Los hábitos culinarios tradicionales nunca mueren
El análisis de los restos microbotánicos procedentes de los recipientes de cocina recuperados de yacimientos arqueológicos griegos proporciona nueva información sobre las prácticas culinarias del Neolítico y la Edad del Bronce en el Egeo. «A menudo, los arqueólogos encuentran recipientes con restos de comida quemada en el interior. Al fin y al cabo, a todo el mundo se le ha quemado la cena alguna que otra vez. Esto es una ventaja para nosotros, ya que podemos analizar esos restos quemados para arrojar algo de luz sobre las comidas que cocinaban», explica Amy Bogaard, coordinadora del proyecto CUISINE y profesora de Arqueología del Neolítico y la Edad del Bronce de la Universidad de Oxford, donde dirige la Facultad de Arqueología. Cuando no se dispone de restos quemados, los arqueólogos recogen y analizan el sedimento atrapado en los poros de los recipientes. Buscar residuos orgánicos en recipientes no es nada nuevo en la arqueología. Sin embargo, el método habitual es buscar grasas animales, que se conservan mejor en la cerámica antigua que los residuos de plantas. «Puesto que los lípidos han centrado la investigación arqueológica hasta la fecha en los residuos orgánicos, uno podría pensar que la gente comía carne continuamente y muy pocos vegetales. Esto ofrece una imagen distorsionada de la dieta del pasado», señala Bogaard. De hecho, los productos animales tendían a ser secundarios en la dieta. «Resultaban más difíciles o caros de obtener», según indica el botanista arqueológico Juan José García-Granero, que recibió una beca Marie Skłodowska-Curie de dos años en Oxford para estudiar los restos microscópicos de plantas en recipientes de cocina antiguos.
Análisis de los depósitos minerales de plantas
García-Granero estudió recipientes del año 5600 al 5000 a. C. excavados en el yacimiento neolítico griego de Stavroupoli y del año 1700 al 1100 a. C. del yacimiento de la Edad del Bronce de Knossos-Gypsades (Creta). «La comida habla de nosotros. Saber lo que la gente comía y cómo combinaba los distintos alimentos en el pasado puede aportar información sobre quiénes eran y cómo se identificaban frente a otros», explica García-Granero. «Como arqueobotánico, analizo los diminutos granos de almidón atrapados en utensilios que se utilizaban para cocinar. También analizo restos microscópicos de plantas llamados fitolitos», añade García-Granero, actualmente beneficiario de una beca de postdoctorado en la Institució Milà i Fontanals d’Investigació en Humanitats en Barcelona (España). Los fitolitos consisten en sílice depositado en las células de las plantas. A medida que el resto de la planta se descompone, el sílice mineral permanece. «La forma de los granos de sílice indica cuál era la forma de las células y, por consiguiente, el tipo de planta al que corresponden», explica Bogaard. Según García-Granero: «Yo era uno de los pocos que hacía este tipo de análisis en Grecia, así que capté mucho interés de estudiantes que deseaban aprender y varios de ellos vinieron a Oxford».
Aparecen nuevos tipos de ingredientes
«Esperábamos encontrar cereales domésticos, como trigo y cebada, y legumbres domésticas, como lentejas y otras legumbres que se consumían en el Egeo. Las encontramos, pero también descubrimos que se consumían plantas silvestres, como tubérculos», explica García-Granero. «El Neolítico es interesante porque implica un cambio completo a medida que la gente inicia las actividades agrícolas y aparecen ingredientes nuevos», añade. Pero esto no significa que abandonasen sus costumbres anteriores. «Creo que esto tiene que ver con su cultura y sus tradiciones. Aunque podían acceder a otros tipos de alimentos, seguían buscando plantas que siempre habían formado parte de su cocina».
Palabras clave
CUISINE, arqueobotánico, arqueología, Neolítico, Edad del Bronce, Egeo, dieta, plantas, fitolitos, trigo, cebada, legumbres, cultura