señala el coordinador del proyecto AquaVitae, Philip James, de Nofima, en Noruega. «Tenemos que diversificar nuestros sistemas de producción de alimentos, alejándonos de formas insostenibles de extracción de recursos, y producir alimentos de forma que no tengan un efecto tan negativo en el planeta».
Un método multitrófico integrado
Una opción viable es crear una industria acuícola sostenible y competitiva. A pesar de que más del 70 % de la superficie del planeta está cubierta de agua, solo el 2 % del suministro mundial de alimentos procede del mar. El equipo de AquaVitae se propuso solucionar este problema buscando formas de aumentar la producción de las especies de bajo nivel trófico en todo el océano Atlántico. El equipo del proyecto comenzó identificando especies sabrosas y nutritivas (algas, abalones, ostras y mejillones, así como pepinos y erizos de mar) como futuras opciones sostenibles de alimentos e ingredientes alimentarios. El equipo del proyecto también adoptó un método integrado de acuicultura multitrófica. Se cultivaron de forma conjunta especies de distintos niveles tróficos, desde microalgas hasta peces de aleta. «La idea es que se pueden utilizar los productos de desecho y los nutrientes de los niveles tróficos superiores para alimentar a las especies de niveles tróficos inferiores», explica James. «Esto crea una economía circular, mitigando algunos de los efectos medioambientales del cultivo de especies individuales por separado».
Cría piloto en tierra y mar
El equipo del proyecto llevó a cabo varios proyectos piloto. «En tierra, contamos con un sistema más definido que se puede controlar y medir», afirma James. «En el mar, el entorno es más dinámico. En este proyecto hemos analizado ambas cosas». En los fiordos de las Islas Feroe, por ejemplo, el equipo del proyecto estudió la cría del salmón para evaluar los efectos beneficiosos de añadir algas y mejillones. En entornos terrestres más controlados, también se cultivaron abalones, algas y pepinos de mar. También se analizó la cría en tierra de gambas en estanques para ver qué especies podrían prosperar a partir de los residuos de las gambas, y se probaron nuevos sensores que detectan el azufre. Conseguir los niveles adecuados de azufre es fundamental para el éxito de la cría de gambas. El equipo del proyecto también estudió las percepciones de los consumidores sobre la acuicultura. Los investigadores descubrieron que los consumidores estaban dispuestos a pagar hasta un 50 % más por productos del mar basados en su alta calidad nutricional, y hasta un 40 % más por productos certificados como respetuosos con el medio ambiente.
Ventajas de la acuicultura de bajo nivel trófico
El equipo del proyecto logró demostrar numerosos beneficios de la acuicultura de bajo nivel trófico. Las principales conclusiones están disponibles en un folleto accesible. «Para mí, la acuicultura de especies de bajo nivel trófico resulta una obviedad», añade James. «Necesitamos muchos más alimentos y debemos producirlos de forma sostenible. La acuicultura es el método más sostenible». Para James, otro aspecto destacado del proyecto fue el amplio programa de intercambio para investigadores noveles. Esto permitió a trece jóvenes científicos pasar un tiempo y llevar a cabo su trabajo en otro país. «Estas son las personas que continuarán con los resultados y los mensajes de AquaVitae en el futuro», afirma.
Palabras clave
AquaVitae, acuicultura, agricultura, trófica, microalgas, algas, cría
