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Iniciativa contra la malaria

Investigadores británicos y estadounidenses han llevado a cabo un estudio pionero que puede poner a disposición de la ciencia las herramientas necesarias para frenar la expansión de la malaria, una enfermedad que puede ser mortal. El estudio, publicado en la revista Science, f...

Investigadores británicos y estadounidenses han llevado a cabo un estudio pionero que puede poner a disposición de la ciencia las herramientas necesarias para frenar la expansión de la malaria, una enfermedad que puede ser mortal. El estudio, publicado en la revista Science, fue financiado en parte por la Unión Europea a través del proyecto MALSIG («Señalización en las etapas del ciclo vital de los parásitos vectores de la malaria»), al que se adjudicaron 3 millones de euros a través del tema de Salud del Séptimo Programa Marco (7PM) con el objetivo de ampliar los conocimientos sobre los procesos biológicos de dichos parásitos. La investigación, dirigida por un equipo de la Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH, Estados Unidos), pretendía encontrar un modo de impedir que los parásitos transmisores de la malaria puedan invadir los eritrocitos (glóbulos rojos) sanos. Lo que han logrado es que los parásitos no puedan salir de los eritrocitos infectados. Para ello antes tuvieron que identificar y eliminar una proteína llamada PfCDPK5 (proteína quinasa dependiente de calcio) en el parásito transmisor de la malaria más común y a la vez más grave del mundo, el Plasmodium falciparum. Al eliminar esta proteína, los parásitos quedaron apresados en el interior de los eritrocitos infectados, lo cual impide que aquellos y muchas de sus crías puedan introducirse en otros glóbulos rojos sanos. «Este es un punto en el proceso de la infección en el que el parásito necesita que los acontecimientos se sucedan con gran rapidez», explicó el profesor Manoj Duraisingh, de la HSPH, el más experimentado de los autores de este estudio. «Al parásito no le conviene pasar mucho tiempo fuera de los eritrocitos. Crece y se desarrolla en el interior de éstos y, en cuanto se produce la ruptura, penetra en otro glóbulo. No esperábamos que la proteína quinasa, que creíamos relacionada con la invasión de los eritrocitos, fuera indispensable para que el parásito saliera de los mismos.» En opinión de los autores, sus hallazgos muestran la gran coordinación que se da entre varios factores durante el proceso de entrada y salida del parásito del eritrocito. «Cuando el parásito sale del eritrocito ya infectado, dispone de apenas unos segundos o a lo sumo unos minutos para introducirse en otro eritrocito. De lo contrario el sistema inmunitario humano acabará con él», señaló el primer firmante del estudio, el Dr. Jeffrey Dvorin, también de la HSPH. «Hemos encontrado un factor importante para que el parásito salga de los eritrocitos que puede ser independiente del factor que posibilita la invasión.» Los autores señalan que sólo los parásitos y ciertas plantas son portadores de la proteína quinasa investigada, no los humanos. Por consiguiente, quizás pueda desarrollarse un fármaco dirigido contra esa proteína que provoque menor toxicidad en el ser humano. El Dr. Dvorin informó que hay varias empresas y laboratorios que están investigando posibles inhibidores de la entrada y salida del parásito de los eritrocitos. Pese a ello, apuntó, no se ha desarrollado ningún fármaco que actúe sobre estas etapas del ciclo vital del parásito. El equipo de este estudio también ha creado una herramienta de utilidad para la realización de ensayos de vacunas basadas en parásitos invasores maduros. «Uno de los experimentos reseñados en el artículo consiste en liberar mecánicamente los parásitos, los cuales han madurado y se han convertido en formas virulentas e invasoras», indicó el Dr. Dvorin. «Ha habido numerosos intentos de obtener parásitos viables de esas características para su estudio y nosotros ofrecemos un recurso muy útil para el estudio de vacunas.» La malaria afecta cada año a unos 500 millones de personas en todo el mundo y un millón sucumbe a la enfermedad, entre ellas muchos niños del África subsahariana. Sus síntomas son fiebre elevada, anemia, escalofríos y temblores. Una de las principales dificultades a las que se enfrenta la ciencia es que la resistencia de la malaria a los tratamientos farmacológicos no deja de aumentar. En el estudio participaron investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Instituto Nacional de Investigación Médica (ambos del Reino Unido), y también del Hospital Infantil de Boston, el Instituto Broad, la Universidad de Stanford, el Instituto de Investigación Scripps y el Instituto de Genómica de la Fundación de Investigación Novartis (todos ellos de Estados Unidos). El proyecto MALSIG está coordinado por el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia (INSERM) y cuenta con la colaboración de especialistas de Francia, Alemania, India, Italia, Países Bajos y Reino Unido. Comenzó en 2009 y concluirá en 2012.

Países

Alemania, Francia, India, Italia, Países Bajos, Reino Unido, Estados Unidos

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