Los microsensores de fibra óptica dan el salto al mercado
El científico Davide Iannuzzi y su equipo han desarrollado un método que permite colocar unos dispositivos mecánicos novedosos y de dimensiones muy reducidas en las puntas de las fibras ópticas. Esta tecnología presenta numerosas aplicaciones, como la creación de una nueva generación de sensores pequeños y de gran sensibilidad para la investigación, la medicina y la industria. El Consejo Europeo de Investigación (CEI) ha mostrado su apoyo al equipo con la concesión de dos subvenciones. El primer proyecto financiado con fondos comunitarios llevó por título FTMEMS («Fibre-top micro-machined devices: ideas on the tip of a fibre») y gracias a él se afianzó el segundo, denominado FTBATCH («Small, but many: scalability to volume production in fibre-top technology»), con el que se logró demostrar que esta tecnología podía llegar a competir en el mercado. Iannuzzi compara la punta redondeada de la fibra óptica con una piscina y el extremo de fibra de la palanca (cantilever) con un trampolín. A Iannuzzi, que trabaja en la Vrije Universiteit de Ámsterdam, le llegó la inspiración para esta idea mientras llevaba a cabo experimentos de física fundamental. El método habitual para aplicar un haz láser a una palanca resultaba complejo y no siempre era preciso. «Los instrumentos disponibles en el mercado proporcionaban resultados engañosos», recuerda Iannuzzi. «Tras un tiempo buscando una solución, se me ocurrió: ¿por qué no fabricar la palanca directamente en la punta de una fibra óptica?» Las numerosas ventajas de esta idea innovadora saltan a la vista. La combinación de la fiabilidad mecánica de los sistemas mecánicos microelectrónicos (MEMS) y la precisión de los interferómetros de fibra óptica aporta una sensibilidad excepcional. Además, su capacidad de detección totalmente óptica y su tamaño manejable permiten que pueda funcionar en condiciones extremas y manejarse a distancia. Sin el apoyo del CEI, a Iannuzzi le habría resultado mucho más difícil demostrar el valor comercial de sus ideas innovadoras. El respaldo del CEI permitió a este investigador ampliar la escala de los procesos de producción y analizar el potencial de comercialización de varias aplicaciones. Una de las aplicaciones más prometedoras de este avance tecnológico es la fabricación de sensores de enorme versatilidad y sensibilidad. Por ejemplo, las palancas con extremo de fibra se pueden utilizar para que los microscopios de fuerza atómica (AFM) graben la superficie de un objeto con una resolución nanométrica, como si fuera la aguja de un tocadiscos, y sin necesidad de usar un equipo voluminoso y caro. La palanca con extremo de fibra tiene ante sí muchas otras aplicaciones prometedoras, como la cirugía mínimamente invasiva. Con semejante potencial, Iannuzzi fue consciente de que no bastaba con quedarse en el laboratorio y decidió comercializar su idea. Recurriendo a la tradición italiana de buscar la excelencia en el diseño y la innovación a pequeña escala y aplicando la sagacidad neerlandesa para transformar ideas en productos rentables, Iannuzzi creó su propia empresa en 2011, a la que llamó Optics11. «La empresa funciona muy bien», comenta Iannuzzi sin ocultar su satisfacción. «Tenemos tres empleados y estamos a punto de contratar a un cuarto, además de los dos fundadores, y estamos ampliando nuestra gama de aplicaciones». De hecho, la empresa trata de orientar su tecnología patentada a las necesidades del cliente. Según Iannuzzi, gracias a la colaboración con científicos e investigadores de campos diferentes, Optics11 es capaz de detectar ideas novedosas y prometedoras para la creación de aplicaciones. Además de aportar beneficios a la sociedad y sentar las bases para la creación de nuevas empresas y puestos de trabajo, existe también un efecto de retorno positivo. «Esto también supone un espaldarazo para el mundo académico, ya que se generan ideas para nuevas vías de investigación. Por ejemplo, después de entablar conversaciones con neurocientíficos, ahora estamos investigando cómo aplicar esta tecnología a las neurociencias», afirma. Puesto que es de sobra conocido que Europa tiene dificultades para transformar las investigaciones en productos innovadores, es posible que otros científicos se pregunten cómo consigue Iannuzzi compaginar la bata del laboratorio con el traje de empresario. «Ser empresario me resulta muy interesante y emocionante. Es verdaderamente apasionante», recalca. ¿Qué consejo daría este científico-emprendedor a otros investigadores que desean dar el salto al mundo empresarial? «Hay que cambiar la mentalidad. Tenemos que ser conscientes de que no estamos en nuestro campo y, por lo tanto, debemos estar dispuestos a aprender y dejarnos ayudar y asesorar convenientemente», afirma. Eso es exactamente lo que hizo Iannuzzi al buscar asesoramiento en la oficina para la transferencia de tecnología de su universidad y recabar el apoyo de un empresario profesional para gestionar la empresa. Asimismo, Iannuzzi se ha convertido en una especie de consejero y mentor para otros científicos de su universidad a los que ayuda a reflexionar acerca de cuál es la mejor forma de comercializar sus ideas. Pese a reconocer la importancia de la innovación y la comercialización, Iannuzzi también advierte sobre los riesgos de conceder demasiada importancia a este aspecto. «Es importante dar a los científicos la oportunidad de desarrollar su espíritu empresarial y comercializar sus investigaciones», afirma. «Sin embargo, no es recomendable que todo gire en torno a ello. La investigación teórica también es necesaria " y yo no quiero vivir en un mundo sin filósofos», concluye.Para más información, consulte: OPTICS11 http://www.optics11.com/ Vrije Universiteit de Ámsterdam http://www.vu.nl/nl/index.asp
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