Un proyecto de educación abierta fomenta la cooperación científica en torno a retos urbanos
En un mundo cada vez más complejo, la educación científica es fundamental para preparar a los jóvenes para un futuro lleno de problemas relacionados con la tecnología moderna, el medio ambiente y el clima. A fin de mejorar los procesos de aprendizaje más allá del aula, los científicos creen que involucrar a las comunidades puede conllevar que el conocimiento se traduzca en acción. Este concepto de educación abierta se examinó en el proyecto PULCHRA, financiado con fondos europeos, cuyo objetivo era crear nuevas asociaciones en las comunidades locales en pos de fomentar la educación científica de todos los ciudadanos. El proyecto, que contó con la participación de doce socios, se centró en «las ciudades como ecosistemas urbanos» y en él se desarrolló u programa que abarcaba temas medioambientales y socioeconómicos. «El proceso de aprendizaje debe integrar diferentes datos medioambientales y socioeconómicos y tener una visión holística con respecto al esfuerzo continuo, es decir, que no se circunscriba a las situaciones de aprendizaje establecidas en las escuelas. Debe complementarse con oportunidades para explorar, probar e, incluso, aplicar conceptos científicos en la vida real», comenta Constantinos Cartalis, coordinador del proyecto PULCHRA.
Poner en práctica las capacidades de resolución de problemas
Para animar a los participantes a convertirse en agentes del bienestar comunitario, PULCHRA se organizó en torno a temas piloto. Estos temas piloto, denominados retos urbanos, son proyectos desarrollados por estudiantes sobre seis temas relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas: suministrar energía a las ciudades sin perjudicar al clima; edificios para las ciudades del futuro; regenerar el espacio urbano para conectar a las personas en un entorno saludable; de la eliminación de residuos a la eficiencia en el uso de recursos: economía circular a escala urbana; modelos de movilidad que contribuyan al desarrollo comunitario, y la innovación medioambiental y social. «Aunque son retos complejos que requieren planteamientos interdisciplinarios, los estudiantes, junto con su comunidad, obtuvieron resultados fantásticos. Diseñaron los planes de regeneración de sus áreas locales, priorizando las soluciones basadas en la naturaleza y la ecologización del espacio urbano, modificaron los modelos de movilidad para reducir las emisiones de CO2, promovieron los edificios energéticamente eficientes y concienciaron sobre la eficiencia en el uso de los recursos. En términos prácticos, lograron abordar las ciudades como ecosistemas urbanos», afirma Cartalis. Los alumnos formaron equipos científicos y contaron con el apoyo de miembros de PULCHRA y partes interesadas, como universidades, centros de investigación, empresas públicas y privadas y organismos de la administración central y local, así como de organizaciones no gubernamentales y familias. Después, los proyectos se presentaron a las comunidades locales en seminarios de acceso libre. En los retos urbanos participaron 2 834 alumnos, con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, 235 profesores y unas 300 partes interesadas de 10 países de la Unión Europea, a saber: Alemania, Chipre, Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia.
Ventajas de la educación abierta
El proyecto tuvo éxito en su método multidisciplinar, que abarcaba veintiuna materias de enseñanza distintas. En los retos urbanos se adoptaron diferentes métodos educativos como, por ejemplo, el aprendizaje basado en problemas y en la experiencia. Los alumnos recopilaron datos sobre el terreno y en un entorno de laboratorio, emplearon distintas herramientas, cuestionarios y kits de análisis químico, llevaron a cabo investigaciones descriptivas y promovieron experiencias interactivas con las comunidades. Todos los participantes valoraron de forma positiva el método de educación abierta de PULCHRA. «Los alumnos insistieron en que el “aprendizaje práctico” debería ser uno de los principales métodos de enseñanza. Además, valoraron de forma muy positiva la ayuda de expertos y partes interesadas a la hora de aumentar sus conocimientos y motivación», comenta Cartalis. Los maestros destacaron que tanto los expertos como las partes interesadas mejoraron los conocimientos técnicos, la creatividad y el interés de los alumnos. En base a estos resultados, los sistemas educativos europeos deberían integrar en mayor medida el concepto de educación abierta. «Una recomendación adicional es vincular las prácticas y productos educativos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible para, de este modo, ofrecer a la comunidad educativa un marco integrado de actuación», concluye Cartalis.
Palabras clave
PULCHRA, educación, educación abierta, Objetivos de Desarrollo Sostenible, ecosistemas urbanos, educación científica